20 sept. 2024

¿Un aparente heredero político de Donald Trump?

El ex presidente estadounidense parece haber tomado una decisión que permita a su movimiento político dentro del Partido Republicano trascender más allá de un eventual segundo periodo de Gobierno.

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Donald Trump presentó a su candidato a la vicepresidencia, James David Vance, más conocido como JD Vance, el aparente heredero del ex presidente.


Jorge Daniel Codas Thompson

Durante la Convención Nacional Republicana, el evento que nomina oficialmente al candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump presentó a su candidato a la vicepresidencia, James David Vance, más conocido como JD Vance se dirigió a la convención no solo como el candidato a vicepresidente del partido, sino como el aparente heredero de Trump. Dentro del salón de convenciones, gran parte de los asistentes republicanos cerraron filas de inmediato alrededor de Vance como su nuevo candidato a vicepresidente y su potencial rol en el futuro de su partido.
Al elegir a un senador de 39 años del Medio Oeste en su primer mandato en lugar de a posibles cadidatos más experimentados y con vínculos partidistas más arraigados, Trump parece enfocarse en el futuro de su movimiento político más allá de su eventual segundo mandato. Ya la campaña del ex presidente había manifestado que estaba en búsqueda de un líder promisorio que pudiera ser un gran presidente por ocho años después del segundo mandato de Trump. Esta elección de un candidato joven recuerda a la que hizo Dwight Eisenhower al seleccionar a Richard Nixon como su candidato a vicepresidente, teniendo Nixon también 39 años, comenzando así una influyente carrera política que duraría casi un cuarto de siglo y lo llevaría dos veces a la presidencia. En particular, la comparación con Nixon evoca las ventajas de un inicio político tan temprano como vicepresidente y lo que representa en términos de la experiencia adquirida antes de llegar a la presidencia.

Trump sale de la convención en Milwaukee más fuerte de lo que parecía posible hace solo unos meses. Las encuestas parecen adelantar un triunfo republicano en las carreras hacia la presidencia y ambas cámaras del Congreso, los casos criminales en los que está procesado ya no comportan una amenaza inminente y su dominio sobre su partido político parece ser absoluto. Nadie más que Trump ha demostrado que puede mantener unida a la coalición disímil de votantes que actualmente conforman la base del partido, varios de los cuales nunca habían votado antes de que Trump entrara a la política. Solo él ha logrado mantener un equilibrio entre los sectores religiosos y los grupos proempresariales, simultáneamente atrayendo a un segmento de votantes latinos, personas de la raza negra y miembros de los sindicatos laborales para que voten por él y por el Partido Republicano en las elecciones legislativas.

Trump no es generalmente visto como alguien con una visión y planificación de largo plazo. Sin embargo, su reciente condena en un caso criminal y el atentado contra su vida podrían haber cambiado su percepción de las implicancias de la elección presidencial de noviembre, y de la necesidad de ir más allá de la victoria y de dejar un legado político. En este sentido, la elección de Vance ofrece un panorama de cómo analiza Trump el futuro de su partido y, sobre todo, de su movimiento político. Si la dupla Trump-Vance triunfa en las elecciones, es muy posible que este último sea el candidato promovido por Trump para las elecciones presidenciales de 2028. Si bien es seguro que otros candidatos le presentarán batalla en las primarias, Vance se convertiría en el custodio del movimiento populista y nacionalista de Trump.

Vance, que alguna vez se describió a sí mismo como “el tipo de Nunca Trump (Never Trump guy)”, debe su conversión al movimiento político de Trump al hijo mayor de este último, quien lo contactó con influyentes republicanos del entorno de su padre, a quien eventualmente lo presentó. Como senador, Vance captó rápidamente la atención de referentes del movimiento populista de Trump. Vance ha capitalizado su habilidad para defender públicamente las políticas promovidas por Trump, y las ha hecho suyas.

Hasta la aparición de Trump, el Partido Republicano estaba dominado por las ideas del presidente Ronald Reagan, que abogaba por el libre comercio internacional, una política exterior que promoviera los valores de la libertad, la democracia y el libre mercado, a la vez que confrontaba con los sindicatos laborales. El movimiento de Trump es nacionalista, proteccionista en el comercio internacional y aislacionista en su política exterior. Vance se abanderó con estas ideas, añadiendo además un fuerte sesgo en favor de las clases trabajadoras, inspirado por sus propias experiencias al provenir de una región del Cinturón del Óxido (“Rust belt”, áreas de los Estados Unidos que han experimentado una marcada desindustrialización en las últimas décadas). El candidato a vicepresidente no apoya la ayuda militar a Ucrania y ha manifestado su acuerdo con la opinión de Trump de que tanto Corea del Sur como Taiwán deben pagar por la protección militar de los Estados Unidos. De hecho, Vance se opuso al proyecto de ley suplementario de seguridad nacional que proporcionó ayuda militar a Israel, Ucrania, y Taiwán. Sin embargo, dejó en claro que sí apoya decididamente al Estado de Israel, sobre todo, en su actual guerra contra Hamás.

