Esto, durante sus respectivas homilías dominicales en el marco de la celebración de Pentecostés. Ambos líderes religiosos oraron por las víctimas de la violencia y llamaron a la ciudadanía a rechazar la cultura de muerte y a construir una sociedad guiada por el amor y el Espíritu Santo.
En la misa central de la Basílica de Caacupé, monseñor Valenzuela se refirió con profunda consternación al asesinato de María Fernanda y al del joven delivery Alfredo David Duarte.
“En estos últimos días, qué experiencias tremendamente dolorosas hemos tenido. Aquel pobre trabajador del delivery, simplemente por no querer entregar lo poco que estaba recaudando fruto de su esfuerzo, su sacrificio, le costó la vida. Qué poco vale el hombre hoy”, lamentó.
También recordó a María Fernanda Benítez, quien ‘‘defendió la vida que estaba en ella por decir ‘sí a la vida’, le costó la vida. Han dicho así los hombres. Ese es el espíritu de este mundo”.
Valenzuela instó a los fieles a no dejarse dominar por la indiferencia y llamó a abrirse al Espíritu Santo para transformar la sociedad. Hemos perdido la paz. Mucha violencia se nota en nuestra sociedad. Ya no somos más amables. Somos argeles y antipáticos. (..) Nuestra sociedad tiene necesidad de hombres y mujeres no cerrados, sino llenos del Espíritu Santo. Vamos a abrir el Espíritu de Dios. Necesitamos urgente para transformar nuestra sociedad”.
Por su parte, en la Catedral Metropolitana, el cardenal Adalberto Martínez también hizo referencia al caso de María Fernanda, que calificó como “doloroso” y profundamente conmovedor.
Recordó que el papa León XIV “denuncia con firmeza las formas de violencia y dominación, citando con dolor recientes casos de feminicidios en el mundo” y que refiere también al caso del feminicidio de María Fernanda, un caso que ‘‘nos conmovió y nos conmueve profundamente, y nos mueve también a rechazar enérgicamente toda violencia y crímenes de esa inhumanidad”.
Cambio profundo. El cardenal asoció este llamado a la paz con otros actos violentos que sacuden la convivencia social, como el asesinato del fiscal Marcelo Pecci en Colombia y el reciente atentado contra el senador colombiano Miguel Uribe Turbay. “Crímenes que lesionan y hieren de muerte la pasiva convivencia social”, lamentó.
Ambos obispos coincidieron en que el camino para erradicar la violencia requiere un cambio profundo del corazón humano y un compromiso activo con la Justicia, el diálogo y la dignidad de toda vida.