18 dic. 2025

Retomar el colegio a los 70 años le salva de la ansiedad y la depresión

Una mujer septuagenaria de Santa Rosa, Misiones, encarna el viejo adagio popular del ‘nunca es tarde’. Casada hace medio siglo y tras tener 12 hijos, encontró una nueva forma de vida volviendo a estudiar.

Francisca Gómez, de 71 años.jpg

Francisca Gómez.

Vanessa Rodríguez
MISIONES

Francisca Gómez, de 71 años, puso en práctica la máxima que habla de que “nunca es tarde” para emprender algo.
Lleva casada hace 50 años y en todo ese tiempo tuvo 12 hijos.

Ella es modista y junto a su marido, Fermín Caballero (73), le dio a sus proles todas las herramientas necesarias para que se desenvuelvan en la vida.

Varios de ellos, según cuenta, incluso fueron a buscar mejor rumbo al exterior. Mientras revuelve la olla, donde cuece la grasa que recoge de un matadero –con su esposo Fermín- para convertirlo en sebo.

28753634

Retomar el colegio a los 70 años le salvó de la ansiedad y la depresión7Retomar el colegio a los 70 años le salvó de la ansiedad y la depresión7Retomar el colegio a los 70 años le salvó de la ansiedad y la depresión7Retomar el colegio a los 70 años le salvó de la ansiedad y la depresión7

Cuenta –entre paréntesis– que últimamente se dedican a ese rubro con su hija Ramona, quien se encarga de venderlos en el mercado de Santa Rosa y otras localidades de Misiones.

El año pasado se animó a retomar el estudio, ya que hizo solamente hasta el sexto grado “por falta de oportunidades para continuar” –dice–, así como muchos de su generación.

De lunes a viernes va con su cuaderno espiral, apretado al pecho al Centro Educativo para Jóvenes y Adultos 8–5 de Santa Rosa. Allí, rodeada de sus compañeras y compañeros, más jóvenes que ella por supuesto, siente la brisa de la esperanza y la juventud que la despista de las preocupaciones y de la ausencia de sus hijos.

28753444.jfif

Sentido. A Francisca (i) estudiar y estar junto a sus compañeras de aula le llena de vitalidad.

Es que Francisca tiene varios de ellos en Argentina, donde hace un tiempo la cosa no está nada bien. Es así que estudiar le sirve de terapia y la libra de caer en la depresión y la ansiedad, e incluso la añoranza por sus hijos que están lejos de su terruño.

“Mediante que vengo a la institución hago pasar muchos problemas, nervios y preocupaciones porque muchos de mis hijos están en la Argentina. Y siempre en la casa hay muchas situaciones y esto también me sirve de distracción, salvándome así de la depresión y la ansiedad. Porque cuando se llega a esta edad, uno está más cansado y ve la vida con otros ojos y lo más importante es nuestra familia y el amor de nuestros seres queridos”, comparte.

28753527.jpeg

Ejemplo. Siendo la más grande del grupo, salió mejor alumna.

Actualmente, está en el octavo grado. Como forma parte hace 15 años de la Asociación de Productores Agropecuarios (APA), refiere sintió la necesidad de aprender más cuestiones de la actualidad y por eso se inscribió al colegio el año pasado. “Incluso salí mejor alumna, me esfuerzo mucho, a veces me cuesta, pero me apoya mi esposo, mi familia y sigo adelante”, expresa al suscribir que es la mayor de su grado.

Francisca anima a sus congéneres de la tercera edad a no rendirse, ponerse metas y seguir buscando nuevas oportunidades, porque sentirse útil les da más vida.

“Venir al colegio, hacer tareas con mis compañeros y compañeras es algo diferente y este contacto con la gente, aparte de la formación que recibo, me da vida. Estoy feliz, agradecida, y le digo a las personas de la tercera edad que no se rindan, que no se entreguen; que busquen algo que a hacer en la medida de sus posibilidades”, exclama.

Más contenido de esta sección
“Encarnación vive el verano” así presentó la Perla del Sur su temporada de arena, sol, playa y bullicio. Este sábado 20 tendrá lugar el evento “Navidad Junto al Paraná”, para reunir a las familias en una experiencia artística única.
Los pobladores, con ayuda de la policía local, demostraron una vez más que la unión hace la fuerza y hoy pueden transitar por las calles que fueron arrasadas por los raudales.
Las selfies y fotos en familia, que eternizan el instante frente a los ornamentos y festival de luces, se multiplican junto al murmullo de la gente que se vuelca a las calles de la ciudad al caer la tarde.