Vanessa Rodríguez
MISIONES
Su problema congénito en la vista no le impidió a un joven lanzarse a la aventura de ser un profesional universitario. Dejó su pueblo natal en Itapúa y se mudó a Misiones para cumplir su sueño: Ser ingeniero agrónomo.
Gracias al gesto solidario de sus compañeros, pudo someterse recientemente a una cirugía que le sacó algo del velo blanco que padece de nacimiento. Está en el tramo final de su carrera de la Facultad de Ciencias Agrarias de Santa Rosa Misiones.
Se llama Pablo Joel Saucedo Acosta, tiene 26 años, y estudia la carrera de Ingeniería Agronómica en la Universidad Nacional de Asunción –filial de Santa Rosa Misiones.
Para muchos, es un gran ejemplo de superación: A pesar de sufrir cataratas congénitas hereditaria, que le redujo al 30% su visión, y a las desavenencias económicas, nunca se rindió y sueña en ser profesional.
“Me falta un año y medio para terminar. Todo lo que hago lo encaro con esfuerzo y los conocimientos que fui adquiriendo”, contó emocionado.
HISTORIA INSPIRADORA. Joel es el menor de ocho hermanos. Su madre Marta Acosta, también padece la misma condición visual que él y dos de sus hermanas. Su padre, Federico Saucedo, falleció durante la pandemia del Covid-19. Desde entonces, su voluntad de superarse se fortaleció aún más.
La oportunidad de estudiar surgió casi por casualidad: Un día acompañó a su cuñado a trabajar en una granja donde conoció al director académico de la Facultad, quien lo animó a postularse. Desde ese momento, el joven comenzó su camino universitario.
“Siempre dije que la discapacidad no es un obstáculo para salir adelante. Uno debe proponerse metas y avanzar”, reflexionó.
En 2024, Joel fue sometido a dos cirugías para corregir parcialmente su visión. Gracias a la colaboración de sus compañeros, que organizaron actividades para recaudar fondos, logró acceder a una intervención que le permitió remover las cataratas y reducir el movimiento involuntario de sus ojos. También le colocaron lentes con aumento que mejoraron en algo su visión.
“Sin el apoyo de mis compañeros no habría sido posible. Fue un cambio significativo, aunque sigo con limitaciones”, explicó.
A pesar de las dificultades, Joel no se detiene. Reconoce que las materias de cálculo son su mayor reto, ya que requieren buena visión, pero sus compañeros siempre están dispuestos a ayudar.
Este año, recibió una beca del Gobierno paraguayo a través de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), lo que le permitió enfocarse aún más en sus estudios. Su meta es clara: Emprender en el campo. Aunque aún no sabe si será en Misiones o en Itapúa, quiere mantenerse cerca de su familia y construir su camino con autonomía.
“Quiero estar con los míos y seguir creciendo con esfuerzo y convicción. Creo que el éxito está en la autosuficiencia, en no esperar que todo caiga del cielo, sino en generar nuestros propios recursos”, aseguró.
Joel también tiene un mensaje para otros jóvenes, especialmente aquellos que conviven con alguna discapacidad: “No hay que rendirse. Todos tenemos talentos que podemos pulir. Con perseverancia, todo es posible”.
Sus compañeros destacan su semblante siempre sonriente
Sus compañeros de la facultad no escatiman elogios al hablar de Joel. José Luis Castellano Brítez, de 22 años, estudiante de Coronel Bogado, lo define así: “Joel es humilde, servicial y muy aplicado. Siempre está con una sonrisa, a veces lanza chistes al azar y nos hace reír en clase. Es alguien que inspira”.
La historia de Joel es, sin duda, un testimonio de resiliencia, solidaridad y fe. Más allá de su título, su verdadero logro está en el ejemplo que deja que los límites no están en el cuerpo, sino en la voluntad.