Ante miles de feligreses y la presencia del nuncio apostólico de la Santa Sede en Paraguay, Eliseo Ariotti; el presidente de la República, Horacio Cartes; ministros y otras autoridades del Estado, se desarrolló la misa central en honor a la Virgen de Caacupé.
El obispo Claudio Giménez comenzó la homilía central recordando las lecturas bíblicas; en la primera mencionaba el origen del mundo y de la humanidad cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios y comieron el fruto del árbol prohibido y luego ambos buscaron otros culpables.
Señaló que en ese primer libro se interpreta la desobediencia como consecuencia de todo lo negativo que sucede en la vida natural -como el ganar el pan con el sudor de la frente-, todas las acciones violentas, los abortos, los asaltos, los robos y las deshonestidades.
En la segunda lectura se refirió al himno de resurrección y a las características con las que fue creado el hombre: ser santos e irreprochables, “eso significa ser incorruptibles”, expresó el religioso.
“Si nos corrompemos será por falta de preparación o porque no nos enseñaron claramente que no hay que robar ni mentir o porque nuestros padres no nos supieron enseñar a ser honestos. La obediencia es signo de humildad, la desobediencia expresa soberbia”, resaltó.
En ese sentido, resaltó que una persona no puede hacer lo que se le antoja o lo que le conviene sin importar los demás. Sostuvo que trabajar en equipo es lo más conveniente para salir adelante.
“Estamos buscando bien de todos y no de algunos correligionarios, parientes, secretarios, secretarias, el bien de todos”, expresó Giménez. En los últimos meses salieron a la luz casos de numerosos funcionarios privilegiados por tener influencia política.
REPUDIO. En otro momento de la homilía, el obispo de Caacupé afirmó que “denigrar al otro o agredirlo para ganar elecciones ya no cae simpático a nadie y recordó que las acciones inmisericordes como los ataques en Francia y la deforestación de nuestros bosques son aspectos repudiados y que esto va creciendo.
Asimismo, manifestó el repudio hacia la violencia armada y contra los inocentes que están por nacer al querer establecer leyes que atentan contra la vida. En este último punto habló directamente sobre el aborto.
Otro aspecto criticado es la violencia en la casa y contra la mujer. “Dios rechaza la violencia porque va en contra de la misericordia y el trato entre humanos”, sostuvo.
Un momento aplaudido por los feligreses fue cuando Giménez mencionó el recorte presupuestario para más de 30.000 ciegos y el aumento de recursos para los partidos políticos. Pidió corregir esos errores.
Para finalizar la homilía central se refirió a las obras de misericordia para despertar la conciencia de las personas, muchas veces aletargadas ante el drama de la pobreza. La primera de ellas tiene que ver con las obras corporales, como dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, recibir al forastero y asistir a los enfermos.
Mientras que la segunda tiene que ver con las espirituales y refiere a dar consejo a los que necesitan, enseñar a los que no saben, corregir las equivocaciones, consolar a los tristes, perdonar las ofensas y soportar con paciencia a las personas molestas.