Así lo expresó la hermana Gisela María Henao, de la Congregación de Religiosas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, durante el Tercer Encuentro Nacional de Adicciones que se realiza en Caacupé bajo el lema Caminemos juntos desde la fe, la esperanza y en sinodalidad.
“Desde el vamos se notó que este plan se hizo a las apuradas”, afirmó en una entrevista durante el desarrollo del encuentro. “Es una pena escuchar decir, fracasamos con el Plan Sumar. Pero a ninguna de estas organizaciones que ya vienen trabajando desde hace algunas más de 25 años, ni siquiera se les ha preguntado si la metodología que emprendieron les ha funcionado”, cuestionó.
El encuentro reúne a organizaciones de identidad católica de todo el país, con el objetivo de reflexionar, articular y fortalecer la labor de prevención, recuperación e inclusión social desde la Iglesia Católica.
Experiencias. Las actividades incluyen espacios de formación, oración, intercambio de experiencias, una noche de talentos y una peregrinación hasta el santuario de la Virgen de Caacupé, donde se celebrará la Eucaristía final con participación de sacerdotes y Monseñor Ricardo Valenzuela, obispo de Caacupé.
La hermana Gisela señaló que el crecimiento del consumo de drogas en Paraguay afecta especialmente a los sectores más vulnerables, como niños, adolescentes y jóvenes, y criticó la ausencia de apoyo del Estado. “No tenemos ningún tipo de apoyo, ni económico, ni formativo, ni de capacitación o de organización a nivel país”, lamentó.
En comparación con otros países de la región, la religiosa destacó los modelos de articulación entre Estado e Iglesia en Argentina, Brasil, México y Colombia. “Gracias al Celam (Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño) hemos tenido encuentros internacionales donde podemos enriquecernos con estas experiencias y soñar que algún día Paraguay pueda llegar a tener también esta lucidez’’.
La actividad cuenta con la presencia del padre Carlos Charly Oliveros, referente del Celam y fundador de los Hogares de Cristo en Argentina. El sacerdote compartió en el primer día su experiencia en trabajos comunitarios eclesiales con personas en situación de consumo problemático.
Además de sus críticas a la falta de políticas eficaces, la hermana Gisela destacó el rol clave de la Iglesia Católica en sostener, prácticamente sola, el acompañamiento a personas en situación de consumo problemático. “El voluntariado ha sido acá el potente elemento que nos ha permitido permanecer en el tiempo”, destacó.
Una pandemia. Además afirmó que la adicción es una pandemia porque está llegando descaradamente a todos los espacios, especialmente a los jóvenes, adolescentes y niños ‘‘porque son, por una parte, la población más vulnerable y, por otra, el negocio está instalado para que ellos duren más tiempo con el consumo”.
La hermana Gisela dirigió un mensaje a los jóvenes que sufren adicciones recordando que se tiene muchos espacios saludables de intercambio, de crecimiento, de escucha. ‘‘Siempre vamos a encontrar un plan B. No todo está perdido. Desde la iglesia católica tenemos esos espacios y organizaciones que ayudan con la prevención’’.