A dos meses de las elecciones y frente a una campaña que empezará oficialmente el próximo 16 de agosto, Lula mantiene todo su empeño en consolidar un amplio frente progresista y hasta sumar a sectores conservadores que se han distanciado de los conflictos generados por Bolsonaro y la extrema derecha que lo apoya.
El capitán de la reserva del Ejército, estancado en un techo del 30% de las intenciones de voto, frente al 45% que ostenta Lula, porfía en una campaña de descalificación contra el voto electrónico adoptado por Brasil en 1996, que nunca ha sido objeto de denuncias de fraude.
Sin embargo, aunque Bolsonaro fue elegido cinco veces diputado con ese sistema y también llegó al poder en 2018 mediante el voto electrónico, insiste sin prueba alguna en que propicia las trampas. El gobernante dio el pasado 18 de julio su paso más arriesgado en esa campaña de descrédito e intentó convencer a unos 40 embajadores extranjeros de las “sospechas” que, según él, genera el sistema. EFE