07 ago. 2025

Un informe presidencial que no ha logrado convencer

Cada año, el presidente de la República debe rendir cuentas de su gestión al Congreso Nacional al inicio del período parlamentario, conforme a una disposición constitucional. Esta obligación está establecida en el artículo 238, inciso 8, de la Constitución Nacional. Sin embargo, con el paso del tiempo, este rito –tan importante para la democracia– ha ido perdiendo significado, y se ha transformado en una exposición extensa y monótona que pocas veces refleja la verdadera realidad que viven los paraguayos.

El disenso y la aceptación de las críticas son fundamentales en una democracia. Cualquier otro modelo de relación en una sociedad, que no admita la diversidad de pensamiento y opiniones, es autoritarismo.

El discurso presidencial, donde resume su informe de gestión, estuvo cargado –como pocas veces– de la mención de la palabra “democracia”. Llamativamente, mientras el presidente iniciaba su informe postulando que se estaba cumpliendo “un ritual sagrado para nuestra práctica constitucional”, y que como presidente de la República, electo por el voto popular de todos los paraguayos, viene a rendir en forma pública, abierta y transparente su informe de gestión al Congreso Nacional, que es la caja de resonancia de la democracia..., en ese mismo momento, los integrantes del Sindicato Nacional de Médicos, que intentaron llegar hasta frente al Congreso Nacional para expresar sus reclamos, no lo pudieron hacer porque la Policía Nacional les impidió el paso.

Por un lado se proclama una rendición de cuentas pública, abierta y transparente, pero no se permite una protesta social, y de paso se envía un cáustico mensaje a la prensa. Parece oportuno recordar la frase del escritor británico George Orwell, quien decía que periodismo es publicar algo que nadie quiere que se publique. “Todo lo demás son relaciones públicas”.

En su segundo informe al Congreso Nacional, el presidente, como se dice en el ámbito futbolístico, entró “con los tapones de punta”.

Recordemos que el primer informe de gestión de Santiago Peña ante el Congreso, el año pasado, había estado marcado por las críticas directas a su predecesor, Mario Abdo Benítez, describiéndolo como responsable de un gobierno catastrófico que dejó deudas y corrupción, olvidando, eso sí, mencionar que Abdo pertenece a su mismo partido, el mismo que viene gobernando el Paraguay los últimos 70 años, casi ininterrumpidamente.

Este 1 de julio de 2025, Peña anunció que en los próximos días se presentará la Ley de Transformación del Transporte Público; también anunció haber enviado al Congreso Nacional un proyecto de ley que declara como feriado a la jura de la Constitución Nacional de 1992, todo 22 de junio. “Es la fecha en que dijimos que queríamos una democracia republicana, un pluralismo que respete las diferencias, que se funde en la soberanía popular”, argumentó. Y aunque admitió que probablemente “falta muchísimo, diría yo”, agregó que se debe seguir luchando para profundizar la democracia, y evitar “a esos gemelos del mal”, el populismo y la izquierda trasnochada.

En su informe, el presidente mencionó el tema seguridad: Cero incautaciones de cocaína de Paraguay en puertos europeos, incorporación de policías y equipos, además de los nuevos aviones Super Tucano. En lo social, becas y construcción de escuelas, remodelación y renovación del Colegio Técnico Nacional y del Nacional de la Capital, construcción de la Universidad Politécnica Paraguay-Taiwán; así también mencionó la próxima apertura del Hospital General de Itapúa, del centro nacional de diagnóstico en San Lorenzo, infraestructura para el Incan, y proyectos de hospitales en Concepción, Curuguaty y Chaco.

Por otra parte, Peña recordó la calificación de la calificadora Moody’s, el aumento del Presupuesto General; reducción de la inflación, reivindicó su política exterior, la reducción de la pobreza, Hambre Cero, viviendas sociales, entre otros.

El informe no convenció, pero llama la atención el tono del presidente. Ante todo, las autoridades no deben olvidar que en democracia la prensa es contralor; en democracia, se gobierna con las minorías. Si no fuera así, no sería democracia.

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