–¿Cómo describe a este sector en el país?
–Tenemos el rol social como líderes para seguir desarrollando una industria de formación de recursos humanos, aprovechando las habilidades innatas que tienen los jóvenes y en un ecosistema totalmente digital. En la expansión, estamos trabajando desde Paraguay, pero proyectándonos para exportar servicios. El paraguayo tiene alto nivel de aprendizaje.
–¿En qué puede convertirse la plaza local?
–Paraguay puede ser un hub de exportación; debemos animarnos a alcanzar ese objetivo. La macroeconomía nos dio la posibilidad de acceder a cierto nivel educativo; vinieron plataformas educativas y nos dimos cuenta de que Paraguay tiene los mismos problemas que otros entornos; no siempre es el cementerio de las teorías. La soledad del empresariado es la misma aquí que en Argentina, Bolivia o Chile.
–Frente a ello, ¿solo se debe dar el gran salto?
–Sí, Paraguay se abrió al mundo y eso hizo que estemos más preparados para asegurar que podemos exportar. El crecimiento no está en el mercado interno, sino en la mirada que le damos al ámbito global.
–Hay 12.000 colaboradores en este segmento. ¿Cómo se logrará un crecimiento?
–Tenemos recursos humanos y hay una matriz simple, sustentada en querer y saber. El que quiere y no sabe, puede ser formado mediante los recursos y capacitación con que contamos; les podemos formar. Paraguay tiene esa matriz y notamos que el capital humano es esponja, es decir, que está dispuesto a aprender. Tenemos como líderes el rol para generar ese puente entre la educación formal y el mundo laboral, porque la gente necesita empleabilidad.
–Dentro de la evolución tecnológica, ¿cómo puede describir los procesos?
–Antes no existía el IBR (N. de la R: Es la revisión empresarial independiente, evaluación exhaustiva de la situación financiera y operativa de una empresa); hoy es común y la misma permitió la automatización de los procesos, porque abarca el 60% del contacto de una telefónica. Los servicios en este ámbito hoy tienen el 95% de los contactos digitalizados. También el SMS (Servicio de Mensajes Cortos) automatizó algunos procesos; entonces vino la autogestión del sector y, dentro de la empleabilidad, trabajamos para dar habilidad al equipo de trabajo con capacitaciones.
–¿Cuándo apareció el boom o en qué momento se establecieron los hitos?
–Todavía estamos para pegar el gran salto. El partido ya se está jugando en la región, entonces desde Paraguay podemos meter el gol y ganarlo. Esta industria había empezado ya hace muchos años en Argentina (que fue el pionero), en Colombia y Perú. El proceso permitió que desde aquí entremos más tarde, pero con las ventajas en recursos humanos, con ganas de aprender y con vocación de servicio.
–A nivel local, particularmente, ¿desde cuándo se viene expandiendo este ámbito más sostenidamente?
–En los últimos cuatro o cinco años, con crecimiento más sostenido y nos conocen más. De todos modos, se trata de un proceso lento. Una variable que hace falta en este segmento es trabajar más en la marca país. En esta industria, cuando uno habla de Colombia, se sabe todo lo que logró en el servicio de esta naturaleza; pero en Paraguay todavía no. En los congresos en torno a la tercerización de procesos y servicios (BPO) en Colombia participaron los mismos presidentes del país en su apertura; era casi una política de Estado. También aquí en nuestros congresos participaron ya los ministros y eso ayuda, por el interés prestado desde las autoridades a este sector. Faltan muchas cosas, pero trato de centrarme en los caminos recorridos.
–¿Cómo seguirá el derrotero con sus desafíos a ser superados?
–Faltan aún acuerdos de doble tributación y posibilidad de quienes maquilan, para que puedan descargar sus créditos fiscales con el fin de pagar impuestos; además de mayor formación de la gente. Pero estamos más adelantados que hace cinco años atrás.
–Para alcanzar esos objetivos y metas, ¿cuáles son los ejes principales del sector?
–El primer pilar está asentado en liderar la transformación del cambio que se viene con la tecnología, de qué manera impacta esta última y cómo podemos buscar nuevas competencias en recursos humanos. El segundo eje es el proceso de empleabilidad y formación de talentos; el tercero está centrado en lo que podemos hacer para convertirnos en exportadores de calidad desde Paraguay hacia el mundo.
–¿Cómo visualizan el crecimiento y la expansión del ámbito en los próximos años?
–Podemos crecer entre un 10% y 15%. Tenemos un 65% de colaboradores que son del sector femenino. Esto habla de cómo el liderazgo tiene rostro de mujer y cómo estas se ubican cada vez más en posiciones que consideramos clave. Se habla de rotación de la industria, pero también somos formadores y esto permite que luego esos recursos pasen luego a los bancos, a las multinacionales. En el proceso de formación, a muchas empresas les conviene buscar a nuestra gente, de nuestra cantera.
–Para lograr este ecosistema actual, ¿de cuánto aproximadamente fue la inversión?
–De unos USD 150 millones en esta industria, para gestionar los equipamientos físicos, las computadoras, las vinchas de última tecnología, las tabletas digitales y otros.
–Cómo es el georreferenciamiento de los recursos humanos, ¿están más en los centros urbanos?
–Generalmente, si es presencial, la mayoría de sitios están en Asunción y Gran Asunción; pero empresas que permiten el home office también incluyen trabajos desde ciudades como Coronel Oviedo, Natalicio Talavera, Pedro Juan Caballero, Curuguaty. La tecnología permite tal situación y la pandemia nos enseñó a que la gente no tiene por qué precisamente desarraigarse.
–En su rol de liderazgo en este sector, ¿a qué aspira?
–A que desde el exterior se mire a Paraguay como un hub de exportación; porque tenemos buena prensa con la estabilidad económica.