Ya a principios del mes de octubre los medios de comunicación informaban de las previsiones respecto a que el clima presentaría condiciones atípicas durante octubre, noviembre y diciembre; se advertía así de la probabilidad del 100% del fenómeno El Niño en Paraguay en estos últimos tres meses de este 2023.
La Dirección de Meteorología e Hidrología emitió un boletín en el que predecía la probabilidad de ciertas condiciones atípicas, frecuentes, persistentes o intensas. El informe explicaba que para el inicio de la fase de El Niño se presentaría previamente un patrón climático llamado El Niño, Oscilación del Sur, conocido como ENSO, el cual ocurre cuando hay anomalías en la temperatura superficial del mar. Decía Meteorología que el estudio anunciaba probabilidades más altas de lluvia atípica para San Pedro, Canindeyú, Alto Paraná, Ñeembucú, Misiones, Caazapá e Itapúa.
Esta condición no solamente se ha confirmado plenamente en el último mes, sino que además es una condición que está generando fuertes lluvias, inundaciones y crecidas de ríos en Argentina, Uruguay y Brasil y ya ha causado muertos, desaparecidos y miles de evacuados. Las predicciones señalan que incluso se podría extender a los primeros meses de 2024.
Esta situación está generando una verdadera crisis. Las recientes tormentas han dejado destrucción a su paso, especialmente brutal fue la acción de dos tornados, uno en San Pedro y otro en Cordillera. En Central, en la ciudad de Lambaré la fuerza de los raudales arrastró a dos jóvenes, uno de ellos de hecho sigue desaparecido. Pero antes de estos hechos el río Paraná comenzó a aumentar súbitamente el caudal y mantiene inundadas numerosas comunidades.
En el caso de los tornados, que además son bastante inusuales en nuestro país, son difícilmente predecibles. Sin embargo, en el caso de los raudales que ya costaron vidas, estos sí efectivamente tienen solución.
Ante las condiciones que estamos experimentando, resalta la escasa capacidad de reacción de nuestras autoridades, así como la ineficiencia y la tremenda improvisación e imprevisión. Claro ejemplo de ello es que la Municipalidad recicló viejos postes de semáforos y los instaló como vallas de seguridad en la zona que desemboca en un arroyo, donde los dos militares fueron arrastrados por la corriente del raudal. Resulta evidente que dichas barreras no serán suficientes para contener la fuerza de arrastre del raudal.
Las personas y las comunidades, tras vivir el trauma y después de perder sus pertenencias, deben experimentar además el abandono por parte de sus autoridades. De hecho que tras los últimos temporales e inundaciones, el titular de la Secretaría de Emergencia Nacional, Arsenio Zárate, había confirmado que no cuentan con recursos para asistir a los afectados por las inundaciones ni para próximos destrozos naturales y que dependen de las donaciones de las entidades binacionales, así como también de algunos ministerios, como el Ministerio de Defensa Nacional a través de las Fuerzas Armadas que apoyan con su logística, vehículos y recursos humanos, para poder asistirles a las personas afectadas por los efectos de la naturaleza”.
Otras instituciones que tampoco están a la altura de la situación son las municipalidades y las gobernaciones. Estas son las más cercanas a la población y deberían conocer bien las necesidades de las ciudades y de sus habitantes. Lamentablemente ellas también le están fallando a la ciudadanía.
La población tiene derecho a reclamar que sus autoridades se ocupen de los problemas de manera eficiente y sobre todo trabajen por su bienestar.