“Ni arrepentimiento, ni humildad“, resumía ayer el analista Yossi Verter en el diario Haaretz, la actitud con la que Netanyahu se enfrentó al anuncio del fiscal general del Estado, Avijai Mandlebit (que él mismo nombró), que le acusará de fraude, cohecho y abuso de la confianza.
Netanyahu dejó claro que dará la batalla y piensa pelear hasta el final. Su acusación llega en un momento de bloqueo político en la que Netanyahu no logró formar ejecutivo, tras dos comicios en seis meses.
No logró apoyos suficientes para ello, ni alcanzó un pacto para repartirse el poder con su principal rival, el líder de la formación centrista Azul y Blanco, Beny Gantz, que le ganó en escaños y al que pretendió imponerle sus socios políticos. Netanyahu, según el analista Chemi Shalev, se defendió acusando a la Justicia y la Policía de “corrupción inherente” y de conspirar contra él. EFE