En la misma vereda del Ycuá comienza el desfile de productos con los bien ubicados heladeros que venden alrededor de 300 litros durante el 7 y 8 de diciembre.
Cada vaso de helado cuesta G. 2.000 y, según Inocencio Moreno, quien se dedica a la venta del mencionado producto desde hace más de 30 años, sus mejores clientes son los peregrinos que llegan desde el interior del país.
En la vereda de enfrente se encuentran las vendedoras de botellas recicladas y las que tienen la silueta de la Virgen, que son usadas para llevar el agua del Ycuá. Las mismas tienen un costo de G. 5.000 y G. 15.000.
El largo pasillo inicia con los puestos de comida y bebidas, donde el menú es variado, al igual que los precios.
La venta de remeras, pantallas, sombreros, rosarios y todo tipo de recuerdos se puede apreciar hasta llegar a la zona del parque de diversiones.
La rueda de Chicago y los autos chocadores son los juegos preferidos por los más pequeños, mientras que los más grandes prefieren los juegos de azar o todo lo que permita ganar algún premio.
Lo santo y lo profano se conjugan cada año en lo que es considerada la mayor fiesta espiritual del país. Este año, tras la visita del Papa a nuestro país, se espera mayor afluencia de personas que en los últimos años.