La teoría monetaria, de gran preponderancia académica y política, ha sido históricamente insuficiente para explicar la volatilidad de los precios internos en Paraguay. Dada la cercanía de dos grandes países, inestables macroeconómicamente, siempre hemos tenido el riesgo de inflación importada.
El aumento generalizado de los precios, fenómeno denominado inflación, reduce la capacidad adquisitiva del ingreso y la competitividad de la economía y, con ello, genera cambios negativos en los patrones de consumo y un fuerte malestar social. Esta situación pone en riesgo el buen desempeño macro y microeconómico y también la estabilidad política.
Hoy se agregan los efectos de la pandemia, de la guerra Rusia-Ucrania y de la crisis climática, poniendo límites a la capacidad de la política monetaria para contrarrestar el aumento de los precios.
A pesar de la complejidad de la situación, las autoridades no han logrado presentar soluciones que, a la vez de suavizar la volatilidad económica, conduzcan a adaptarnos al nuevo contexto global que probablemente no será coyuntural.
De hecho, Paraguay ya venía mostrando signos de alarma que no fueron atendidos a tiempo, por lo que todos estos fenómenos exógenos terminaron impactando sobredimensionadamente en la economía. Paraguay, siendo productor de alimentos y energía renovable, debería estar en mejor situación para enfrentar el escenario actual y, sin embargo, es uno de los países que más están sufriendo el aumento de los precios.
Un ejercicio realizado esta semana por Última Hora comparó la variación de los precios en el lapso de un año. Todos los precios, salvo algunas excepciones, fueron remarcados al alza de forma considerable, en algunos casos inclusive con porcentajes de triple dígito.
Tal es el caso de la mandioca y de la cebolla, que entre el mes de setiembre de 2021 y el mismo mes del corriente año aumentaron de precio en más 100%. Entre los incrementos más importantes se ubican el locote, el coquito, el azúcar y la yerba mate con cambios que oscilan entre 26% y 45%. En otro escalón aparecen ítems como los huevos de gallina y el pan felipito, con incrementos un poco más moderados que los anteriormente citados, pero que aún superan la línea de 30%. Todos los productos básicos que fueron incluidos dentro de la canasta básica de consumo se encarecieron en una media de alrededor de 20%.
Todos estos alimentos se producen en Paraguay, la mayoría por la agricultura familiar. Sin embargo, esta es un área fuertemente desatendida por el Estado a pesar de su relevancia para el bienestar familiar y la provisión de insumos para una serie de cadenas productivas, incluso algunas que exportan.
La inversión pública fue disminuyendo en la última década, la inversión física para dotar de caminos de todo tiempo es mínima, así como el apoyo para limitar los mercados oligopsónicos que terminan pagando poco a los productores y cobrando en exceso a los consumidores.
La crisis climática no tiene políticas suficientes. En este caso es fundamental la implementación de un seguro agroclimático y la infraestructura en la finca. La inflación afecta a los productores porque eleva el costo de los insumos y reduce la capacidad adquisitiva de los ingresos, de por sí sumamente bajos en Paraguay. Las políticas públicas que pueden ayudar a enfrentar este fenómeno son débiles a pesar de su gran relevancia. En el corto plazo pueden contener parte del aumento de los precios y en el largo plazo garantizar alimentos sanos para las familias y las industrias alimenticias.