Se aproximan los dos últimos años del actual Gobierno. Estamos a veinte meses de las elecciones nacionales, por lo que creo oportuno analizar una de las herramientas jurídicas que la Legislación electoral ofrece: la concertación, que es a mi criterio la que debemos implementar quienes apostamos por un cambio de signo político al frente del Poder Ejecutivo nacional.
El adversario a vencer en los próximos comicios es, sin duda, el Partido Colorado (¿y aliados?), hoy en el poder, y al frente del Ejecutivo durante 65 años en las últimas siete décadas. Y digo adversario a vencer, porque en mi opinión, la responsabilidad principal del actual estado de cosas en nuestro país es sin duda alguna de dicho partido. Basta observar los indicadores sociales, económicos, ambientales y de todo orden, y compararlos con los de países de la región (ya no digo del mundo desarrollado), y con tristeza podemos confirmar que estamos detrás y muy lejos, del país que podríamos ser de haber tenido y de tener mejores, más capaces y honestos gobernantes.
La figura jurídica de la concertación es incorporada a la Legislación electoral en el año 2007 a través de la Ley N° 3212. Se trata de una herramienta político-electoral que permite el acuerdo de partidos y movimientos políticos en torno a un programa de gobierno común y a candidatos y candidatas que surjan del voto directo de la elección que deberá realizarse para ese efecto; goza de autonomía administrativa y normativa para la gestión de sus intereses (Art. 1º, última parte). Es un instrumento que hace posible una amplia participación ciudadana, pues inclusive el propio padrón nacional puede ser utilizado para la elección de candidatos y candidatas. Pueden presentar sus candidaturas todas aquellas personas que reúnan los requisitos establecidos por la Constitución Nacional y la Ley Electoral. Soy del parecer de que el padrón nacional sea el utilizado para que sea posible la más amplia participación, tanto de electores como de quienes aspiren a cargos electivos. La concertación permite su aplicación para todas o algunas candidaturas.
Haciendo memoria encontramos algunas intenciones fallidas de integrar concertaciones. En el 2008, Lugo terminó siendo candidato del Partido Demócrata Cristiano y en alianza con el PLRA. En el caso reciente de las elecciones municipales, el actual intendente de Asunción, Mario Ferreiro, candidato de un amplio sector político ciudadano, terminó siendo postulado por el PRF. Otros sectores, como el Frente Guasu y Avanza País, pudieron integrar concertaciones, tanto en el 2013 como en el 2015.
Reitero pues, que la concertación es –a mi criterio– la herramienta adecuada para las elecciones generales del 2018. Es fundamental la inteligencia y madurez de quienes la construyan, con el debido respeto a los tiempos y formas jurídicas, para evitar los problemas que en el pasado se presentaron.
La voluntad política y las experiencias recientes deben estar presentes al tiempo de debatir y acordar sobre el particular. Es un imperativo dejar de lado ambiciones personales en aras de un objetivo mayor. Y de darse una concertación, coronada con la victoria, el gobierno surgido deberá sin duda alguna, privilegiar el interés general y poner a la gente y al país en primer lugar.
Es tiempo de pensar en plural y en mayúsculas. Un nuevo y mejor Paraguay es posible con el concurso, participación, compromiso y protagonismo de quienes habitamos esta tierra guaraní, sin exclusiones de ninguna clase.
(*) Ex senador de la Nación