El obispo primeramente recordó a la comunidad cristiana que el matrimonio es la unión de raíces en el complemento natural que existe entre el hombre y la mujer que se animan a compartir lo que tienen y lo que son.
Para Collar, es allí donde se forma una familia indisoluble ante los ojos de Dios. Con estas expresiones dejó en claro una vez más el posicionamiento de la Iglesia católica, que rechaza el matrimonio igualitario.
Pidió además que se reflexione sobre la unidad familiar: “El amor auténtico siempre suena a permanencia, a eternidad y no solo para un rato”. Apostó a la fidelidad como base del matrimonio de la familia cristiana.
Manifestó que los esposos deben ser felices en primer lugar de manera independiente, para hacer feliz a la otra persona. “No buscar solo su bien egoístamente, sino entregarse a la otra persona y eso tiene como fruto la fecundidad”, expresó.
La familia y la vida
El padre Collar dijo que la misión de la familia como núcleo de la sociedad debe estar a favor de la vida, ante la creación de “cierta mentalidad” contra la vida que se difundió extensamente.
“La familia es la célula primera y vital de la sociedad, por eso el desinterés por la comunidad social acabaría terminando con la propia familia”. Agregó que el amor a la familia debe transmitirse a la sociedad.
Apuntó a que estas sean la encargadas de velar y aportar sus mejores esfuerzos para que las decisiones políticas vayan encaminadas a favor de un modo de sociedad más humano, justo, honesto y auténtico.
Así también, enfatizó en que los padres deben estar pendientes de la educación de sus hijos, pero no olvidar que son ellos los principales educadores y que esto empieza en la casa.
Criticó que muchos padres se confundan con las nuevas exigencias de sus hijos, por lo que considera que la Iglesia está llamada a acompañar la misión educativa de los padres.
“La base de la educación tiene que ser el amor”, sostuvo.