“Se termina la era de los gerentes y comienza la de los servidores públicos con vocación de progreso y patriotismo”. Con esta frase el presidente electo Mario Abdo Benítez pretende desmarcarse del gobierno de Horacio Cartes para plantear que en los próximos cinco años habrá mejoras en la calidad del gasto público.
El gobierno de Cartes se caracterizó por brindar transparencia sobre los gastos estatales, principalmente, los relacionados con los recursos destinados al salario de los servidores del Estado.
Sin embargo, no hubo avances en la mejora del gasto público, y hasta el fin de su mandato siguen denunciándose casos de nepotismo, planilleros, operadores políticos, entre otros.
El Estado destina alrededor de G. 80 de cada G. 100 recaudados por impuestos a mantener los más de 222.000 funcionarios, una cifra demasiado elevada para un país lleno de necesidades, principalmente, relacionadas con educación, salud e infraestructura.
Si bien con la aprobación de la Ley de Responsabilidad Fiscal, aprobada en el 2013, se logró poner tope a los aumentos salariales desmedidos otorgados a los estatales por simples decisiones políticas, no fue propuesta ni aprobada otra normativa que permita mejorar el gasto estatal.
Así, en el 2017 se destinaron G. 14,3 billones (USD 2.522 millones) a servicios personales (salarios, principalmente).
Por ello, el gobierno de Mario Abdo tiene la obligación de lograr que el gasto salarial disminuya y los recursos obtenidos de la recaudación tributaria puedan ser destinados a financiar mejoras en programas educativos, sanitarios, investigación científica y relaciones laborales, entre otros.
Al cierre del ejercicio fiscal 2017, el Estado destinó apenas G. 238.000 (USD 41,9 millones) a ciencia, tecnología y difusión de trabajos científicos, una cifra demasiado exigua para un país que necesita con urgencia sumarse a la competencia tecnológica mundial.
Asimismo, se destinaron G. 4,8 billones (USD 859,2 millones) a la seguridad social, que incluye programas de asistencia a familias en situación de vulnerabilidad.
Este dinero no logró revertir la condición de miles de paraguayos que sobreviven con menos de G. 21.000 por día. Esto demuestra que el aumento de recursos destinados a programas sociales no es una solución si no va acompañado de políticas que permitan efectivamente sacar de la pobreza a las personas.
Por ello, es necesario centrar la atención en la educación técnica, que permita contar con profesionales plomeros, electricistas, mecánicos, entre otros, por un lado; y en fomentar la investigación científica, que posibilite convertir a Paraguay en el centro de distribución de productos tecnológicos para América del Sur.
Mario Abdo necesita hacer entender, tanto a los parlamentarios que representan al partido que lo llevó al poder como a los de las demás agrupaciones políticas, que urge un pacto que permita concretar reformas para que el dinero de los contribuyentes sea bien invertido.
En este proceso, es preciso reformar la ley que rige al servicio civil, suprimir instituciones que realizan una misma tarea y revisar el gasto social, de manera que los contribuyentes no sientan que el dinero destinado a impuestos fue abonado para unos cuantos privilegiados.