El reciente fallecimiento de un jugador de rugby argentino, cuya causa fue un traumatismo craneoencefálico (TCE) cerrado –es decir, un golpe en la cabeza, según los resultados de la autopsia–, encendió el debate sobre los riesgos de los deportes de contacto.
Al respecto, la directora del Centro de Ciencias Aplicadas al Deporte del Comité Olímpico Paraguayo (COP), Antonella Felippo –que tiene un doctorado en Medicina Deportiva–, explicó que, si bien estas disciplinas implican ciertos peligros, los episodios graves son “muy aislados” y no justifican una condena general a esta categoría deportiva.
Los deportes –explicó– se clasifican de alto riesgo, de riesgo moderado y de riesgo bajo.
Aquellos deportes de contacto, como el boxeo, fútbol, rugby, taekwondo y hóckey, elevan el riesgo de sufrir algún golpe o lesión. Luego, están aquellos que pueden tener contacto, pero son de menor riesgo como gimnasia, los deportes acuáticos y otros.
“Si hablamos de riesgos, existen varias clasificaciones. Y sabemos que uno sale a caminar en la calle con cierto riesgo. Entonces, los deportes también tienen sus riesgos acordes con las distintas clasificaciones”, comentó.
Los riesgos en los deportes de contacto se clasifican de la siguiente manera: según el contacto que tienen, según la velocidad a la que se desplazan los jugadores o por el riesgo de lesión.
“Todo deporte de contacto eleva un poquito el riesgo porque uno no está 100% en control de lo que le puede pasar”, refirió.
FACTORES DE RIESGO. Añadió que existen factores que se pueden controlar y factores que no se pueden controlar.
Los factores controlables son aquellos como las condiciones del terreno de juego, las evaluaciones médicas, evaluaciones preparticipativas de los atletas y la indumentaria. Los que no se pueden controlar son aquellos factores climáticos, como por ejemplo, las alertas meteorológicas.
“No se controlan, pero se pueden evaluar y evitar como lo hace el fútbol cuando se presentan alertas meteorológicas, se suspenden las prácticas, o cuando hay un calor muy elevado en combinación con la humedad, se evita exponerles a los jugadores a esas a esas condiciones”, señaló.
Además, manifestó que hay factores de riesgo que están completamente fuera del control, como los impactos que no estaban preparados, movimientos corporales que son fuera del eje de uno o fuera del control de preparación de uno y predisposiciones físicas que pueden tener las personas que no son medibles, como la fragilidad de un tendón o un ligamento.
“Entonces, existen muchos factores que son extrínsecos y factores intrínsecos que no podemos controlar”, explicó.
Sobre el caso del rugbista, sostiene que “es un poco difícil clasificar estas situaciones cuando ocurren sin una evidencia muy clara”.
Explicó que en estos casos se analiza “todo lo filmado a nivel profesional para poder ver en qué momento por ahí puede tener un contacto el atleta”. Sin embargo, señaló que “quedan situaciones donde uno se pregunta: ¿Fue realmente lo que ocurrió? O había algo que le predisponía a esto”.
Los episodios fatales, insistió, “son casos mínimos, muy aislados. Por esa razón, llaman tanto la atención y los utilizamos para aprender y para generar nuevos niveles de investigación”.
En cuanto a la cobertura médica, indicó que “cada deporte tiene sus reglas” y que varían “según el nivel de competencia”.
Algunos requieren que haya un médico en campo en todo momento, otros un profesional de la salud capacitado en resucitación cardiopulmonar y uso de desfibrilador, o la presencia de una ambulancia, que puede ser de traslado básico o de avanzada.