CIUDAD DEL ESTE
Las primeras luces de la tarde apenas comienzan a encenderse cuando los vecinos ya avanzan por los senderos que conducen al Lago de la República. Se trata de una escena que se repite todos los días. El aire cálido de diciembre se mezcla con el murmullo de familias que llegan con cámaras, teléfonos y una intención clara. Guardar para siempre el recuerdo de una Navidad que cada año crece en creatividad y encanto. Se escuchan risas, conversaciones fugaces y el clic constante de los celulares mientras todos posan frente a los adornos que se han convertido en emblemas del cierre de año en Ciudad del Este. Las selfies se multiplican tanto como el cuchicheo de la gente que pasea. Las fotografías en grupo tampoco faltan. Nadie se va sin antes tomar una imagen que capture la magia del paseo.
La Navidad del Este 2025 vuelve a transformar la ciudad en un escenario lleno de color y brillo. Lo que surgió tiempo atrás como una propuesta para revitalizar los espacios públicos, hoy es una fiesta comunitaria que atrae a miles de visitantes. Las familias se entremezclan con turistas que descubren sorprendidos el carácter festivo de esta ciudad fronteriza, donde las tradiciones conviven con la innovación y el ingenio artesanal.
Apenas llegan al acceso del estacionamiento del Anfiteatro del Lago, los visitantes se encuentran con un imponente túnel de luz del famoso yacaré del lago. Un poco más al costado está un árbol de Navidad de 18 metros, al lado de una estrella gigante que cubre una gran imagen de la Sagrada Familia de 27 m de ancho y 17 m de alto. La estructura, hecha con materiales reciclados, crea un efecto envolvente que invita a detenerse y mirar hacia arriba. La gente avanza muy despacio para poder grabar videos mientras camina. Los niños levantan los brazos como si quisieran atrapar las luces que caen sobre sus cabezas.
RECICLADO. Una vez traspasado el túnel, el recorrido se despliega en distintas estaciones que resaltan la creatividad de quienes trabajaron durante meses para dar forma a esta celebración. Mucho de lo que se observa nació del reciclaje. La mayoría de las figuras fueron elaboradas a partir de botellas plásticas y materiales reutilizados. Los tradicionales roncadores de motocicletas, cuyo uso está prohibido en la ciudad, también fueron reconvertidos en adornos luminosos que ahora cumplen un propósito completamente distinto como árboles de navidad. La Navidad del Este abraza la sustentabilidad sin sacrificar belleza ni impacto visual. Cada instalación transmite la idea de que es posible crear sin generar desperdicios.
Al avanzar hacia el fondo del predio, cerca del espejo de agua, una figura llama la atención de los niños. Se trata de un enorme yacaré construido con cubiertas recicladas, una pieza tan ingeniosa como simpática que se ha convertido en uno de los puntos favoritos para fotografiarse. Los pequeños se acercan con una mezcla de fascinación y risa nerviosa, mientras los padres los animan a posar con el gigantesco reptil. El diseño es tan realista que algunos visitantes confiesan haberse llevado un pequeño susto la primera vez que lo vieron entre sombras y luces.
Un poco más adelante, un muelle decorado se adentra en el lago. Las luces que lo bordean se reflejan en el agua y crean una imagen casi poética. Las familias caminan hasta el final para contemplar el atardecer. Muchos esperan con paciencia la posible aparición de los yacarés reales que habitan el lago. A veces asoman tímidamente entre los juncos y provocan un coro de exclamaciones. Otras veces prefieren mantenerse ocultos, lo cual no elimina la emoción de buscarlos. El muelle es en un refugio tranquilo en medio de tanta bulla y es uno de los lugares más apreciados por quienes buscan desconexión.
LA NOCHE. La noche cobra vida cuando las luces alcanzan su máxima intensidad. El Anfiteatro del Lago se convierte en un escenario donde la comunidad celebra con música, danza y expresiones culturales. El Coro Polifónico Stella Maris ofreció una presentación memorable que llenó el aire de armonías navideñas. Las voces flotaron sobre el lago y las luces acompañaron cada nota con un ritmo propio. Muchas personas cerraron los ojos para dejarse envolver por la música. Otras grabaron los villancicos para llevarse una parte del encanto a casa.
El Bosque Encantado abrió paso a una experiencia sensorial que cautivó a grandes y chicos. Las figuras fantásticas, las estructuras de luz y los sonidos suaves crearon una atmósfera similar a la de un cuento.
La figura del Papá Noel más grande en la cabecera del lago añade un toque monumental a la experiencia. Detrás del gigante vestido de rojo se formaron colas interminables. La espera no incomodó a nadie. Los chicos observaban la figura con ojos muy abiertos y los adultos los ayudaban a posar sin perder la oportunidad de capturar la foto perfecta.