El pueblo –dijo– cedió el poder a algunos ‘‘hermanos nuestros’’, quienes prometieron trabajar por la dignificación de las personas y afirmaron ‘‘vamos a salir adelante’’. ‘‘La persona que ha prometido y no cumple es un desleal, es un infiel y es un traidor a su propia palabra y después es un traidor al pueblo con quien se comprometió.
Bernal advirtió que lo más grave es que la persona parece no darse cuenta de que ha recibido un poder del pueblo y que se coloca en una posición peligrosa ante el juicio divino y social. “La guillotina está tambaleando porque Dios y la patria están gritando en el pueblo que les dio el poder’’.
Además, recordó que el compromiso de ser fieles comienza con nuestra relación con Dios. Cuando somos fieles a Dios, hacemos lo que debemos hacer para Él y, por ende, para los demás.
También se refirió a la importancia de trabajar por el bien común y en la necesidad de una justa distribución de los recursos y oportunidades.
Pidió no confundir lo público con lo personal. ‘‘Si yo quiero te doy, si no quiero no te doy, que muchas veces sentimos lastimosamente en muchos aspectos, salud, trabajo, vivienda, oportunidades’’.