A los trece años, Fiona Valenzuela ya sabía que quería estudiar Business en una universidad de élite que la empujara al límite. A esa edad, ella ya había trazado una línea recta hacia unos objetivos bien claros: ser líder, emprender, transformar realidades. Ahora tiene 18 y fue admitida en catorce universidades de prestigio en Estados Unidos y Europa, entre ellas Harvard, la Universidad de Pensilvania (UPenn), la Universidad de Nueva York (NYU), Duke, Emory, Babson y la Universidad de St. Andrews.
Curiosa, visionaria, persistente y profundamente apasionada por aprender, Fiona recuerda que desde pequeña se sintió atraída por los procesos que moldean al mundo: cómo se toman decisiones, cómo nacen las ideas transformadoras, cómo se puede mejorar una realidad. “Siempre soñé con liderar proyectos grandes, con emprender y con encontrar soluciones creativas para mejorar realidades”, afirma a pocas semanas de empezar las clases en la universidad que eligió: la centenaria Harvard.
Su decisión de postularse a universidades del extranjero no fue un impulso momentáneo, sino un proyecto de vida que comenzó a delinearse desde la adolescencia. Cada paso que dio desde los 13 años –los cursos que eligió, las actividades extracurriculares en las que participó, los proyectos sociales en los que se involucró– fue parte de una construcción consciente hacia esa meta.
“Creo que lo que realmente marcó la diferencia en mi postulación, fue una mezcla poderosa de constancia, claridad de propósito, autenticidad y visión a largo plazo”.
Fiona no solo se destacó por sus calificaciones, sino por la coherencia de su historia y su capacidad de comunicar quién es, qué busca y cómo desea impactar desde su formación académica.
PREPARADA. El camino hacia las admisiones no fue sencillo. Recuerda que el proceso de preparación y aplicación a las universidades ‘‘fue uno de los desafíos más intensos y transformadores de mi vida”. Redactó ensayos personales, pasó entrevistas y completó extensos formularios, todo mientras profundizaba en una reflexión personal sobre su identidad, sus valores y sus sueños. “Cada ensayo, cada entrevista fue una oportunidad para mirar hacia adentro y proyectar mis sueños hacia afuera”.
Pero Fiona no estuvo sola. Reconoce que llegó hasta aquí gracias al acompañamiento de personas claves. “Mis padres fueron y son mi mayor inspiración: con su ejemplo me enseñaron el valor del esfuerzo, la humildad y la fe en uno mismo. Mi abueli, con su ternura incondicional y su sabiduría sencilla, también fue un pilar enorme. Además, conté con el apoyo invaluable de mi tío, que estudió en Harvard y fue una luz guía en este proceso”.
Justamente, esa conexión familiar influyó también en su elección final de estudiar en Harvard. “Elegí Harvard porque representa exactamente el tipo de formación que siempre soñé: una educación de excelencia, exigente, transformadora y profundamente conectada con el mundo real”, dice.
Para esta joven brillante, el prestigio de su Escuela de Negocios, el enfoque en liderazgo con propósito y el impacto social de sus egresados fueron determinantes. “Sentí que Harvard era el lugar donde no solo podía formarme con excelencia, sino también crecer como persona y futura líder”.
DETERMINANTE
Una experiencia clave en su desarrollo fue el año que vivió en el extranjero, cursando estudios secundarios en otro país. Vivir lejos de su casa, adaptarse a una cultura distinta, convivir con personas de realidades muy diferentes a la suya, la ‘‘sacudió en el mejor sentido”.
Esta vivencia amplió su mirada del mundo, reforzó su vocación global y la convenció de que necesitaba seguir formándose en entornos que la desafíen constantemente.
Más allá de los títulos que pueda obtener, Fiona tiene un fuerte compromiso con el desarrollo del Paraguay. Uno de sus mayores anhelos es contribuir activamente, especialmente en la ‘‘creación de oportunidades reales para jóvenes con talento pero sin acceso”, afirma.
Actualmente está trabajando en un proyecto propio que busca acompañar a estudiantes paraguayos en el proceso de descubrir sus vocaciones, prepararse para postular a universidades y creer en su potencial. “Siento que es solo el comienzo de algo más grande”, anticipa.
Afirma que una de las principales barreras que enfrentan los jóvenes paraguayos es el acceso desigual a una educación de calidad y a recursos que realmente potencien sus habilidades.
También remarca la necesidad de fortalecer la orientación vocacional, enseñar inglés desde edades tempranas y promover metodologías que desarrollen pensamiento crítico, liderazgo y creatividad. “Estoy convencida de que si logramos derribar estas barreras, Paraguay se llenará de historias de éxito y de jóvenes capaces de transformar su realidad y la de su país.
Por eso, Fiona da un mensaje para todos aquellos jóvenes que sueñan con seguir un camino parecido, buscando formarse en el exterior.
“Lo primero y más importante es confiar en sí mismo y en la capacidad para lograrlo. El camino puede parecer difícil al principio, pero existen muchísimos recursos, becas y oportunidades esperando a quienes se animan a buscarlos’’.
En este sentido, destaca que no es necesario tener todo claro desde el comienzo; lo fundamental es tener un sueño, definir una meta y ser perseverante. ‘‘Rendirse no es una opción cuando uno sueña en grande”, concluye la universitaria.