“Dios nos creó a todos de forma diferente pero con la misma dignidad. Invito a los jóvenes que son abiertos, flexibles, no atados a ciertas estructuras, a que emprendan el hermoso camino para encontrarse con Dios”, recomendó el obispo a los feligreses.
La homilía de la misa central de este domingo fue sobre “Los jóvenes llamados a convivir fraternalmente en una sociedad pluriétnica y pluricultural”. De la celebración participaron unos 2.500 indígenas de las diferentes zonas del país, del Chaco en su mayoría. Por esta razón algunos mensajes se leyeron en Nivaclé.
El obispo lamentó que para la sociedad ser diferentes es algo malo. Esto, sumado al sentimiento de superioridad de algunos grupos sociales, por tener poder, dinero, pertenecer a familias de apellidos renombrados o un color de piel que asumen que es mejor que otros, genera el rechazo, la burla y la falta de respeto a los derechos básicos de las comunidades indígenas.
Alfert recordó el mensaje del papa Francisco, quien cuestionó si "¿Al pobre le diste solo un pedazo de pan para tranquilizar tu conciencia o le miraste a los ojos y le diste también la mano?”.
Resolvió que el verdadero problema de los paraguayos es el desconocimiento de las diferentes culturas. “Entre nosotros, los indígenas son los que más sufren la indiferencia, la incomprensión, son echados de sus tierras, no se respetan sus derechos”, sentenció.
También condenó duramente a los políticos y narcotraficantes que utilizan las tierras ancestrales para sus fines particulares y abusan de los que allí residen.
“No va a ser fácil soñar con una patria nueva, hay gente con demasiado poder que puede sofocarles, espero que ellos hoy escuchen a San Juan Bautista, que tituló a esa clase de gente como raza de víboras”, culminó el religioso.