17 ago. 2025

Asunción de la fragilidad: Sobre unas fotografías de Gabriela Zuccolillo

La artista Gabriela Zuccolillo apunta a la elaboración de una narrativa visual que responde a la crisis ecológica y social, tomando como sujeto y objeto de estudio la situación de árboles y veredas de Asunción. Son series fotográficas realizadas en los últimos años y que vuelven a ser útiles para repensar nuestra relación con la naturaleza y el paisaje urbano.

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Gabriela Zuccolillo, “Vereda”, Fotografía digital color, 560 cm. x 220 cm. Asunción, Paraguay. Impresión en papel obra primera, 2021 (fragmento).

Foto: Gabriela Zuccolillo.

Cual reflejo cultural y social personificado en la visión de vegetales torturados por cables aéreos, mutilados o talados sin piedad o de veredas rotas, sucias y ocupadas, estas visiones hacen surgir una cierta rebelión, ni bien sea, simbólica. Estas imágenes de Gabriela Zuccolillo French (Asunción, 1967) ayudan a transitar, a extender un diagnóstico ético y de entera responsabilidad de quien esto escribe, sobre este estado de la cuestión.

Por todo esto, una obra de arte puede dar sentido, vía metafórica, a la importancia y al cuidado de la flora y a la existencia humana. Podemos razonar que no cuidar o estimar la compañía vegetal es un suicidio para quienes habitamos estas latitudes, o lo que es lo mismo, vivir en negación ambiental aclamando el “progreso”.

Ver el cielo, ver el suelo

Arbolitos es la serie compuesta por fotografías directas e impresas a escala mayor, cuyos motivos son ejemplares botánicos plantados expresamente en el centro neurálgico de la ciudad, en la plaza de Armas. Resistiendo y subsistiendo en situación deplorable, estos árboles se enseñan mutilados y abandonados.

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Gabriela Zuccolillo, “Arbolitos”, 6 fotografías, 110 cm. x 75,5 cm. Fotografía digital color. Plaza de Armas. Asunción, Paraguay. Impresión giclée en papel baryta. 2021-2022.

Foto: Gabriela Zuccolillo

El conjunto Arbolitos revela en clave irónica el despojo de árboles emblemáticos para los ciudadanos. Los cinco seres vegetales nominados en diminutivo, no hacen más que enseñar el valor nulo dado a árboles situados, nada más y nada menos, que en el centro fundacional de Asunción. Son tótems decapitados o en argot vernáculo “zapodados”, extendiendo dramáticamente sus muñones amputados, asistiendo al espectáculo de la alta política y la cultura con la vecindad del Congreso, la Policía, la Iglesia, una universidad y un importante centro cultural.

Personificada en árboles y en el espacio urbano, estas imágenes incuban una réplica, una respuesta a la crisis ecológica y social mediada por la especial sensibilidad crítica de Zuccolillo. Realizadas en los últimos años, estas fotografías directas son estrictamente documentales y han sido realizadas por dispositivos maquínicos de la imagen como cámaras convencionales o un dron.

En este sentido, la visión de Zuccolillo es una declaración que podría ser útil para desarrollar un nuevo marco de pensamiento ecocentrado, o ecoético ante conductas destructivas, pero curiosamente naturalizadas y extendidas en el Paraguay. Estas representaciones de la deforestación y la “poda” exagerada de ejemplares arbóreos urbanos, o la falta de cuidado de los espacios públicos, nos llevan, alegre y banalmente hacia un paisaje estéril y caliente.

Sendas de lo imposible

Sabemos que la sociedad de consumo genera un sin fin de objetos y productos que finalmente terminan como basura y cuyo escenario más potente sea, sin duda, el espacio público. Las calles, veredas y plazas son el espejo de esta tendencia mortal en generar basura y enfermedades, que no solo hacen daño a la vida natural de donde se originan, sino a la vida social, en este caso urbana en la que vivimos.

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Gabriela Zuccolillo, “Vereda”, Fotografía digital color, 560 cm. x 220 cm. Asunción, Paraguay. Impresión en papel obra primera, 2021 (fragmento).

Foto: Gabriela Zuccolillo

Los asuncenos sentimos desasosiego al intentar caminar sobre las veredas y aceras destrozadas. Al paseante/flaneur de la metrópolis guaraní le surgen preguntas y reacciones, cuando no frustración, ante el grotesco estado de la cuestión. Los baches, las roturas de las pastillas cerámicas, los efluvios de aguas, junto a residuos y escombros por doquier traducen la falta de empatía y de confianza social.

Es en la obra Vereda en la que podemos sentir este comentario, al ilustrarse literalmente cómo los asuncenos generamos más basura y como esta nos deteriora física, social y culturalmente. Las texturas de las “baldositas”, con su color crema y azul oscuro son casi una seña de identidad de la capital paraguaya, y su visión en altura, en vista de “picado” por un dron dirigido por Zuccolillo traducen varias emociones.

El ejercicio de contemplación y diálogo que se plantea con esta vereda en ruinas, y que además se presenta en escala 1/1; es decir, de idénticas dimensiones a las reales, en espacios expositivos y nunca en el espacio público, establece cierta horizontalidad de la experiencia perceptiva entre esta obra de Zuccolillo y espectador. Como espacio disidente, esta secuencia de pavimento pedestre arrastra un tono de perplejidad traducido en reclamo y anhelo del disfrute peripatético de los asuncenos, tanto mejor si es bajo una fronda umbría.

Escritor, crítico de arte y cine, es curador de exposiciones y programas fílmicos.
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