Respecto a las políticas laborales en su país, Vance promueve acciones claramente a favor de las clases trabajadoras, abogando por un salario mínimo federal de USD 20 por hora, en contraste con los USD 7.25 actuales, posición que le ha valido aliados incluso entre senadores del Partido Demócrata. Asimismo, el ahora candidato a vicepresidente sostiene una postura muy firme en contra de la inmigración, sosteniendo que la misma ha provocado que los Estados Unidos sean menos seguros y menos prósperos.

Otro aspecto en el que Vance rompe por completo con el ala neoconservadora de su partido es el de las grandes empresas a las cuales reprocha haber llevado un importante porcentaje de sus cadenas de producción al extranjero. Asimismo, se encuentra en la misma posición que la senadora demócrata Elizabeth Warren sobre la necesidad de imponer más control y regulaciones al mercado de valores norteamericano. Vance también coincide con la senadora Warren y con la presidenta de la Comisión Federal de Comercio, Lina Khan, sobre lo que perciben como la necesidad de actualizar la Ley Antimonopolio del país. Dicha actualización tiene como objetivo evitar que las grandes compañías tecnológicas encuentren resquicios que le permitan sofocar a las empresas competidoras más pequeñas y logren conservar un gran poder de imposición de precios en el mercado.

Más allá de sus posiciones políticas, Vance tiene una historia personal inspiradora: Creció en condiciones materiales modestas, es hijo de un adicta a la heroína, criado por sus abuelos en el cinturón industrial de Ohio, asolado por la pobreza, y se enlistó en el Cuerpo de Marines luego de los atentados del 11 de setiembre de 2001. Al salir de su actividad militar, tuvo un gran desempeño como estudiante de la Universidad Estatal de Ohio y fue admitido a la prestigiosa Facultad de Derecho de la Universidad de Yale. Al graduarse de abogado, comenzó una distinguida carrera como capitalista de riesgo, hasta renunciar para candidatarse exitosamente como senador federal por su estado natal. Vance plasmó sus experiencias en un libro que se convirtió en un bestseller, “Hillbilly, una elegía rural”, y que fue llevado a la pantalla por Netflix.

Trump parece valorar la evolución de Vance de oponente a incondicional. Vance tiene el celo de un converso a Trump y al trumpismo y es poco probable que utilice la residencia vicepresidencial como base de operaciones para los republicanos con ideas opuestas a las de Trump, como sucedió con el vicepresidente de Trump en el periodo 2016-2020, Mike Pence. Vance defiende la conducta de Trump después de las elecciones de 2020 y ha tomado a los enemigos de Trump como propios.

Sin embargo, el atractivo de Vance como candidato no está del todo claro. Ohio es un estado que se ha posicionado como firmemente republicano en las últimas elecciones, cuando Trump ha triunfado sobre su rival demócrata por ocho puntos porcentuales en las elecciones de 2016 y 2020, por lo que no se comprende cuál sería el aporte de Vance en su propio estado. Más aún, las encuestas le dan una clara ventaja a Trump sobre Biden en otros estados del Cinturón del Óxido, en particular Pensilvania, Michigan y Wisconsin, restándole brillo al potencial de Vance en estados con problemas similares a los de su Ohio natal.

Además, Vance es un recién llegado a la política. Lleva solamente dos años como senador. Queda por ver si puede ganar valiosas experiencias como vicepresidente, tal como lo hizo Nixon, o si termina pareciéndose más a la actual vicepresidenta, Kamala Harris, quien también entró al cargo con muy poca experiencia política, y no ha brillado en su rol.

En síntesis, Vance exhibe un notable potencial como líder político, con opiniones políticas similares a las de Trump, pero entrará a ocupar un puesto que, en la práctica, no tiene mucha trascendencia, más allá de dirigir las sesiones del Senado. Si Vance desarrollara posiciones distintas a las de Trump en determinadas políticas públicas, es poco probable que encuentre receptividad en su líder, tal como lo puede atestiguar el ex vicepresidente de Trump, Mike Pence. Fiel a su estilo, Trump podrá tener a Vance como su favorito hasta que alguna opinión disidente de su joven vicepresidente le haga cambiar de parecer, lo que provocaría que el presidente lo envíe al ostracismo.

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