13 oct. 2024

Papacho Viveros Cartes: Las aventuras de un narcopiloto

El denso historial como piloto de narcotraficantes –y a la vez doble agente para la DEA– de Juan Domingo Viveros Cartes, parece sacado de las teleseries mexicanas y colombianas. Conozca las reveladoras andanzas del “señor de los cielos”, actualmente preso en Uruguay.

Foto 1. Juan Domingo Viveros Cartes, en una de las últimas fotos, cuando fue detenido en el aeropuerto de Coronel Oviedo, en julio de 2012. (FOTO OVIEDO PRESS)..jpg

Juan Domingo Viveros Cartes, cuando había sido detenido en el aeropuerto de Coronel Oviedo en julio de 2012. | Foto: OVIEDO PRESS.

Por Andrés Colmán Gutiérrez - @andrescolman

¿Qué se siente estar al mando de un avión, cabalgar sobre las nubes, ser llamado el “señor de los cielos”?

¿Qué se siente atravesar fronteras sin pedir permiso, burlar radares, transportar cargas ilegales que pueden dejar millones, volar desafiando siempre a la prisión o a la muerte, sabiendo que hay padrinos poderosos que seguramente te echarán una mano?

¿Qué se siente...?

-¡Atención, tenemos intrusos...! -avisó el controlador del aeropuerto de Santa Clara del Olimar, cuando percibió dos ecos en la pantalla del radar, sobre el cuadrante que corresponde a la región de Bella Unión, al noreste del Departamento de Artigas, Uruguay, en la triple frontera con Brasil y Argentina.

Eran dos aviones de pequeño porte, que habían ingresado sin autorización a territorio aéreo uruguayo, a las 11.20 de la mañana del lunes 29 de julio de 2012, sobrevolando ambos sobre la confluencia de los ríos Cuareim y Uruguay, a muy baja altura, en un vano intento por pasar desapercibido, ya que no solo fueron detectados por el radar de Santa Clara, sino también por el de Montevideo.

-¡Tranquilo, señores! ¡Ya los tenemos controlados! ¡Les vamos a cortar las alas!... –advirtió una voz militar desde el otro lado del intercomunicador–.

Se trataba de uno de los jefes de la operación antidroga Wayra, que desde hacía meses venía desplegando la Dirección General de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas (DGTID), siguiendo la ruta de una red de narcotráfico entre Paraguay y Uruguay.

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La avioneta con matrícula paraguaya, capturada e interceptada en Uruguay. | Foto: Fuerza Aérea Uruguaya


El primer avión, un monomotor Piper, del tipo aerofumigador, aterrizó en un campo cerca de Cebollatí, Departamento de Rocha, donde dos camiones los esperaban junto a la pista. Los policías cayeron de sorpresa y fueron repelidos a tiros. Tras un intercambio de disparos, en el que resultó herido uno de los delincuentes; quedaron detenidas 6 personas, entre ellas el piloto, de nacionalidad brasileña. En el interior de la nave, dentro de la tolva donde se cargan los productos químicos para fumigación, se hallaron 21 paquetes con 478 kilos de marihuana, que acababan de ser transportados desde la zona de Caazapá, Paraguay, según relataron los diarios uruguayos El País y El Observador.

En Montevideo y otras zonas de Uruguay, en operativos simultáneos, fueron capturados otros 16 integrantes de la banda, lideradas por el uruguayo J.M.M.F., alias “Toti”.

La segunda aeronave fue interceptada en pleno vuelo por aviones de combate de la Fuerza Aérea Uruguaya, y obligada a aterrizar en una pista de la Brigada Aérea 2, de Durazno. Se trataba de un avión Cessna, con matrícula paraguaya ZP-TMF.

El piloto resultó ser un ciudadano paraguayo, de 66 años, quien se identificó como Juan Walberto Gómez, aunque dijo que no portaba documentos, y que se había “perdido” cuando se dirigía al Brasil. Dentro del avión no se encontraron drogas, pero si bidones de gasolina y un fondo falso. Los antidrogas estaban casi seguros de que el piloto paraguayo también había transportado droga, o había actuado como escolta del avión que transportaba la marihuana, pero ante la falta de evidencias, en un primer momento solo lo pudieron detener por haber violado el espacio aéreo.

