29 abr. 2025

Una medallita para Santi

Reconozco que también a mí, por un rato, me molestó que el presidente haya decidido no asistir a los funerales del papa Francisco. Pero después me acordé de que estamos hablando de Santiago Peña, probablemente el peor presidente del mundo mundial, entonces se me pasó.

Conmueve, no obstante, esa gente que expresa su enojo porque Peña no fue al Vaticano. Después de todo, ¿por qué despertaría un buen día e iba a resolver hacer lo correcto?, cuando nunca lo hace.

Como sabemos, el presidente se la ha pasado de viaje en viaje desde que asumió (¿?) el cargo.

Como publicaba nuestro diario, en un año y siete meses de mandato alcanzó la cifra de 40 viajes, hasta marzo el último había sido a Montevideo para la toma de mando de Yamandú Orsi.

Los que trabajamos y ahorramos todo el año para ir diez días a Camboriú en enero sabemos que viajar cuesta plata. Pero ese no es un problema para Santi Peña, porque él viaja –como dicen los argentinos– con la nuestra. El gasto total, solo en pasajes, es de G. 4.370 millones; esta cifra no incluye alojamiento, alimentación y otros gastos, según los datos proporcionados por el senador Rafael Filizzola, del Partido Democrático Progresista a ÚH.

Nuestro primer mandatario o presidente itinerante –como le llaman algunos– ya gastó ocho veces más en menos de dos años de lo que había gastado Mario Abdo Benítez durante los cinco años de su gobierno.

¡Ja! y pensar que a Marito le decían: “Desastre ko, Marito”...

Además, resulta medio evidente que viaja de onda nomás porque hasta ahora no se avizoran resultados para el país. Nos hizo pasar una vergüencita con la campaña del canciller para el cargo ese en la OEA y con sus malas decisiones nos está aislando cuando se alinea a los gringos y se aleja de Latinoamérica.

Igual es raro que nuestro presidente no vaya a presentar sus respetos en un funeral que no solo fue mediático, sino que logró unir a la humanidad alrededor de la figura de Bergoglio. Hasta su único líder, Donald, estuvo, y su colega argentino –que tanto despreció e insultó al papa Francisco–, también.

Santi no fue al funeral y en el fondo es coherente. A él no le importa el pueblo paraguayo, que lo votó y que lo mantiene con sus impuestos. Su único trabajo era, como jefe de Estado, representar los intereses y el sentir de la población, y no fue capaz, porque no le importa, porque ser el presidente de los paraguayos es apenas un detalle mínimo en su agenda particular.

Santiago Peña ninguneó al papa Francisco, una persona que tanto nos quiso y que cada vez que algún paraguayito iba a verlo le preguntaba si le había llevado chipa; que nos visitó y que estando aquí nos dejó tan buenos recuerdos, como cuando visitó el Bañado, y aquella sorpresiva visita a la Clínica de la Divina Providencia de la Fundación San Rafael, del recordado padre Aldo Trento, y donde incluso pudo saludar a los enfermos terminales.

Peña no entiende nada. Le hizo el vacío a una institución importante, y aunque en realidad para la comunidad internacional Peña significa bastante poco, el pueblo paraguayo merecía estar representado para hon-rar a quien demostró cariño y respeto por nosotros.

Pero Santiago Peña no solo estuvo ausente en un evento mundial que congregó a presidentes, reyes, príncipes, primeros ministros, representantes de Iglesias de todo el mundo y otros, sino que encima se fue a recibir un premio concedido por los genocidas.

El presidente viajó a los Estados Unidos para recibir una distinción de la comunidad judía, por su defensa a Israel. Una absoluta vergüenza. Fue a recibir un premio que le concedieron por avalar el bombardeo, la persecución, la quema y matanza de miles de seres humanos en Gaza. Santiago Peña fue a recibir una medallita por apoyar un genocidio, en vez de ir a honrar la memoria de una de las grandes figuras de la humanidad.

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Laura Ruiz Díaz – laura.ruizdiaz.txt@gmail.com