20 may. 2024

Hace siete meses Clorinda’i está sin agua

Desde hace siete meses, los vendedores de la galería céntrica conocida como Clorinda’i no cuentan con servicio de agua potable y pese a los reclamos ante la Essap, la situación se mantiene, con todas las incomodidades que ello conlleva.

Sacrificadas. Francisca viuda de Garozzo (izq.) y María del Pilar Pintos (der.) traen agua en balde de una familia vecina.

Sacrificadas. Francisca viuda de Garozzo (izq.) y María del Pilar Pintos (der.) traen agua en balde de una familia vecina.

María del Pilar Pintos y Francisca viuda de Garozzo, comerciantes del lugar, explicaron que la argumentación recibida por técnicos de la empresa aguatera es que el ramal que cruza frente al negocio es muy antiguo, de barro, y que al encontrarse aplastado y colmatado no deja pasar el vital líquido para su uso.

Indicaron que los pedidos de regularización del problema ya fueron muchos y que el último consta en el expediente 313912 radicado ante la ex Corposana, sin que a la fecha se haya solucionado el inconveniente.

“Para consumir compramos agua en botella. Pero estamos acarreando el líquido para otros usos desde la casa de la familia García. Tenemos muchos dramas, sobre todo a la hora de utilizar los sanitarios”, lamentaron.

Resaltaron que el detonante fue que recibieron una factura de Essap por G. 530.000, monto que no corresponde, ya que no sale una sola gota en las canillas. “Si no nos quejábamos íbamos a pagar”, manifestaron.

Clorinda’i es un negocio que funciona en Oliva 1.030 casi Colón desde hace sesenta años y que en su época de esplendor llegó a contar con 24 salones comerciales, donde se vendían productos traídos desde Clorinda, Argentina.

“Cuando se cerró la Cervecería Paraguaya empezó a decaer sensiblemente todo en esta zona céntrica. Solo quedamos cuatro locales que sobrevivimos”, apuntaron.

Por su parte, Adriana Arce, de la Presidencia de Essap, indicó que se interiorizará de la situación denunciada, a fin de buscar alguna solución en el corto plazo.

Más contenido de esta sección
Demasiados episodios grotescos en una semana como para no dedicarles unas líneas.
Tras las impactantes revelaciones que se obtuvieron con la operación Dakovo, que logró exponer tan explícitamente los alcances del crimen organizado en cuanto al tráfico de armas, sobrevino una situación por de más escandalosa: la implicación de altos militares en actividades criminales. Esta fue sin dudas una dolorosa comprobación del elevado nivel de infiltración del poder mafioso dentro de las instituciones del Estado paraguayo. Además de ser profundamente vergonzoso, esto implica un ataque a la democracia.
El Congreso Nacional rompió récord esta semana con el proyecto de la ley de superintendencia; los senadores tardaron 15 minutos para aprobar; los diputados 11 minutos. En una convulsionada jornada, los diputados también aprobaron ley que suaviza penas para corruptos y los senadores salvaron al cartista Hernán Rivas, acusado de tener un título falso de abogado. Y como les quedó tiempo, también mutilaron la ley de puerta giratoria. Este es el espantoso combo navideño que el Parlamento le ofrece al pueblo paraguayo.
Los impactantes resultados de la operación Dakovo lograron exponer en forma explícita los alcances del crimen organizado en cuanto al tráfico de armas. En nuestro país, logró la detención de más de una decena de personas involucradas en un esquema de tráfico internacional de armas y una nota gravísima, entre los detenidos están un militar de alto rango así como ex funcionarios de la Dimabel. Es muy preocupante la manera en que la mafia y el crimen organizado están socavando nuestra soberanía y nuestra democracia.
No fabricamos armas, pero las comercializamos en cantidad industrial. No producimos cocaína, pero el país es depósito, ruta y puerto de embarque de cantidades industriales que llegan a los principales mercados del mundo.
Eduardo Nakayama abandona el PLRA. Solo y apresuradamente, dicen. Quién sabe. Explica que no ve ninguna posibilidad de que su partido pueda desprenderse de la infiltración cartista. Desde adentro ya no hay nada que hacer, sostiene.