Fotomontaje y fotos: Javier Valdez
Asunción, una ciudad arbolada y que resiste el avance de la jungla de cemento, gracias al verde que todavía se aprecia en sus calles y en las del resto del país. En apariencia no necesita apelar a acciones propias de grandes urbes para crear un entorno que devuelva a sus habitantes a la naturaleza. ¿O sí? Es que la adopción del techo verde en las construcciones, aun en ciudades como las nuestras, ayuda a mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
¿Y qué es un techo verde? “Es una superficie horizontal o con pendiente donde se sustentan especies vegetales. Techo vivo, techo vegetado, techo verde, son sinónimos”, afirma la ingeniera Gabriela Mesquita, presidente de Paraguay Green Building Council o Consejo Paraguayo de Construcción Sostenible.
Este organismo no gubernamental fue fundado en noviembre del 2012 como entidad sin fines de lucro; entre sus objetivos se encuentra facilitar y promover el diseño y construcción sostenibles, mediante la utilización de técnicas y herramientas disponibles para el desarrollo de los proyectos, alentando la integración de los actores involucrados en este sector. Es, además, miembro del Consejo Mundial de Construcción Sostenible.
Tendencia antigua
La idea de plantar variedades vegetales en terrazas y techos de viviendas o edificios públicos es muy antigua. De hecho, son famosos los jardines colgantes de Babilonia, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, construidos alrededor del año 500 aC en lo que actualmente es territorio de Irak.
Los nórdicos también se caracterizaron por erigir viviendas con techos cubiertos de césped, al igual que otros pueblos europeos, como los celtas, por ejemplo. En épocas más recientes, se considera que Suiza posee el techo verde más antiguo de Europa, instalado en la planta de purificación de Zúrich, en 1919.
Como tendencia actual, el comienzo de su popularidad se remonta a la década del 60 del siglo XX y se considera a Alemania como la cuna del techo verde moderno. Hoy la modalidad está muy extendida en Europa y Estados Unidos, y aun más lejos, en Extremo Oriente y Australia. A Paraguay llegó en la década del 70 y la pionera –al menos el ejemplo más conocido– fue la Embajada de la República Argentina.
Aunque todavía tímidamente, en nuestro país las terrazas ajardinadas se están convirtiendo en una opción que ofrecen los profesionales de la construcción, e incluso ya hay empresas especializadas en dar un enfoque ecológico y sustentable a la erección de viviendas y otros edificios. El ejemplo más visible probablemente sea la sede de la biblioteca del Congreso, que luce un techo inclinado cubierto de césped.
¿Cuál es la razón de que en Paraguay no esté más extendida esta modalidad de construcción? “Es muy reciente aún, el techo vivo no está muy desarrollado en el país y todavía hay pocos ejemplos”, manifiesta Ariel Gutsztein, de la empresa Planeta Eco, que es una de las que plantean la adopción de una alternativa ecológica para nuestras viviendas.
A su vez, Mesquita señala que si bien la utilización de techos verdes es una técnica antigua y que en Paraguay son muy pocos los emprendimientos que la aplican, en los últimos años se está tomando de nuevo en consideración la necesidad de dejar espacios permeables en las ciudades, porque estas se están volviendo cada vez más impermeables con tanto pavimento y construcciones.
El uso del techo verde no está muy extendido por una absoluta falta de conciencia, asevera el arquitecto Solano Benítez, quien tiene una opinión muy crítica sobre la pérdida de vegetación en nuestras ciudades. Él aclara, no obstante, que un techo vivo debería ser “el último recurso paliativo, entendiendo que disponemos de un suelo extremadamente fértil, con una gran capacidad para generar vegetación y que nuestros árboles son lo suficientemente grandes y poderosos como para cubrir la mayoría de nuestras obras”.
Benítez cree que la gente no asume que al sacar los árboles de las veredas, en una sumatoria, produce un efecto catastrófico y que no somos conscientes de la importancia de la gestión particular, del hacer individual. Sostiene que si se cubren las obras, a estas les otorgamos sombra; y usando el agua de la napa freática, los árboles sudan con sus hojas y van cambiando el clima –refrescándolo– en la medida que van evaporando esa agua.
