Se informó que la cocaína iba oculta en bolsas de azúcar, y con esta incautación se estaría estableciendo un nuevo y repulsivo récord, hasta ahora el mayor kilaje que se tenía de esta droga era de 3.416 kilos. Este cargamento tenía como destino el puerto de Amberes, Bélgica, y según Óscar Orué, director de Ingresos Tributarios, la operación Dulzura genera un perjuicio de más de USD 200 millones al narcotráfico.
Las autoridades están al tanto de quiénes son los exportadores con el objetivo de poder realizar la trazabilidad del producto, y determinar también en qué momento se produjo la contaminación de la carga original.
Estos hechos, aunque una incautación de tales proporciones puede ser vista como un hecho positivo, todavía suponen, sin embargo, que la droga ingresa impunemente al país.
Recordemos que un titular de la BBC anunciaba que Paraguay es el cuarto país con mayor criminalidad organizada en el mundo, y afirmaba que hemos llegado a esa deshonrosa posición debido a la corrupción estatal, nuestra posición geográfica estratégica, la narcopolítica y el contrabando de cigarrillos. De acuerdo con la investigación de Índice Global de Crimen Organizado, hace tres años estábamos en el 15 puesto del ranking, pero fuimos escalando hasta convertirnos en un centro de criminalidad y delincuencia organizada.
El reporte afirma que el crecimiento del crimen organizado en Paraguay obedece a varios factores: Nuestra situación geográfica, lo que equivale a las fronteras con grandes mercados como Argentina y Brasil, y la cercanía de grandes productores de cocaína como Bolivia o Perú. Otro factor es la influencia de la narcopolítica, y la corrupción generalizada, de la cual han advertido diversos organismos internacionales. Se menciona –asimismo– nuestra legislación favorable para la compraventa de armas; la triple frontera como uno de los principales corredores para el tráfico ilegal de cigarrillos que, a su vez, financia otras actividades criminales, y por último, nuestra debilidad institucional y la fragilidad del Estado.
Respecto a la fragilidad de nuestra institucionalidad, se debe admitir que, si bien es cierto que tenemos una Ley de Financiamiento Político, también se debe reconocer que esta normativa no es suficiente como se ha comprobado en la realidad. Deberíamos poder avanzar todavía más hacia el control y la trazabilidad del dinero sucio que, lamentablemente, sabemos ingresa a las campañas políticas. Es esta infiltración del dinero del narcotráfico lo que ha venido debilitando nuestras instituciones y es el principal riesgo para nuestra democracia.
Las autoridades se han mostrado muy satisfechas con la reciente incautación, y repiten que sería un verdadero récord; no obstante, deberían tener claro que lo que este cargamento de más de 4.000 kilos de cocaína representa es una mancha, y a la vez una prueba de los frágiles controles en nuestras fronteras. Hay mucho trabajo por hacer para evitar la expansión del narcotráfico en nuestro país.