18 abr. 2024

¿Planilleros o no?

Alcibíades González Delvalle señaló la contradicción en un reciente artículo: Enzo Cardozo, ex ministro de Agricultura, fue responsable de un desfalco multimillonario, pero hoy es senador y miembro del Consejo de la Magistratura; sin embargo, por infracciones mucho menores, la ley es implacable.

No se trata de un hecho aislado, ni la contradicción se da solamente en los hechos ilegales: también la vemos en aspectos que, sin violar la ley, violan ciertos principios éticos, y resultan perjudiciales para la administración pública y para la ciudadanía en general. No es un delito ser un inepto, aunque un inepto en un alto cargo pueda ser muy perjudicial. Ahí está el caso de los ineptos nombrados por razones políticas en Itaipú y Yacyretá; una garantía de que el Paraguay reciba siempre menos de lo que le corresponde. Conviene recordar que en el sector paraguayo de Itaipú y Yacyretá, hay más funcionarios que en los sectores brasileño y argentino; si nuestros vecinos no se han quejado, es porque les conviene tener como interlocutores a esos ineptos, con sueldos millonarios.

Esos ineptos se han salvado de la depuración emprendida por el Gobierno, que ha respetado un principio básico del sistema: lo que uno gana está en relación inversamente proporcional con lo que hace. O sea, cuanto menos trabaja, cuanto menos vale su trabajo, mayor es el sueldo. Una secretaria de oro, un asesor de oro tienen ventajas frente a los empleados públicos con salario mínimo o un poco más. Aun concediendo que existe corrupción y existen planilleros en la administración pública, los sueldos son bajos para los que trabajan porque no son planilleros.

Yo recuerdo a ese venerable funcionario del Archivo Nacional, don Aníbal Solís, una autoridad en la lectura de los documentos centenarios, que apenas sobrevivía con un sueldo de 500.000 guaraníes mensuales. Como contrapartida, en la Universidad Nacional había unos soberbios planilleros, con sueldos millonarios por no hacer nada, gracias a sus buenas relaciones. La administración pública es dura para quien accedió a su puesto por sus propios méritos y no cuenta con el apoyo de padrinos políticos, como el señor Solís, que no es el único de su género. Hay muchos funcionarios como él, que dan mucho más de lo que reciben, sin que se lo reconozcan. En numerosos casos, ellos se ven perjudicados por la mala fama de los planilleros y corruptos, que no son todos.

Las generalizaciones son injustas. Los recortes de los sueldos de los funcionarios competentes y que ganan poco son la consecuencia práctica de esa injusticia en el juicio. Para muchas familias, el porcentaje recortado era lo necesario para cubrir gastos básicos. ¿Por qué penalizarlos a ellos y tolerar a los grandes corruptos? Porque la cuerda se suelta por lo más débil.

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