La sorpresa llegó días después, cuando –tras verificar las huellas dactilares y la fotografía– la Policía paraguaya informó que la verdadera identidad del piloto detenido es Juan Domingo Viveros Cartes, más conocido como Papacho, un renombrado piloto civil de aviación, con varios antecedentes criminales por narcotráfico.

La identificación permitió además confirmar un dato que le agregó un llamativo elemento político a la información internacional: Juan Domingo Viveros Cartes es tío del actual presidente paraguayo, Horacio Cartes.

El 11 de octubre fue detenido otro miembro de la banda, el uruguayo Sebastián Enrique Marcet, quien en su declaración confirmó plenamente que Papacho Viveros Cartes es uno de los pilotos que transportan habitualmente la droga desde Paraguay, y que ese día había traído en su avión otros 450 kilos de marihuana, pero los había bajado previamente en una aeropista de Lavalleja, departamento uruguayo ubicado en la zona este del país, para luego seguir vuelo hacia Durazno, donde fue interceptado y capturado, según reporta Enzo Rosello, periodista del diario El País, de Montevideo. Con esta evidencia, la jueza uruguaya Adriana de los Santos procesó a Papacho por narcotráfico.

En este video, grabado por la Fuerza Aérea Uruguaya, se ve el avión de Juan Domingo Viveros Cartes, volando ilegalmente sobre territorio uruguayo, en momentos de ser interceptado y obligado a aterrizar. GENTILEZA: DIARIO EL PAÍS, MONTEVIDEO.

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“El señor de los cielos”, un incómodo pariente.

“Los parientes no se eligen”, es una frase que popularizó hace algunos años el entonces presidente paraguayo Fernando Lugo, ante las críticas en la prensa a una sobrina que ocasionaba escándalos. A su sucesor, Horacio Cartes, la frase le resulta también apropiada para marcar distancia con su tío piloto de aviones, quien en medios aeronáuticos es apodado “el señor de los cielos”, evocando a los narcopilotos de las teleseries mexicanas y colombianas.

El presidente Cartes ha evitado hacer declaraciones sobre la prisión del Papacho en una cárcel uruguaya, pero el jefe de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), Luis Rojas, lo hizo en nombre suyo.

El 21 de agosto, seis días después de que Cartes asumiera la presidencia, Rojas confirmó que Viveros Cartes es efectivamente tío del jefe de Estado. “Es cierto, el presidente tiene conocimiento de la detención de su pariente en el Uruguay, y pide ser implacable con él”, aseguró.

Juan Domingo Viveros Cartes es hijo de Nélida Cartes y primo de Ramón Telmo Cartes, el padre de Horacio, quien trajo la representación en el Paraguay de los aviones Cessna, la línea favorita de pequeñas aeronaves que le gusta pilotar a Papacho.

Al igual que otros miembros de la familia, también apasionados por los aviones, Juan Domingo empezó a destacarse como piloto civil, manteniendo un bajo perfil, hasta que en mayo de 1985 pasó a la primera plana de los diarios, cuando los medios informaron acerca de una intervención antidroga en una estancia de Pedro Juan Caballero, Amambay.

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Papacho Viveros Cartes (izquierda) en una de sus primeras prisiones, por pilotar aviones con droga.. | Foto: Gentileza

Amambay, mayo 1985: La primera caída.

La voz sonaba nerviosa desde el otro lado del teléfono, mientras el juez Adalberto Fox la escuchaba desde su despacho, en la ciudad de Pedro Juan Caballero.

Era la tarde del 30 de mayo de 1985. El magistrado hablaba con uno de sus informantes, quien le estaba contando que un avión monomotor había aterrizado con un cargamento de cocaína en la estancia Fluminense, del brasileño Adilson Rosatti, a 70 kilómetros de distancia de la capital del Amambay.

El juez colgó el teléfono y evaluó las acciones a adoptar. La situación no resultaba fácil. Eran años del gobierno dictatorial del general Alfredo Stroessner, cuando la mafia del narcotráfico y el contrabando dominaban gran parte de la región fronteriza con el Brasil, con la protección de poderosos miembros del Gobierno. Adalberto Fox era uno de los pocos jueces que intentaba actuar con cierta independencia, lo que luego le costaría ser echado del cargo.