Para el arquitecto, las alternativas que se encuentran en nuestro mercado solo incluyen un uso minoritario de la vegetación. Es decir, utilizan una pequeña porción de suelo que se multiplica poniendo piso sobre piso; y lo que queda de terraza es una parte ínfima en relación a todo lo que queda expuesto en la fachada del edificio.
Por lo tanto, asevera, en lo que se debe pensar no es en techos verdes, sino en cómo rodear de la manera más efectiva nuestras edificaciones con elementos vivos que permitan regular la temperatura, conseguir un efecto psicológico de apaciguamiento e incluso obtener comida, olores.
“Hay muchas empresas que están apostando a las casas verdes y ya tienen una línea sostenible”, agrega por su parte Hugo Riveros, director ejecutivo de Paraguay Green Building Council, que en la reciente muestra de arquitectura, diseño de interiores y paisajismo, Casacor Paraguay 2017, presentó un prototipo de vivienda basado y regulado por las nuevas normas paraguayas de construcción sostenible.
“Presentamos una cobertura, un sistema de sobretecho, una terraza jardín que protege al cubo central, la casa en sí", explica. En este método de construcción se pone una distancia, un espacio de 40 centímetros entre el techo de la casa y el sobretecho, para que corra aire. Eso permite una aislación térmica del calor directo, del sol. La estructura es de madera de pino reforestada. Este es un material altamente sostenible, según sus promotores.
Planeta Eco ofrece un sistema diferente. “Nuestra técnica es sencilla y cualquiera la puede armar. Trabajamos con una estructura tipo Lego, armable y muy fácil de instalar, porque son placas de plástico de 50 por 25 centímetros que se encajan entre sí y pueden cubrir la superficie que uno quiera”, explica Gutsztein.
El profesional agrega que las piezas son de PVC y que tienen una duración de 50 años. Cuando están encastradas, incluso se pueden obtener pendientes, porque al estar encajadas equilibran los pesos, de tal forma que no se corren hacia ninguno de los lados. Así se convierte en una amplia superficie, similar a una gran tela.
El plástico se apoya sobre la losa, sobre la teja o sobre la chapa, distribuyendo el peso equitativamente. Sobre eso va una capa de filtro y, sobre el filtro, la tierra. Así, cuando llueve o se riega, la tierra no puede traspasar el filtro y no se introduce en el drenaje, ya que solamente se elimina el agua extra. Queda la tierra mojada pero sin tanto líquido como para pudrir la planta.
¿Cómo se procede? “Miramos el Norte, tenemos en cuenta la intensidad de luz que hay, el calor, la cantidad de viento en la zona y ahí presupuestamos la estructura del techo verde, los materiales. Se contrata a una empresa que hace decoraciones con plantas, ellos realizan el diseño del jardín y ahí se define cuántos centímetros de tierra se van a necesitar”, revela el técnico de Planeta Eco.
No es solamente pasto lo que se puede poner en el techo, ya que también es posible colocar un arbusto o árboles. En este último caso, el arquitecto proyectista es quien calcula en qué lugar estará el árbol. Entonces, diseña una caja que contemple un espacio para las raíces y elabora una estructura capaz de contener el volumen de tierra que se utilizará. También debe darle un buen anclaje, pensando en que tiene que resistir los vientos.
Muchos beneficios
El servicio de instalación incluye las plantas. “No es que te armamos un techo verde y vete vos. Nuestro enfoque como empresa ecológica es que el producto no vaya a terminar en Cateura pronto. Por eso lo que hacemos tiene muchísimo tiempo de duración sin mantenimiento. En el caso de un techo verde, este tiene que durar 50 años”, señala Gutsztein.
