Presidente Franco despertó temprano este miércoles, con aroma a carbón, maíz y porotos. Desde las cinco de la mañana, en el comedor del Mercado Municipal, las ollas comenzaron a burbujear lentamente, custodiadas por manos expertas que avivaban el fuego como si guardaran un secreto ancestral en el marco de la quinta edición del Festival del Jopara.
Se trata de una fiesta que combina gastronomía, música y tradición popular para recibir octubre sin miedo al mítico Karai Octubre, ese duende guaraní que visita los hogares para verificar si hay abundancia o miseria.
El calor del carbón contrastaba con la fresca mañana, mientras la ciudad empezaba a latir al ritmo de la música paraguaya. En el mercado, las cocineras se movían como coreógrafas de un ballet invisible, revolviendo ollas, cortando verduras, preparando queso Paraguay y cuidando de que cada grano de maíz se ablande en el tiempo justo. La cocción del jopara lleva entre cuatro y cinco horas, y cada movimiento cargaba paciencia y devoción.
La historia de este festival no nació con la grandilocuencia de hoy. Según recuerda Rosita Medina, una de las organizadoras, todo comenzó cuando la entonces intendenta –hoy concejala departamental– Julia Ferreira propuso rescatar la tradición del jopara como emblema de identidad. “Empezamos chiquito, con apenas tres o cuatro músicos y un equipo reducido. Hoy ya tenemos más de diez músicos en escena y toda la comunidad se suma. El mercado entero vibra con esta fiesta”, cuenta con orgullo.
Lo que empezó como una reunión sencilla hoy se ha convertido en un ritual colectivo. El festival no solo reúne a quienes cocinan o consumen el plato, sino también a los vendedores de verduras, ropa y productos del mercado que encuentran en esta fecha una jornada especial para fortalecer la economía local.
Este año, la celebración tuvo un ingrediente adicional con la participación del personal de blanco del Hospital Distrital de Presidente Franco, que ofreció charlas de concienciación sobre la prevención del cáncer de mama y otras enfermedades. Entre músicas, danzas y el humo de las ollas, la salud también encontró su espacio en el festival.
A PULMÓN
“Esto no se hace de la nada. Todo tiene un costo y lo hacemos con recursos propios. A veces, algún concejal aporta, otras veces lo hacemos a pulmón, pero lo importante es que cada año vamos creciendo. Queremos que esta tradición se mantenga viva y que las nuevas generaciones se apropien de ella”, remarcó Medina al rescatar el apoyo municipal al proyecto.
La jornada estuvo atravesada por la fuerza de la mitología guaraní. Cada 1 de octubre, el pueblo recuerda al Karai Octubre, esa figura de rostro adusto que desciende del monte para revisar si las familias fueron previsoras durante el año. Su visita, dice la leyenda, puede traer sequía y miseria a quienes no tienen provisiones, pero también bendiciones a quienes han sido trabajadores y cuidadosos.
Para ahuyentarlo, la tradición manda preparar el jopara, un guiso de maíz, porotos, verduras y queso Paraguay, que se comparte en familia y comunidad. La mezcla –tal como lo indica su nombre en guaraní– simboliza la abundancia y la unión. Y, como dicta el ritual, se asegura la provisión hasta la próxima cosecha.
En algunos hogares, la costumbre aún incluye golpear con un látigo los rincones de la casa, como gesto simbólico para expulsar la escasez. En Presidente Franco, sin embargo, la música, la comida y la risa colectiva cumplen esa función mágica: despedir al miedo y celebrar la abundancia.
EL FESTIVAL
La quinta edición del Festival del Jopara en Presidente Franco no solo fue una fiesta gastronómica, sino también una reafirmación cultural. Entre la algarabía de las guitarras, las arpas y las voces que entonaban polcas paraguayas, las ollas rebosaban como símbolo de resistencia y esperanza.
El evento ha demostrado que con esfuerzo comunitario se puede convertir una tradición en patrimonio. La meta es que cada año el festival crezca más, que se sume más gente y que el jopara siga siendo la receta para espantar la miseria y convocar la abundancia. En Presidente Franco, el 1 de octubre, el Karai Octubre no tuvo lugar. La música lo acalló, el humo del carbón lo ahuyentó y el sabor del jopara le cerró las puertas.