Aquella vez, el juez se decidió a actuar con valentía. Organizó un grupo de agentes policiales y judiciales de confianza, con quienes se trasladó en la mañana del 31 de mayo, bien temprano, hasta la estancia de Rosatti, entonces ubicada en medio de un tupido monte.

“La información la recibí, aparentemente, de alguien que formaba parte de uno de los bandos que estaba negociando el cargamento de cocaína, y estaba descontento con sus socios. Ya sabíamos que en esa y otras pistas de aviación se traficaba con intensidad cargamentos de marihuana y cocaína, así como mercaderías de contrabando”, recuerda Fox. Posteriormente confirmó que el informante fue el propio Adilson Rosatti.

Aquella mañana, la intervención sorprendió a quienes estaban en la precaria pista aérea. “Estratégicamente nos acercamos a la pista, en medio del monte, y vimos que el avión estaba en la cabecera. Rápidamente lo rodeamos y procedimos a la detención de las dos personas que se encontraban en el lugar. Eran el piloto, Juan Domingo Viveros Cartes, y un colombiano, de nombre Néstor García Corredor”, narra el ex juez.

Dentro del avión se encontraron 43 kilos de cocaína y productos químicos, como éter y acetona, generalmente utilizados para el procesamiento de la droga.

Aquella fue la primera vez que Juan Domingo Vivero Cartes apareció en la prensa, vinculado al tráfico de drogas. Junto con García Corredor y Rosatti, fueron procesados por tráfico de estupefacientes, y condenados a 8 años de cárcel. El colombiano, a quien se vinculó con el Cartel de Medellín, fue liberado en muy poco tiempo y abandonó el país, demostrando la protección que gozaba por parte de personas influyentes en el Gobierno de Stroessner.

La entonces esposa de Adilson Rosatti, la hoy conocida ex modelo y empresaria Zuni Castiñeira, concedió en la época una entrevista al diario Hoy, en donde dio a entender que la prisión de su marido fue ordenada por el jefe de la Caballería, general Andrés Rodríguez.

Años después, en 1994, Castiñeira logró impedir con un amparo judicial que un episodio del programa televisivo El Ojo, conducido por Menchi Barriocanal y producido por Augusto Barreo, dedicado al caso Viveros Cartes y Rosatti, se emitiera por Canal 13. Finalmente, el programa pudo salir al aire un mes después, tras una apelación judicial.

En el siguiente video se puede observar el programa completo de El Ojo, en donde Papacho Viveros Cartes aparece y habla en televisión por primera vez. (La reproducción la hacemos con autorización de Augusto Barreto, y por gentileza del sitio Paraguay.Com).

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Fuerte Olimpo, setiembre 1994: La “entrega vigilada” que salió mal.

A 200 kilómetros al norte de Filadelfia, en la zona de Fuerte Olimpo, en una precaria y desolada pista de aviación, descendió el 10 de setiembre de 1994 un pequeño avión Cessna, procedente de Bolivia, con 756 kilos de cocaína. Al mando de la nave se encontraba un nombre ya conocido en el ambiente: Juan Domingo Papacho Viveros Cartes.

Aparentemente, en el lugar debía realizarse una “entrega vigilada”, con el nombre de Operación Taguá, bajo control de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) y la DEA (Drug Enforcement Administration, o Administración de Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas, de Estados Unidos), pero al propio jefe del organismo antidrogas, general Ramón Rosa Rodríguez, el operativo le resultó muy sospechoso y se negó a que se lleve a cabo.

“Me opuse terminantemente a la realización de tales operaciones”, dice un informe, presuntamente redactado por Rosa Rodríguez, revelado por la prensa, después de su asesinato, en octubre de 1994. El texto sostenía que los operativos encubiertos eran solo una forma de legalizar el tráfico, en el que se involucraba directamente al ex presidente, general Andrés Rodríguez.

En Olimpo, el cargamento de cocaína, que estaba destinado al Cartel de Medellín, en Colombia, fue incautado por efectivos militares a cargo de los agentes de la Senad, Miguel Angel Berni y Sergio Benítez, acompañados del representante de la oficina regional de la DEA en Paraguay, Robert Ridler.