En Paraguay se recurre a plantas resistentes a nuestro clima, lo que coloquialmente denominamos “yuyos”. “Esas se incorporan al techo verde para que ni siquiera tengas que regar ni abonar, porque viven en cualquier estado. Claro que eso está bien para las tejas. En un jardín querés algo más lindo y en ese lugar sí podés regar”, agrega el profesional.
Riveros añade que los tipos de plantas que utilizan son autóctonas y requieren bajo cuidado y consumo, pero destaca que la ventaja principal es la protección que brindan a la vivienda. También se tiene en cuenta el paisajismo, la superficie debe estar en sintonía con la vegetación.
Gutsztein también opina que la mayor ventaja del techo vivo es la aislación del agua, del calor y del sonido. “Es una defensa eficiente contra la radiación”, resalta y añade que si el techo donde se instalará el pasto es de tejas, con cuatro o cinco centímetros de tierra la temperatura estaría bajando entre seis y ocho grados, “pero podría ser más si le agregás más tierra. Más tierra, más aislación de sonido y de calor”.
Con una terraza ajardinada también se ahorra en acondicionador de aire, según el experto, quien estima que cada hora de uso del mismo cuesta G. 800 guaraníes más IVA. Vale agregar a esto que la economía también se obtiene con el menor uso del aparato, lo que a su vez significa menos costo de mantenimiento.
“Tampoco hace falta que el Gobierno estimule este tipo de cobertura de viviendas, pues con los techos verdes tu proyecto se va a pagar en muchísimo menos de 10 años y va a durar 50. Uno tiene un retorno de la inversión muy rápido. Nuestro objetivo no es hacer una nueva obra, sino que el paraguayo cuide el planeta”, asegura.
También hay estudios que dicen que un metro cuadrado de pasto produce la misma cantidad de oxígeno que consume un ser humano y que atrapa 200 gramos de polvo al año. Asimismo, en un entorno de plantas aumentará la cantidad de pájaros. “Con una ciudad bird friendly, las aves van a conservar su territorio, porque vos vas a estar viviendo ahí pero no te adueñás de él. Esa es una ganancia muy grande”, remarca.
“Lo que se busca con acuerdos de sustentabilidad es hacer que las ciudades sean autosuficientes. Eso incluye el cuidado de su aire, que haya una buena cantidad de vegetación, para filtrar y mantener la temperatura necesaria dentro de las urbes, para mantener la capacidad húmeda del suelo y permitir que la mayor cantidad de microorganismos trabajen sobre la biodiversidad en ese lugar, aportando oportunidades para la vida en todos los sitios. Y es uno de los grandes desafíos”, según Benítez.
El profesional destaca que el aporte que hace la vegetación al ecosistema urbano es fundamental y que no se están midiendo las consecuencias de la pérdida sostenida que tenemos en la ciudad. “Lo mejor que le puede pasar al Paraguay es que siga siendo un país verde, no porque reducimos la cantidad de metros cuadrados de suelo disponible, sino porque al suelo disponible lo vegetamos abundantemente; y no hablo solamente de pasto, sino que me refiero a árboles y especies que puedan generar buena cantidad de sombra, perfumes, olores, frutos”.
Gracias a internet, las nuevas generaciones están enteradas de los avances que hay en otras partes del mundo y así en Paraguay se pueden incorporar tecnologías sostenibles más rápido. Como resalta Gutsztein, “nos estamos poniendo al día con lo que es cuidar el planeta”. Ya podemos llevar de nuevo a la naturaleza a nuestras casas.
• Los techos verdes generan superficies permeables que logran reducir la cantidad de agua que sale a la calle, aminorando el problema enorme de raudales en nuestras ciudades.
• Permiten reducir la absorción de calor. Un techo verde logra entre 3º y 4 ºC menos de temperatura en el interior, con lo cual se favorece el confort térmico con menor gasto de energía y menor refrigeración artificial.
• Permiten filtrar impurezas para el caso en que el agua sea posteriormente almacenada para su reutilización.
• Promueve el hábitat de especies de fauna.
Fuente: Gabriela Mesquita