09 ago. 2025

Trabajo digno y calidad de vida son deudas pendientes

El trabajo y la calidad del trabajo de cada persona están íntimamente relacionados con la productividad y la meta de lograr un desarrollo para el país. A nivel político, son frecuentes las promesas para conseguir votos en elecciones, pero hacer realidad aque-llas promesas no resulta sencillo, especialmente si no se asume con responsabilidad la formulación de políticas públicas que hagan posible este objetivo. El desafío, que convoca a varios sectores, es enorme: convertirnos en un país de oportunidades para todos, con justicia y dignidad.

Con frecuencia se escucha la expresión ”el trabajo dignifica”. A ella se debe agregar, sin embargo, una extensión muy necesaria y es que el salario digno también dignifica al trabajador, al igual que las condiciones que conforman su vida en la sociedad.
La realidad que enfrentamos en nuestro país nos habla de que el 85% de los ingresos de los hogares en Paraguay provienen del trabajo remunerado. Otros datos amplían el panorama: el 65% de los trabajadores son informales y alrededor del 70% ganan menos del salario mínimo.

El Estado prácticamente carece de una política pública para el trabajo, y la institución, cuya función es regular y controlar, presta escasos servicios al ciudadano. Carecen de un presupuesto acorde con sus funciones y la labor de fiscalizar el cumplimiento de las condiciones laborales es mínima. Esto se devela cada vez que en el país ocurre algún tipo de accidente laboral y entonces saltan las alarmas, pero nunca se avanza hacia la formulación de las necesarias políticas de protección.

Los trabajadores y trabajadoras no pueden tener calidad de vida si las condiciones de vida en el país no son las ideales.

Debe entenderse, pues, que la tremenda inseguridad en las calles afecta la calidad de vida; el narcotráfico —y su rostro cotidiano, el microtráfico— también la deteriora; el caos en el tránsito les roba horas de vida a los paraguayos, y la ausencia de un sistema de transporte eficiente socava el bienestar de los trabajadores.

Mención especial merece el Instituto de Previsión Social, entidad creada hace 82 años, para asistir en salud y ser la jubilación para miles de trabajadores y trabajadoras; desafortunadamente, el IPS —que se sostiene con el sacrificado aporte de obreros y empleadores— se ha convertido en un símbolo de la ineficiencia, un reducto para la corruptela que por malas administraciones se encuentra en una muy delicada situación financiera, apeligrando no solo la atención digna para los asegurados, sino también el futuro de los trabajadores que anhelan disfrutar de una tranquila jubilación.

Decíamos que el trabajo dignifica al trabajador, pero este no podrá nunca gozar de una vida con calidad si las autoridades no trabajan con más compromiso y responsabilidad para otorgar las necesarias condiciones básicas para el bienestar: seguridad, transporte, salud y educación.

Este 1 de mayo se conmemora en todo el mundo el Día Internacional del Trabajador, en una jornada que recuerda a los denominados Mártires de Chicago, un grupo de obreros ejecutados en el año 1886 por defender sus derechos, entre ellos la reducción de la jornada laboral a ocho horas, cuando lo usual era trabajar entre 12 y 16 horas. Más de cien años después, un informe de la OIT destaca que la informalidad laboral, las desigualdades de género y las dificultades que enfrentan los jóvenes para acceder a un empleo formal siguen siendo barreras cruciales para un mercado laboral más equitativo en América Latina y el Caribe.

En un día como el de hoy resulta muy oportuno recordar unas reflexiones del papa Francisco sobre el mundo del trabajo: “Pensar que Jesús mismo trabajó y que aprendió este arte propio de San José. Hoy debemos preguntarnos qué podemos hacer para recuperar el valor del trabajo, y qué contribución, como Iglesia, podemos dar para que este sea rescatado de la lógica del mero beneficio y pueda ser vivido como derecho y deber fundamental de la persona, que expresa e incrementa su dignidad”.

Igualmente volver a recalcar que no habrá posibilidad de mejorar la calidad de vida de los paraguayos o reducir la pobreza en Paraguay sin la generación de empleos y el mejoramiento de las condiciones de vida de todos.

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