12 may. 2024

Subdesarrollo insostenible

Antonio Espinoza, socio del Club de Ejecutivos del Paraguay.

Hace tres años las Naciones Unidas establecieron, en un consenso unánime de sus miembros, los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), un conjunto de 17 metas de desarrollo que incluyen desde la eliminación de la pobreza hasta el combate al cambio climático, la calidad de la educación, la salud y el bienestar, la igualdad de la mujer, la reducción de las desigualdades, el trabajo decente y el crecimiento económico o el diseño de las ciudades. Todos los estados miembros, incluyendo el de Paraguay, se comprometieron a dedicar sus mejores esfuerzos al cumplimiento de estos objetivos para el año 2030.

El célebre economista norteamericano Jeffrey Sachs, conocido en nuestro país por sus aportes para esclarecer la situación de la deuda de Itaipú, lidera un equipo que realiza una evaluación anual del progreso realizado por los países para alcanzar los ODS. Para cada país, el avance es valorado con una calificación numérica y un semáforo que pasa de verde, para objetivos cumplidos, a amarillo, a naranja y a rojo, este último para objetivos aún muy lejos de ser logrados.

El reporte del año 2018 acaba de ser publicado, y es una valiosa guía para priorizar políticas públicas y dedicar recursos a aquellos programas con mayores perspectivas de impacto en el bienestar de la población. En este reporte, el Paraguay se encuentra a medio camino, en la posición 72 entre los 156 países evaluados.

No nos debe sorprender el hecho de que estemos en semáforo en rojo para el Objetivo 3: Salud y bienestar; el Objetivo 9: Industria, innovación y desarrollo; el Objetivo 10: Reducción de las desigualdades; el Objetivo 12: Producción y consumo responsables, y el Objetivo 16: Paz, justicia e instituciones sólidas. Por otro lado, llamativamente, estamos en verde, objetivo cumplido, para el Objetivo 1: Fin de la pobreza.

Disgregando los objetivos en sus indicadores componentes, encontramos que estamos especialmente débiles en número de artículos científicos y técnicos publicados, inversión del gobierno en investigación y desarrollo, calidad de la infraestructura, desigualdad de ingresos, tratamiento de aguas servidas, muertes en accidentes de tránsito, nacimientos en adolescentes, cobertura universal de salud, homicidios, eficiencia del gobierno y percepción de corrupción.

“¡Nada de esto es novedad!”, dirán algunos. “Todos sabemos que tenemos estas deficiencias”. Cierto, pero reconozcamos también que estos indicadores reflejan la manera como nos ve el mundo. Nuestro desarrollo futuro depende en gran medida de poder atraer inversiones de empresas de gran porte con capacidad de generar numerosos empleos de alta calidad. Para ello, tenemos grandes atractivos, como abundante agua potable, energía renovable y el bono demográfico de una población joven dispuesta a trabajar, pero en la toma de la decisión de las empresas sobre dónde invertir, estas falencias son argumentos disuasivos.

Al asumir un nuevo Gobierno y priorizar sus planes de acción, esperamos que sus integrantes comprendan que los Objetivos de Desarrollo Sostenible no solo son un compromiso que ha asumido el Paraguay con el mundo, sino también son una impostergable obligación que debe asumir cada gobierno con los habitantes de nuestro país.

Los indicadores en los cuales nos hemos aplazado son indicadores de evidente subdesarrollo, deudas pendientes con la sociedad que deben ser saldadas si hemos de movilizar las inversiones que dinamizarán nuestra economía, y evitar el desgaste y eventual quiebre del contrato social, y una ruptura de la convivencia armónica de la ciudadanía. Tenemos una población joven, conectada al mundo y con altas expectativas de un futuro superior y de una calidad de vida mejor. Para ellos, especialmente, la persistencia de estos indicadores de subdesarrollo es intolerable e insostenible.

El reporte se encuentra en https://www.sdgindex.org/reports/2018/

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