Los usuarios del transporte público consideran que no solamente no se han dado cambios en cuanto al servicio del transporte público, sino que además se nota un empeoramiento, pues las conocidas y frecuentes reguladas del servicio están prácticamente normalizadas.
Los padecimientos de los usuarios no tienen fin y, sin ser pesimistas, en el futuro cercano no se percibe algún tipo de mejoría, por la negación en la que permanecen las autoridades, y la indiferencia ante las dificultades que supone un pésimo servicio en la vida de los ciudadanos.
Los paraguayos y paraguayas usuarios del transporte público siguen esperando a que se haga realidad la promesa de campaña que les aseguraba que “vamos a estar mejor”.
A cien días de que asumió la administración de Santiago Peña, la mayoría de la población no está mejor.
La calle solamente tiene quejas y exigencias, pero esto también se está normalizando, pues los reclamos no encuentran respuesta. Es un hecho que los padecimientos de la gente no despiertan interés ni preocupación por parte de autoridades y funcionarios.
Trabajadores y estudiantes padecen a diario el pésimo servicio. Precisamente por el mal servicio están obligados a salir muy temprano de sus casas para conseguir un espacio en ómnibus repletos, ante el riesgo de llegar tarde a sus ocupaciones. El regreso al hogar tras una larga y agotadora jornada laboral repite el mismo ritual: interminables esperas de horas incluso, y un viaje incómodo e inseguro. Los pobladores de Asunción, su área metropolitana y el Departamento Central sufren además de castigo de que por las noches y los fines de semana el servicio de transporte se vuelve todavía más precario, pues prácticamente no hay unidades para movilizarse.
Poco antes de las elecciones del mes de abril se hicieron públicas una serie de denuncias de irregularidades respecto al transporte público, cuando se descubrió la existencia de pasajeros fantasma: así se pudo saber que un único usuario tuvo un gasto de 7 millones de guaraníes al mes. La agrupación ciudadana Organización de Pasajeros del Área Metropolitana de Asunción (Opama), en una investigación, había denunciado que con una tarjeta se realizaron más de 600 viajes en pleno día domingo, precisamente uno de los días de la semana en que el servicio de transporte es prácticamente inexistente.
Además de la irregularidad se descubrió que, mediante una resolución sobre parámetros del rendimiento de frecuencias de las unidades, un cambio no dado a conocer prácticamente legalizaba las nefastas reguladas, pues esta resolución no garantiza frecuencias mínimas para el servicio.
Hace apenas un par de meses, una burla desde la cuenta en la red social X del Centro de Empresarios de Transporte del Área Metropolitana (Cetrapam) levantó una polémica, cuando un usuario compartió la foto de un colectivo repleto de pasajeros que pudo abordar por la noche tras dos horas de espera. La publicación estaba acompañada de un mensaje: “Ahora a disfrutar del playlist del chofer”. A esto se sumó la respuesta de Cetrapam diciendo: “Así se viaja en el primer mundo”, al lado de una foto de cientos de personas abordando un metro, un tipo de transporte que –lamentablemente– ni existen en el Paraguay.
Esta es la realidad. Irregularidades por las cuales nadie responde ni se hace cargo, y burlas de parte de quienes manejan impunemente el transporte público, y en medio de todo, los usuarios, personas que dependen del servicio y sufren a diario maltratos, reguladas, accidentes y humillaciones, abandonados a su suerte por autoridades de las instituciones del Estado que faltan a su deber de trabajar por el bienestar de los ciudadanos.