El sábado anterior había publicado la primera parte de la entrevista, que tuvo lugar en un amplio salón de altos cortinados abúlicos en el Hotel Alvear de Buenos Aires. En la tarde de aquel martes fatídico, el entonces editor de Artes y Espectáculos, Gustavo Olmedo, me comunicó por teléfono la aciaga noticia, con un dejo de necesaria ironía del otro lado del teléfono. Allí mismo empezó la chanza que duró unos cuantos días, a cargo de amigos y colegas, entre risitas y seriedad impostada: No había que dejarse entrevistar por mí, porque llevaba a la muerte.
Pactado desde Asunción previamente, en aquel abordaje porteño –el feriado multitudinario del 1 de mayo de 2012, la mañana siguiente a un memorable y camaleónico recital de Bob Dylan en el Teatro Gran Rex, visto y oído desde una séptima fila magnética– Fuentes habló sobre Gabriel García Márquez y Cien años de soledad, con una referencia indirecta a su propia muerte. Contó que, estando él en París y el escritor colombiano en México, García Márquez le dio a conocer por primera vez la idea de aquel libro.
–Y en seis cartas me va contando el desarrollo de la novela, es una cosa preciosa que yo tengo guardada bajo siete llaves –dijo, con lapidaria sonrisa charra.
–¿Alguna vez cree que podremos acceder a ellas? –le pregunté.
–Dentro de 50 años, sí –contestó.
Es decir, después de su muerte.
Dicha correspondencia tardó mucho menos tiempo en salir a la luz, en realidad. Apenas una década después de que Fuentes haya fallecido, fueron publicadas Las cartas del Boom (Alfaguara, 2023), el voluminoso libro que reúne muchas de las misivas que se escribieron entre sí Fuentes, García Márquez, Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa. Escritores de talla mundial, dos de ellos premios Nobel.
Allí están las seis cartas de Gabo a las que aludió Fuentes en la entrevista, pero son ocho realmente. También están sus respuestas. La más antológica con relación a Cien años de soledad es la que envió a Julio Cortázar el 21 de julio de 1967, dos meses después de publicada la obra en Buenos Aires por Editorial Sudamericana. Como García Márquez estaba inhallable –había viajado a la capital argentina para ser jurado del Premio Primera Plana, junto a Augusto Roa Bastos y Leopoldo Marechal; luego marchado a Colombia antes de ir a Caracas, donde se encontraría por primera vez con Vargas Llosa, reciente ganador del Rómulo Gallegos por La casa verde–, apenas terminada la lectura Fuentes le escribió al escritor argentino “por la necesidad imperiosa que siento de compartir un entusiasmo”.
“Tengo la impresión de haber leído algo así como El Quijote latinoamericano: Un Quijote atrapado entre las montañas y la selva, sin campos que recorrer, un Quijote claustrofóbico que por ello tiene que inventar el universo a partir de sus cuatro paredes derruidas”, le escribió. Y también: “Qué maravillosa re-invención del mundo a partir de esa re-invención de los inventos; qué prodigiosa imagen cervantesca del mundo convertido en discurso de la literatura, en paso continuo e imperceptible de lo real a lo vivido, a lo imaginado”.
Las cartas del Boom (que cubre medio siglo de correspondencia) viene a sumar, para lectores comunes e investigadores, una fuente riquísima para comprender no solo aquello que estos cuatros escritores llamaban “la Mafia” –y la prensa, “el Boom”–, sino la historia misma de la literatura latinoamericana del siglo XX: De cómo el castellano americano conquistó el mundo.