“Algo anduvo mal. El infiltrado de la DEA, Juan Domingo Viveros Cartes, el mismo piloto que había sido condenado con Adilson Rosatti, cuando en la estancia Fluminense se descubrió drogas y químicos, fue detenido. Su contacto brasileño, Clovis Catafesta, ya estaba entre rejas y fue interrogado por el general Rosa Rodríguez”, relata el escritor Anibal Miranda, en su libro Los dueños de grandes fortunas en el Paraguay.

Fue cuando se supo que Papacho había sido contactado en la cárcel por agentes de la DEA norteamericana, para colaborar con el organismo y con la Senad, actuando como confidente o “doble agente” dentro de las redes del narcotráfico. A cambio de su colaboración, pudo salir más rápido de la cárcel.

Pero la divulgación de esa condición también truncó su carrera dentro de las entonces muy cuestionadas y corrompidas fuerzas de seguridad, al perder su carácter de “agente secreto”. Su nombre ya había saltado anteriormente, vinculado a otra “entrega vigilada” que también “salió mal”, en 1990, conocido como el caso Parque Cué, camino a Madrejón, donde se decomisaron presuntamente 343 kilos de cocaína.

“Nadie fue detenido, bajo la disculpa de que se intentaba infiltrar a los cárteles, pero la conclusión del general Rosa Rodríguez fue que la droga finalmente llegó al mercado norteamericano”, destaca el investigador Jaime Brener, en un artículo para el sitio web Drogas y Democracia.

El ex juez Adalberto Fox es más enfático: “Agentes corruptos antidrogas dejaron impune a los traficantes, a cambio de quedarse con toda la droga. El diputado De Vargas encontró al narco Clovis Catafesta detenido y oculto en la Dinar”.

El 10 de octubre de 1994, unas pocas semanas después del polémico operativo Taguá, el general Rosa Rodríguez fue asesinado en las calles de Asunción, en un confuso atentado del que resultó culpable su segundo al mando, el capitán Juan Ruiz Díaz. La especulación fue que el general iba a entregar un informe al presidente Wasmosy sobre las redes del narcotráfico, en el que involucraba a altos militares vinculados al Gobierno.

A fines de 1996, periodistas del diario Noticias y del programa televisivo El Ojo, difundieron uno de los presuntos informes elaborados por Rosa Rodríguez, en el que aseguraba que el capo del narcotráfico en Paraguay era el mismísimo general Andrés Rodríguez, ex presidente, quien había derrocado al dictador, general Alfredo Stroessner, en 1989.

El documento también contenía un dato que en ese momento pareció menor: el piloto Juan Domingo Viveros Cartes era uno de los que realizaban los narco-vuelos para el general Rodríguez.

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El piloto, cuando llegó extraditado al Paraguay, en 2007, tras seis años de prisión en Brasil | Foto: Gentileza

Mato Grosso, julio 2001: Aterrizaje, disparos y prisión.

El avión monomotor Cessna 210, con matrícula paraguaya ZP-TPA, daba vueltas en el aire, como si el piloto dudara entre aterrizar o no en la pequeña pista de aviación de la localidad de Pontes e Lacerda, en el Estado de Mato Grosso, Brasil, aproximadamente a mil kilómetros de la ciudad fronteriza de Ponta Porá.

Era la tarde del 13 de julio de 2001. En tierra, estratégicamente escondidos, aguardaban miembros de la Policía Federal brasileña, quienes habían recibido datos de que un cargamento de cocaína, procedente de Paraguay, sería desembarcado en la terminal aérea.

Apenas el avión descendió, los policías lo rodearon y cerraron el paso con varios vehículos, para evitar que volviera a levantar vuelo. Al percibir que habían sido descubiertos, los tripulantes intentaron defenderse a tiros, pero al ver que eran superados en número, finalmente aceptaron rendirse.

El piloto fue identificado como Juan Domingo Viveros Cartes, quien estaba en compañía de otro paraguayo, Celino Balbuena, y de un ciudadano brasileño, Silas Moreira. A bordo de la aeronave se encontraron 240 kilos de cocaína.

