06 feb. 2025

Meryl Streep y Don Gummer, un gran amor que perdura

Meryl Streep es una de las intérpretes más laureadas, admiradas y populares de su generación y una auténtica leyenda del séptimo arte.

Alcanza con recordar sus 20 nominaciones a los premios Oscar y tres estatuillas, sumar las 30 nominaciones a los Globos de Oro y agregar que filmó 75 películas. Con 73 años y a la edad en que los buenos papeles comienzan a escasear, ella mantiene su vigencia, tanto que en los últimos tiempos se popularizó un dicho en Hollywood que asegura “Ninguna actriz nacida antes de 1960 puede conseguir un papel a menos que Meryl lo haya rechazado antes”.

Si como actriz, Meryl muestra logros increíbles y sanamente envidiables, como mujer consiguió algo de lo que no todos los mortales gozan: amar y ser amada. En tiempos que abundan los amores tóxicos, líquidos, desencontrados, fugaces, inadecuados, sufridos, ignorados, unilaterales y una interminable lista de amores desastre, desde hace 40 años Meryl vive un amor real que la sostiene y convierte en algo más valioso que una actriz exitosa: una persona amada.

RESPETO Y ADMIRACIÓN

Una familia que construyó junto a su marido, el escultor Don Gummer, de 76 años, con quien contrajo matrimonio en setiembre de 1978, tan solo medio año después de que su anterior pareja con la que llevaba dos años de romance, el intérprete John Cazale, falleciera a causa de un cáncer de pulmón. Aquel amor que iniciaron tras lo que ella misma definió como el mayor golpe de su juventud terminó por convertirles en una de las parejas más firmes, consolidadas y queridas de Hollywood.

Los caminos de Meryl y Gummer se cruzaron cuando el hermano de la actriz, que era consciente del complicado capítulo vital que atravesaba ella, le ofreció vivir durante una temporada en el apartamento del escultor en Nueva York, que en ese momento estaba inhabitado. Cuando Gummer regresó la llama entre ambos se encendió, guiándoles hasta el altar para sellar su amor.

Desde entonces, su historia ha sido un ejemplo de respeto, admiración y encanto para quienes han seguido de cerca sus pasos. Ella nunca ha soltado su mano y él no ha faltado en cada alfombra roja donde su adorada esposa ha tenido presencia.

EL AMOR FUE CRECIENDO

En noviembre del siguiente año nació Henry, el primogénito, en 1983 llegó Mamie, tres años después, Grace y la familia se completó en 1991 con Louise.

Meryl logró algo que parece imposible en el planeta Hollywood y en el planeta Tierra también, un matrimonio feliz y que perdura en el tiempo. Aunque se sabe casi todo de su carrera, poco y nada trasciende de su vida familiar. Algunos piensan que es porque ella cuenta con cierto blindaje de la prensa, pero otros aseguran que simplemente es porque tiene una vida tranquila y sin escándalos. Se sabe que en su casa se encarga de cocinar y suele planchar su ropa.

Para mantener a su familia alejada del foco mediático, la protagonista de Kramer vs. Kramer siguió un consejo de otro “monstruo” del cine: “Cuando mis hijos eran bebés Robert Redford me enseñó que ‘No son tus accesorios’. Realmente admiré la forma en que protegió a su familia. Es algo que emulé conscientemente”.

MATRIMONIO FELIZ

Una de las pocas veces que le preguntaron a Meryl el secreto para un matrimonio feliz aseguró que “es la buena voluntad y la voluntad de ceder, y de callarse de vez en cuando. Aunque quizá también sea simplemente que encontré un gran marido hace muchos años; tengo suerte en ese sentido”.

En 2012, mientras recibía el Oscar y los ojos del mundo del espectáculo se posaban una vez más sobre ella, Meryl dejó bien claro qué era lo importante en su vida.

“Primero le voy a agradecer a Don, porque cuando le agradeces a tu esposo al final del discurso, lo tapan con la música”, empezó risueña, pero luego definió a su esposo como el hombre que la ayudó a “vivir de nuevo”. Y cerró hablándole solo a él “quiero que sepas que todo lo que más valoro en nuestras vidas me lo diste, porque puedes ser la actriz más premiada del mundo, pero cuando después de cuarenta años los brazos de ese hombre que te mira enamorado desde la platea siguen siendo ese lugar seguro donde te sientes amada y comprendida, entonces eso y solo eso es el verdadero éxito, y no la estatuilla que tienes entre las manos, por más dorada que sea”. Un alegato cargado de menciones personales en el que hizo referencia a sus cuatro hijos, que nacieron fruto de su feliz matrimonio.

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