19 may. 2024

Ministerio del Interior ya manejaba datos sobre clan Acosta hace 3 años

Según denuncias, los Acosta manejan “a balazos” Ypejhú bajo la mirada cómplice de la Policía. Varios asesinatos son atribuidos a quienes hoy están sospechados de haber matado a Medina y Almada.

Clan.  Vilmar Acosta (der.)  y su padre Vidal Acosta festejan la soltería del segundo, según  postea el prófugo intendente.

Clan. Vilmar Acosta (der.) y su padre Vidal Acosta festejan la soltería del segundo, según postea el prófugo intendente.

Por Édgar Medina

YPEJHÚ

Un informe confidencial fechado en febrero del 2011 revela que el Ministerio del Interior, entonces bajo administración de Rafael Filizzola, ya tenía información de que el clan Acosta Marqués, de Ypejhú, ya era sindicado como un grupo mafioso responsable de varias ejecuciones e intentos de homicidio entre las localidades de Ypejhú, Paraguay, y la ciudad de Paranhos, Brasil.

Sin embargo, tanto el Ministerio del Interior como la Policía y la Fiscalía solo actuaron contra este clan tras el asesinato del periodista Pablo Medina y su asistente Antonia Almada, cuando ya el supuesto autor del crimen, Wilson Acosta Marqués, y su hermano, el intendente Vilmar Acosta Marqués, alias Neneco, se escaparon.

Ninguna de las investigaciones abiertas prosperó como para lograr una sentencia condenatoria contra Wilson, conocido como el sicario de la familia, quien fue autor de disparos con un fusil M16, que es un arma de guerra, contra una comitiva policial fiscal que buscaba localizar su propiedad para allanarla.

Las ejecuciones y tentativas de homicidio denunciadas se registraron entre los años 2010 hasta el 16 de octubre pasado, cuando fueron asesinados Medina y Almada.

Solo después de la ejecución del periodista, quien ya había sufrido amenazas de muerte del clan Acosta que ya habría matado a varios, según las publicaciones, las autoridades intervinieron con fuerza en Ypejhú.

El crimen del comunicador derivó en el traslado y amenazas de traslado de unos 40 agentes policiales, por parte de los superiores, ante la incapacidad de dar respuesta a la orden del presidente de la República, Horacio Cartes, de que se esclarezca el caso, sean detenidos los involucrados y, en caso que se compruebe, los protectores políticos del clan Acosta Marqués, según una fuente policial.

En ese contexto, el comisario general inspector Miguel Urunaga, director general de Orden y Seguridad de la Policía Nacional, afirmó que todos los agentes de la zona de Ypejhú, Villa Ygatimí, incluso de Curuguaty, están a prueba, ya que si no se logra detener a los ahora buscados serían trasladados a otras localidades.

El primero en ser puesto a disposición de la Comandancia fue el jefe de la comisaría de Ypejhú, comisario principal Roberto Carlos Alfonso, quien se tomó el fin de semana libre tras la muerte del periodista y su asistente, ya existiendo las sospechas contra el intendente Vilmar como autor moral.

El cargo es interinado por el comisario principal Sebastián Ramírez.

El subjefe, comisario Gerardo Vega, permanece en el puesto, pero tanto él como otros agentes policiales están en la mira de los superiores, quienes de esa manera estarían tratando de aplacar la presión pública, a más de una semana de la ejecución del doble homicidio sin la captura de los autores.

CON ARMA DE GUERRA. Tres años atrás, un informe administrativo de la Policía, documentada en acta fiscal por la entonces fiscala Ninfa Aguilar, revela que Wilson Acosta Marqués, quien estaba acostado en una hamaca en la estancia Dos Naciones, recibió con disparos de fusil M16 a la comitiva. Era para cubrir su huida hacia un bosque ubicado hacia la colonia Nueva Americana, según el documento al que tuvo acceso Última Hora.

La comitiva estaba integrada por agentes de Inteligencia, Antinarcóticos y funcionarios de la Fiscalía, que allanaron la propiedad. Entonces, la información de que el clan Acosta Marqués manejaba a balazos la comunidad de Ypejhú llegó a oídos del mismo ministro del Interior, Rafael Filizzola, quien dispuso que se investigue a la familia, según los datos.

Confirmación. Luego, la Fiscalía y la Policía confirmaron lo que se sospechaba: la ejecución y entierro de las víctimas, con el hallazgo de cuero cabelludo y otros restos humanos en la propiedad del padre del intendente, Vidal Acosta. Ello gracias a denuncias de dos testigos que se animaron a declarar ante el Ministerio Público.

Los peritos de la Policía extrajeron proyectiles de los árboles y la cantidad de asesinados supuestamente fueron 3, según la información verificada por los investigadores, el 17 de febrero del 2011.

Por este hecho fueron imputados el intendente Vilmar Acosta y su padre Vidal, quienes fueron detenidos e imputados por homicidio doloso y asociación criminal.

Un mes después, Vilmar logró su libertad mediante el Tribunal de Apelaciones de Salto del Guairá y poco tiempo después logró su reelección en el cargo que ocupa actualmente.

SICARIO DE LA FAMILIA. El hermano del intendente, Wilson, quien había disparado con M16 a la comitiva policial, estuvo involucrado en diciembre de 2012 como autor del asesinato de Marcelo Fernández, en la localidad de Paranhos. La Policía Civil logró su identificación tras la detención de Moisés Costas Dos Santos En ese mismo tiempo, Wilson ametralló la casa de Asunción Sánchez, otro paraguayo, en Paranhos, según la Policía Civil, que colgó su fotografía en internet para tratar de detenerlo.

El otro caso en el que también Wilson estaría involucrado es en el asesinato del ex intendente de Ypejhú Julián Núñez, para cuya ejecución, registrada el 1 de agosto del 2014, fue utilizada una escopeta calibre 12. Pablo Medina también fue baleado con una escopeta del mismo calibre.

En el caso del ex intendente incluso habría testigos, que callaron por miedo a ser atacados por el clan Acosta, mientras que en el caso de Medina una testigo logró reconocer a Wilson como uno de los autores del crimen.

Media docena de ejecuciones más, algunas en el marco de una guerra entre narcos, se registraron en los últimos años en Ypejhú y todos estarían vinculados al clan familiar que mantiene en zozobra a la comunidad.

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