Papacho Viveros Cartes fue procesado por la justicia federal brasileña y resultó condenado a 17 años de prisión, siendo recluido en la cárcel de Mata Grande, en la ciudad de Rondonópolis, Mato Grosso.

Seis años después, el 28 de agosto de 2007, la justicia brasileña accedió a un pedido de la jueza paraguaya Ana María Llanes, y autorizó que Viveros Cartes sea extraditado al Paraguay, en donde tenía cuentas pendientes por el recordado operativo Taguá, en 1994.

Apenas estuvo en territorio paraguayo, al parecer se movieron las influencias de los poderosos padrinos que tenía el piloto, y Papacho pudo beneficiarse con la reclusión domiciliaria, salvándose de cumplir los 11 años restantes que le quedaban en la cárcel (tenía que salir en libertad recién en 2017).

El acuerdo era que no pilotara más aviones y se quedara tranquilo en su casa, guardando un “perfil bajo”, pero muy pronto se iba a comprobar que el “señor de los cielos” no podía permanecer mucho tiempo recluido en la paz doméstica... y menos alejado de los aviones.

(Video de la detención de Viveros Cartes en Coronel Oviedo. GENTILEZA: OVIEDO PRESS)

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Coronel Oviedo, julio 2012: El avión misterioso.

-¡Venga rápido, señor fiscal!... ¡Estamos haciendo un operativo en el aeropuerto, sabemos que una avioneta va a aterrizar con drogas!-, fue el pedido telefónico que el entonces jefe de Investigación de Delitos de la Policía de Caaguazú, comisario Silvio Solabarrieta, le hizo al fiscal Osvaldo García, de la Unidad Fiscal Antinarcóticos, en la ciudad de Coronel Oviedo.

Eran alrededor de las 17.30 del jueves 19 de julio de 2012, cuando el fiscal García se dirigió presuroso hasta el aeropuerto local, ubicado en el barrio Ciudad Nueva, donde encontró un amplio despliegue policial alrededor de la terminal aérea.

“Tenemos tres avionetas capturadas y hay dos personas detenidas, pero no encontramos drogas”, le dijo el comisario Solabarrieta al fiscal. Seguidamente le reveló que uno de los detenidos no era otro que “el famoso Viveros Cartes”, tío del entonces precandidato presidencial colorado, Horacio Cartes. El otro detenido era su acompañante, Abraham Secundino Peña.

“Todo se hizo de una manera muy irregular y sospechosa. Supuestamente los policías habían recibido datos y empezaron la vigilancia desde temprano, pero no dieron participación al Ministerio Público hasta muchas horas después”, dijo el fiscal García.

Dos de las aeronaves fueron liberadas por el fiscal, por no haber evidencia que las conecte con algún hecho ilícito. La tercera aeronave, que según los policía fue pilotada por Viveros Cartes, era un Cessna monomotor, con matrícula N5370B, de color blanco con franjas celestes, y llevaba en su interior varios bidones de combustibles. Papacho estaba con medidas alternativas a la prisión, debía guardar reclusión domiciliaria y le habían retirado la licencia para pilotear aeronaves, pero el fiscal ignoró esos detalles y lo dejó en libertad, porque “solamente cometió una falla administrativa, una violación del Código Aeronáutico”.

Periodistas del sitio web de noticias Oviedo Press lograron entrevistar a Papacho, quien dijo que solamente se encontraba “de paseo” por el lugar, en compañía de su esposa y su hijo. “Yo piloteaba aviones, pero hace 20 años que dejé de pilotear. Ahora tengo una granja en esta zona y me dedico a la cría de gallinas”, aseguró.

En un reporte periodístico publicado en el sitio web Amambayahora, se lee: “Durante una discusión entre el detenido Juan Viveros Cartes y un policía, el aprehendido preguntó a los policías por qué no contaban al fiscal sobre la camioneta que dejaron salir antes que llegue la Fiscalía”.

El caso del “avión misterioso” causó la destitución del comisario Silvio Solabarrieta y el desmantelamiento de toda la brigada de Investigación de Delitos que había participado del frustrado operativo.

La fiscalía ignoró el dato de que, además de haber volado un avión sin su licencia de piloto y sin autorización de las autoridades aeronáuticas, Viveros Cartes había violado las medidas alternativas de prisión, que mandaban su reclusión domiciliaria.

