La Batalla de Acosta Ñu fue librada en el marco de la Guerra de la Triple Alianza, contienda que tuvo lugar desde el año 1864 hasta 1870, entre los aliados Brasil, Argentina y Uruguay, que unieron sus ejércitos para luchar contra el Paraguay durante el gobierno de Francisco Solano López.
Para comprender la importancia de esta batalla que derivó en la masacre de miles de niños, hay que remitirse a los antecedentes que desembocaron en el cruel y sanguinario combate. La Batalla de Acosta Ñu está enmarcada en lo que se conoce como la Campaña de las Cordilleras, “donde ya estábamos pasando por un proceso en donde Asunción fue ocupada por los aliados”, explica la historiadora Noelia Quintana Villasboa.
La Campaña de las Cordilleras (1869–1870) fue la quinta y última fase de la Guerra de la Triple Alianza. Duró desde fines de julio de 1869 hasta el 1 de marzo de 1870. Tras la ocupación aliada de Asunción, Solano López inició la retirada hacia el interior del país, perseguido por las fuerzas aliadas.
Los enemigos ingresaron a Asunción, lo que ocasionó que muchas personas tengan que ir en una peregrinación a otras ciudades, como Luque, Cordillera y Piribebuy, indica la historiadora.
A fines de julio de 1869, el conde D’Eu emprendió la Campaña de las Cordilleras al frente de 31.000 hombres: 26.000 brasileños, 4.000 argentinos, 600 uruguayos y 300 paraguayos de la “Legión Paraguaya”. Frente al desfiladero de Ascurra, el conde D’Eu dejó la división argentina y una reserva brasileña, que amenazó con avanzar en línea recta sobre Piribebuy.
Mientras tanto, el grueso del ejército brasileño tomó Sapucai el 4 de agosto y unos días más tarde tomó Ybytymi. Los aliados avanzaron hacia Piribebuy en ese momento, ocupando la población de Altos. Ese avance impidió que López pudiera enviar ayuda a Valenzuela, que fue ocupada casi simultáneamente. López había perdido la oportunidad de atacar al ejército en su ascenso a la sierra y el resto del camino fue cuesta abajo.
El 10 de agosto, el ejército del conde D’Eu, Luis Felipe María Fernando Gastón de Orleans, estaba frente a Piribebuy. El pueblo fue cercado e intimado a la rendición el teniente coronel Bernardino Caballero Melgarejo, quien contestó: “Estoy aquí para pelear y, si es necesario, morir, pero no para rendirme.”
Según la historiadora, allí combatieron unos veinte mil aliados (casi en su totalidad brasileños) contra una guarnición de mil seiscientos paraguayos, conformado por un cuerpo de reclutas - ya en su mayoría chicos de 12 a 14 años-, dos escuadrones de caballería, 12 cañones de bronce y un obús. El que estaba al frente de ese cuerpo era el teniente coronel Pedro Pablo Caballero.
Al amanecer del 12 de agosto, previo bombardeo, se inició el ataque. La batalla duró cinco horas, ya que las fuerzas aliadas fueron rechazadas dos veces.
El general brasileño Juan Manuel Mena Barreto, quien iba a la cabeza de las fuerzas aliadas para envalentonar a sus huestes, fue herido de muerte a orillas del arroyo Mboreví por una bala de fusil en la ingle, disparada por el cabo Gervasio León, apenas un muchacho, por orden del capitán Manuel Solalinde. Mena Barreto expiró a orillas del arroyo.
El conde D’Eu, dominado por la ira, ordenó que se pasara a todos los prisioneros a degüello, sucediéndose en Piribebuy los actos más avergonzantes de la guerra. Este es uno de los antecedentes del porqué Gastón de Orleans reacciona de una forma tan violenta.
El hospital de Piribebuy fue incendiado con 600 heridos, médicos y enfermeras dentro, luego de que se cerraran todas las puertas y ventanas. “Cumpliendo la orden del príncipe, empujaban a punta de bayoneta a los enfermos que podían escaparse del fuego para que murieran así chamuscados”, sostiene Quintana.
