28 abr. 2024

Los grandes incautos de la campaña

Escucho sus discursos llenos de rabia y frustración y reconozco que me producen un poco de gracia. Están furiosos porque se sienten estafados por los políticos cartistas que les prometieron acompañarlos hasta el final de su cruzada virtuosa en defensa de la educación de los niños.

Son los grupos “provida” y “profamilia”, que se creyeron una película inverosímil que repentinamente el equipo de campaña de Honor Colorado sacó de la galera durante la campaña interna colorada: el Plan Nacional de Transformación Educativa. Había que tumbarlo, pues estaba impregnado de “ideología de género”.

De un día para el otro, Horacio Cartes levantó las banderas de “Dios, patria y familia” e insufló ánimo, prensa y logística a miles de religiosos, padres de familias, creyentes y bienpensantes que, pese a la lluvia, llenaron las calles del centro de Asunción, rezaron y ayunaron “contra la Agenda 2030”. Ninguna argumentación pudo vencer tanto fanatismo.

No sirvió de nada intentar explicar que el mentado Plan de Transformación Educativa no tenía nada de satánico, como tampoco la Agenda 2030, y que incluso esta última había sido firmada por el propio Cartes. Las advertencias de que esas masas tan cándidas estaban siendo manipuladas por políticos inescrupulosos, que descubrieron en la religiosidad y conservadurismo paraguayo un nicho electoral, no fueron escuchadas.

Como aquello les dio resultado, los marquetineros del cartismo se animaron a algo mucho más perverso: la derogación del convenio con la Unión Europea. Eso dejaba sin financiación planes de alimentación escolar y de infraestructura que se venían aplicando desde años atrás. El programa de apoyo era de 38 millones de dólares, pero se estaba en plena campaña electoral y “el Partido Colorado no permitiría que se impongan desde afuera agendas educativas ajenas a lo que establece nuestra Constitución”.

Probablemente, ni los candidatos que pronunciaban frenéticos discursos patrioteros contra la Unión Europea ni los “provida” que aplaudían con entusiasmo habían leído el dichoso plan. Solo que los primeros sabían lo que hacían y los segundos estaban siendo usados. Una ley no puede derogar un convenio internacional. Animarse a semejante atropello pondría en entredicho otras cooperaciones internacionales del Paraguay. Raúl Latorre, Bachi Núñez, Lizarella Valiente y otros lo sabían desde el principio, pero esa posición afín a los dogmáticos religiosos y antiderechos les era muy útil durante la campaña electoral. Querían sus votos. Ahora ya los obtuvieron y ya no estamos en campaña.

Por eso fueron cambiando de talante. Primero, dejaron de ser tan contundentes, luego hablaron de negociar una adenda y ahora nos cuentan que llegaron a un acuerdo feliz con la Unión Europea. El programa ya no se llamará “de apoyo a la transformación”, sino “de apoyo al fortalecimiento”. Además, tiene una suerte de glosario de sinónimos inofensivos para la palabra maldita –género– y una aclaración absolutamente perogrullesca: respetar la Constitución Nacional. Ya está. Feroz papelón internacional, pero asunto olvidado.

En este sentido, le doy toda la razón a los “provida”, fueron engañados: se trata de absolutamente lo mismo. El plan de “fortalecimiento” educativo es idéntico al de “transformación” educativa. Pero eso no me preocupa en absoluto, porque el convenio con la Unión Europea no hará daño a nuestros niños.

Ojalá se den cuenta del modo infantil en que fueron manipulados. Apelaron a elementos afectivos –proteger a nuestros niños de enigmáticas amenazas insertas en una ley– para movilizar voluntades contra un enemigo inexistente y capturar simpatías electorales mientras distraían la atención sobre otros temas. Cuando la campaña terminó, las promesas se olvidaron.

Hoy están furiosos, y tienen toda la razón. Estos respetables e inocentes ciudadanos, sin embargo, lo tienen bien merecido, por ser tan fácilmente manipulables.

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