De nuevo las influencias de los padrinos ejercieron su poder, y aquella vez el tío Papacho pudo regresar tranquilamente a su granja de gallinas.

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La avioneta detenida en el aeropuerto de Coronel Oviedo.

Bella Vista, setiembre 2012: El avión abandonado.

El sol empezaba a despuntar detrás de las serranías de Itapúa, cuando una camioneta Kia se acercó hasta el Aeroclub Colonias Unidas, en el kilómetro 48 de la Ruta Sexta, en las afueras de la ciudad de Bella Vista.

Al volante iba el empresario Cicinio Cardozo, cuando un grupo de policías armados apareció de entre la espesura y ordenó que apague el motor y descienda del vehículo, con las manos en alto.

-¿Usted es el dueño del avión con droga? ¡Está detenido! –advirtió el comisario Arsenio Correa, entonces jefe de Investigación de Delitos de la Policía de Itapúa, quien comandaba el operativo policial.

En el mismo operativo fue detenido Aquilino Villalba, encargado del Aeroclub. En la pista se encontraba estacionado un avión monomotor Cesna 182, con matrícula ZP-BAZ, en cuyo interior se encontró un cargamento de 558 kilos de marihuana.

La aeronave había aterrizado en la tarde del día anterior. Según el encargado, Aquilino Villalba, lo tripulaba solamente el piloto, a quien describió como “un hombre ya mayor, de unos 60 a 70 años de edad”. Dijo que “dos hombres gordos” llegaron en una camioneta a buscarlo, cerraron la aeronave y se marcharon.

El comisario Arsenio Correa relató que varios días antes sabían que iba a aterrizar un avión con drogas, y permanecían vigilantes. No quiso revelar la identidad del piloto, quien se había escapado. “Se trata de un conocido piloto narco”, aseguró. Horas después, la fiscala Libia Centurión, de la Unidad Penal Antidrogas de Encarnación, despejó la incógnita, al imputar y ordenar la detención de Juan Domingo Viveros Cartes, “el piloto prófugo”.

Pero esta vez, tampoco Viveros Cartes resultó detenido. Continuó volando tranquilamente, aunque más de una vez tuvo que dejar algún que otro avión abandonado.

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El avión capturado con 558 kilos de marihuana, en Bella Vista, Itapúa.

San Pedro, enero 2013: Otro avión abandonado y la conexión Caazapá.

“Sospechoso hallazgo de avionetas” era el título de una noticia publicada por el diario Última Hora, en su edición del miércoles 30 de enero.

La crónica relataba que agentes del Departamento Antinarcóticos de la Policía habían encontrado dos aviones monomotor, abandonados en una precaria pista, dentro de una estancia perteneciente a Gladys Rosaura Noguera de Sarubbi, madre del empresario Enrique Sarubbi Flores, en la región de 25 de Diciembre, departamento de San Pedro.

Los agentes habían recibido datos que hacían referencia a que los aviones transportaban drogas, pero no hallaron nada en su interior. A una de las aeronaves se les había quitado todos los asientos, excepto el del piloto, procedimiento habitual que utilizan los transportadores de drogas para crear espacio para la carga.

Se trataba del Cessna monomotor, con matrícula ZP-MTF, las mismas características del avión que seis meses después, el 29 de julio, sería capturado por la Fuerza Aérea Uruguaya, al ingresar ilegalmente al país vecino, pilotado por Juan Domingo Papacho Viveros Cartes.

Durante el operativo en la zona de 25 de diciembre, el encargado de la estancia, Adolfo María Sarubbi, hermano de Enrique, aseguró que desconocían cómo habían ido a parar allí las dos avionetas abandonadas. “El capataz es el responsable de controlar a todos los que llegan”, dijo Sarubbi. Pero el capataz había desaparecido.

En el proceso judicial iniciado en el Uruguay tras la detención de Viveros Cartes y los miembros de la banda de “Toti”, la jueza Adriana de los Santos pudo establecer que otros dos ciudadanos paraguayos también eran parte de la organización criminal, a quienes imputó y requirió su captura y extradición.