Piribebuy fue uno de los pueblos que más padeció la guerra, ya que fue sometido a degüellos masivos y violaciones. El Archivo Nacional de la República fue sacado a la calle y con los documentos históricos se hicieron fogatas, los documentos que se salvaron fueron llevados a Río de Janeiro.
La historiadora comenta que, según la expresión de los testigos paraguayos, la sangre corría por las calles como agua de lluvia cuando se degolló a 900 prisioneros. Días después, entre el 15 y 16 de agosto de 1869, se produjo la batalla de Acosta Ñu, llamada por los brasileños Batalha de Campo Grande.
¿Qué pasó en Acosta Ñu?
En la madrugada del día 16 de agosto el general Bernardino Caballero advirtió que la vanguardia numerosa del ejército enemigo amenazaba su retaguardia y le comunica esto al mariscal Francisco Solano López, y este le ordena a Caballero que obstruya el avance del enemigo.
Caballero toma entonces una posición con sus tropas infantiles. Algunos estudios que se encuentran en el Ministerio de Defensa dicen que eran 4.500 niños y no 3.500 como se menciona habitualmente, según Quintana.
La batalla comenzó a las ocho y media de la mañana y duraría ocho horas, con los paraguayos en minoría ofreciendo una feroz resistencia. Después de los primeros ataques, las tropas del general Caballero retrocedieron para el otro lado del río Yukyry, en donde ellos tenían ocho cañones y cobertura. Caballero también tenía un cuerpo de veteranos, muy ínfimo, de aproximadamente 500 adultos.
La historiadora menciona que la tecnología de guerra nacional, es decir, las armas paraguayas eran muy inferiores a las brasileras. Por ejemplo, el rifle de los paraguayos era a chispa, por lo que si llovía este ya no funcionaba. Sin embargo, los aliados poseían rifles Minié de origen francés, capaces de atravesar a un soldado junto con su mochila y a otro combatiente que estuviera detrás. “Con ese tipo de tecnología se enfrentaron estos niños”, sostuvo Quintana.
La infantería aliada atacó nuevamente con bayonetas, capturando los ocho cañones y la posición paraguaya. Al final los paraguayos fueron muertos. Las fuerzas aliadas tuvieron menos de 50 muertos y menos de 500 heridos. El general Caballero se retiró con parte de su tropa.
Después del fin de los combates, el conde D’Eu ordenó que el resto del campo fuese incendiado, matando a los soldados heridos, familiares que ya se habían rendido y otros que intentaban socorrer a los heridos.
Según la historiadora, el relato que sostiene que los niños se pintaron barbas y utilizaron armas de madera durante la contienda es falso. “En ninguna memoria y menos en la gran memoria de Juan Crisóstomo Centurión, que es considerado la biblia de la Guerra de la Triple Alianza, se menciona que a los niños se les haya puesto barbas y armas de madera”, asegura.
Quintana sostiene que “era una guerra, no un carnaval”, indicando que “no había tiempo de disfrazarse, los soldados andaban descalzos y no había ropa de cambio, y esto les generaba serios problemas en la piel, hasta el grado de la infección, eso es parte de un falseamiento que intenta minimizar el crimen del conde de D’Eu”.
La batalla de Acosta Ñu fue la última gran batalla en la Guerra de la Triple Alianza, que finalmente terminaría después con la muerte del mariscal López. Por ello en el Paraguay el Día del Niño es celebrado el 16 de agosto de cada año, en memoria de los jóvenes combatientes que perdieron sus vidas en esta batalla.
Como dato curioso, recién en 1948 el historiador Andrés Aguirre logró que el decreto N° 27.484 del Poder Ejecutivo, el mismo que estableció el 16 de agosto como Día del Niño, dictamine: “Sustitúyese la palabra Rubio Ñu por la de Acosta Ñu, como lugar de la homérica batalla librada por los niños paraguayos, el 16 de agosto de 1869, bajo el comando del ínclito general Bernardino Caballero”.
Imágenes de la película sobre la Batalla de Acosta Ñu, de Ramón Ramoa Salcedo. | Foto: Rodrigo Calonga