En una entrevista que le hice a la comisionada del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, Sonia Von Leppel, dio datos espeluznantes de la realidad de ese reclusorio y de las otras 18 penitenciarías que existen en el país.
Según explicó, en la intervención policial-militar, según cifras oficiales, hubo 673 traslados, y aún quedan más de 2.000 presos. Y este último dato es aproximado porque, desde hace bastante tiempo, no se hacían partes diarios en Tacumbú para conocer la cantidad de internos que entran y salen a más del número total existente.
Es decir, no se sabe cuántos presos hay en ese penal, quiénes son y, mucho menos, cuáles son sus procesos, o si están con prisión preventiva o condenados. De ahí que difícilmente los reclusos salgan cuando cumplan sus penas, ya que no se sabe si están o no en ese lugar. Recién ahora 8 funcionarios de la Policía hacen un conteo de internos para determinar la identidad, la cantidad y la situación procesal de cada uno.
Otro dato alarmante es que, de los 17.000 presos que existen en el país, según el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, el Estado paraguayo no puede decir en qué condición están 4.000 de ellos. En otras palabras, no sabe si son prevenidos o condenados y la situación en la que están. Podrían haber compurgado su pena y siguen adentro.
Von Leppel también explicó que algo que ocurre a menudo es que los presos, que sí saben cuándo les toca la libertad condicional o la fecha en que compurgan sus penas, reclamen esto. Ahí es donde aparece que tenían otra causa con declaración de rebeldía. Es decir, pese a que estaban privados de su libertad, para la Justicia eran prófugos, con sus causas paralizadas. Recién ahí continuaba el proceso, por lo que seguían sin poder salir.
Además, los partes diarios de las demás penitenciarías y los registros de la Dirección General de Establecimientos Penitenciarios nunca coinciden, por lo que, a ciencia cierta, no se sabe cuántos presos hay en el Paraguay. Los datos están en varias planillas sin que concuerden, lo que genera corrupción a la hora de pedir datos de los internos.
Me dirán que defiendo a los reclusos, que están mejor adentro porque son delincuentes que no tienen piedad con el prójimo a la hora de asaltar. Pero la cuestión está en que cualquiera de nosotros puede ir preso. Como ejemplo tenemos los casos de violencia familiar, que en su mayoría tienen prisión preventiva. Si ni siquiera te registran al entrar, bien podés pasar desapercibido y estar años privado de tu libertad, incluso morir sin que se sepa.
Ese es el peligro real. Es como entrar al infierno. Von Leppel también dio otras cifras. Los 673 presos trasladados fueron todos catalogados como del clan Rotela, pero muchos no lo son. Más de 40 que fueron llevados eran del pabellón de adultos mayores, por ejemplo.
A esto se suman tres guardiacárceles que pese a estar uniformados, se les confundió con internos y fueron derivados a penitenciarías distintas. Esto habla a las claras de que, al ingresar al penal, te convertís en un número, que ni siquiera está determinado. Dejo en el tintero que Rotela creció y se hizo fuerte en Tacumbú, ya que hace 9 años está preso.
Evidentemente, la corrupción estatal le dio ese poder. Ahora es momento de cambiar estas cifras y ordenar el sistema penitenciario.