Se trata de Francisco Nicolás Sarubbi Brizuela (44) y César Santiago Morel Roa (31), “identificados como piezas clave del entramado delictivo, con la conexión desde el Paraguay”, según reporta el periodista uruguayo Renzo Rosello, del diario El País, de Montevideo.

Sarubbi Brizuela es un conocido político colorado, ex intendente de Caazapá durante dos periodos (del 2001 al 2010), hermano del ex diputado y ex gobernador Luis Sarubbi. Morel Roa es funcionario judicial, ujier notificador del Juzgado de Paz local. Ambos venían siendo seguidos e investigados desde hace varios meses por los agentes de la DGTID uruguaya, y todas sus conversaciones telefónicas internacionales habían sido grabadas.

Los agentes antidroga aseguran que los vuelos con los cargamentos de marihuana, en los dos aviones capturados el 30 de julio en Uruguay, incluyendo el pilotado por Papacho Viveros Cartes, partieron desde una pista de la estancia San Martín, en la compañía San Antonio de Caazapá.

El establecimiento es propiedad de Hermógenes González Ugarte, funcionario de la entidad binacional Itaipú y cuñado de Sarubbi, aunque el mismo asegura que desde hace dos años lo alquila a otra persona, Fabio Acosta.

Sarubbi Brizuela y Morel Roa permanecen prófugos. El fiscal paraguayo Juan Emilio Oviedo rechazó un primer pedido de captura y extradición de ambos, presentado por la justicia uruguaya, “por defectos de forma y documentación incompleta”.

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La avioneta hallada en San Pedro, en enero de 2013, la misma que seis meses después sería capturada en Uruguay.

Uruguay, 2013: Alejado de los cielos.

¿Qué se siente estar al mando de un avión, cabalgar sobre las nubes, ser llamado el “señor de los cielos”?

Es difícil saberlo. Muy pocas veces los narcopilotos se muestran dispuestos a conceder entrevistas periodísticas. Uno de los pocos que aceptó revelar cómo es el mundo del tráfico aéreo es otro recordado ex colega del tío Papacho, el piloto Amado Recalde, quien junto con él estuvo involucrado en el célebre caso Parque Cué, la supuesta “entrega vigilada” de cocaína “que salió mal” en 1990, en el Chaco.

En marzo de 2010, Recalde concedió una reveladora entrevista a los periodistas Lucho Alvarenga y Roberto Irrazábal, para la serie de reportajes investigativos “Las rutas del narcotráfico”, publicada en Última Hora.

Tras admitir que fue reclutado, presuntamente por enviados del propio general Andrés Rodríguez, para realizar los vuelos de transporte de drogas, desde Bolivia hasta Paraguay, Recalde brindó un detallado relato acerca de cómo funciona el narcotráfico aéreo.

“En la mayoría de estos negocios, para traer de Bolivia, no se usan aviones grandes, se usan avionetas pequeñas, hasta un bimotor chico. Estos aviones tiene unas 6 a 7 horas de autonomía, vuelan hasta una base y de ahí se recargan de combustible”, contó el piloto.

¿Cuál es la razón por la que aceptan realizar un trabajo ilegal tan peligroso?

Principalmente, por las grandes sumas de dinero que deja cada vuelo exitoso, cada entrega cumplida “sin inconvenientes”. Pero también hay “algo más”, algo que tiene que ver con la adrenalina, el vértigo de la aventura y el placer que provoca volar, algo que “solamente los pilotos entienden”.

“Se gana buena plata, porque como piloto podés ganar en 5 horas lo que juntás en 6 meses; esa es la diferencia. Ponele que con un 100 o 200 kilos podés ganar unos 20 mil dólares por transportar. Esa es la plata que yo ganaría en 4 o 5 años de trabajo honesto”, había confesado Amado Recalde.

Recluido una vez más en una prisión, esta vez en Uruguay, forzadamente alejado de los cielos, Papacho seguramente tendrá tiempo de sobra para reflexionar. Él, que pudo escapar tantas veces, gracias a su arrojo, a su buena estrella o a sus poderosos contactos, ¿lo conseguirá también ahora?

Una historia vivida a mil, que merece ser escrita como guión de una telenovela... o como un reportaje narrativo.

¿Qué se siente...?


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La noticia tuvo mucha repercusión en la prensa internacional.

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