Si bien reconoció que su caso está a la espera de que un juez dicte sentencia, para posibilitarle cobrar su indeminización, el mismo narró su historia, que le ha acarreado varias vicisitudes desde hace casi una década.
Núñez, que quedó parcialmente ciego y ya no se puede manejar solo, tras los golpes de cachiporras recibidos en el ojo derecho y una explosión de balín de goma en el otro ojo durante una huelga de la acería, clama por que el Estado le dé una respuesta.
Relata que tiene una familia que alimentar, compuesta por su esposa y dos hijas.
Comentó que su vida cambió en 2007, cuando en representación al Sindicato de Trabajadores de Acepar (Sitrasa), estalló la huelga. Se manifestaron y, producto de ello, fueron fuertemente reprimidos por los antimotines, quienes tuvieron la orden del subcomisario Meza “de disparar y matar”.
“Durante la represión frente a Acepar, me golpearon el ojo derecho con cachiporras hasta reventármelo, luego de eso fui ayudado por mis compañeros, quienes me llevaron a pie al hospital distrital, en donde en el trayecto recibí un impacto de balín de goma en el ojo derecho, cayendo inconsciente”, relató.
Según Núñez estuvo con los ojos vendados por tres meses, no recibió ninguna pensión o compensación, ni mucho menos fue incluido en la nómina de heridos por el secretario general del sindicato Nicolás Caballero, actual concejal departamental del departamento de Presidente Hayes, quedando a su suerte.
Luego de un tiempo, volvió a trabajar en Acepar, pero sin un puesto fijo, por su condición. Más tarde se unió a la nueva huelga del 2010, quedando fuera definitivamente de todo trato de indemnización.
Núñez solicita al Estado la indemnización de Acepar, porque fue por protestar por sus derechos que le fue propinado el golpe que lo dejó ciego.
En la actualidad, debido a su estado no puede trabajar y se dedica a cuidar a sus dos hijas menores, mientras su mujer, con gran sacrificio, sale a trabajar a la capital.