08 ago. 2025

La educación necesita una desalienación urgente

Es evidente la crisis educativa en Paraguay, que no es ajena a la crisis educativa mundial, lo cual no es un consuelo, sino un signo de mayor alarma, considerando que somos un país en desarrollo. Se debe escudriñar más a fondo para que las propuestas de solución y las acciones contemplen todos los factores de la realidad; de lo contrario, se cae en un reduccionismo y no se sale de la alienación actual. Es necesario un sano realismo por el bien de las generaciones presentes y futuras.

La crisis educativa en Paraguay nos afecta en todos los órdenes no solo en el sistema educativo formal, sino también en las relaciones laborales, en la generación de oportunidades de desarrollo económico, en el sistema de salud, en el sistema judicial, en los medios de comunicación, incluso en la vida cotidiana del vecindario, donde se observan sus efectos dañinos en actitudes irresponsables, a veces violentas o infantilizadas, etcétera.

Siguiendo la línea expositiva del especialista en educación Pbro. Jesús Montero Tirado en las páginas del Diario Última Hora, debemos considerar como algunas de las causas de esta crisis: 1. La confusión y reducción de lo que es la educación a mera enseñanza, mientras que la educación consiste en guiar y, a la vez, “sacar lo mejor desde dentro” de las personas para que logren un desarrollo humano integral, teniendo en cuenta las cuatro dimensiones esenciales biológico-corporal, psicológica, social y espiritual. Esto afecta también a la calificación social de los educadores que son considerados meros transmisores o ejecutores de planeamientos, cuando que su tarea es más amplia, bella y desafiante. 2. El reduccionismo y desfasaje de los currículos, planes y programas. 3. Las evaluaciones permisivas y descoordinadas con el perfil integral que los fines de la educación paraguaya establecen para los egresados. 4. La falta de cumplimiento de la ley por parte del mismo sistema y de los procesos educativos que ignoran artículos de la Constitución Nacional (73, 74, 75, 76 y otros) y de la Ley 1264 General de Educación (7,10,11,12,19, 20, 22 y otros). 5. Otras causas son el bajo nivel de la formación y actualización de los educadores profesionales, el prebendarismo político, la sumisión a políticas extranjeras colonialistas, la pasividad de los padres, las adicciones, etcétera.

Ante este panorama crítico, no podemos responder con simples elucubraciones mentales, sofismas o excusas inaceptables. Debemos enfrentar con más valentía nuestra parte en la búsqueda de soluciones realistas, para corto, mediano y largo plazo.

Para construir políticas de Estado necesitamos retomar primero los principios claves que cimentan la educación y también reconocer falencias para rectificar inteligentemente: 1. Apuntar a la dignidad de la persona y a su desarrollo integral, como origen y fin de la educación. Este es un problema antropológico que requiere la concurrencia de los paraguayos más aptos intelectual y moralmente para aprovechar aspectos positivos de experiencias anteriores y superar los errores. 2. Retomar el protagonismo de la comunidad educativa desde la misma planificación, ejecución, control, evaluación del sistema, tal como lo manda la ley, pero que hoy en día se transfiere casi por completo al Estado, que no es el primer responsable de la educación, ya que esta recae en la sociedad (Constitución Nacional). 3. Redimensionar el rol subsidiario del Estado que ni puede estar ausente, ni debe totalizar los espacios de poder para el logro de la mejora de la calidad. Es inaceptable una rectoría gubernativa totalizante. 4. Poner en valor la libertad educativa responsable, con respeto a la diversidad ideológica y la promoción del pensamiento crítico, que permitirán una maduración de los ciudadanos, partiendo siempre de las bases esenciales de respeto a la ley moral natural y al derecho natural, ya que, de lo contrario, estos nobles conceptos se convierten en armas de relativismo moral dañino. 5. Revisar y rectificar el uso del presupuesto educativo que los ciudadanos sostenemos con nuestros impuestos, reduciendo gastos innecesarios o superfluos, invirtiendo y apuntando a la calidad en el uso de recursos materiales.

Hay varios factores más que se pueden tener en cuenta para desalienar las prácticas actuales en lo referente a la educación, pero ningún proyecto o sistema funcionará sin el involucramiento concreto de los ciudadanos de a pie, de los padres de familia, de la comunidad educativa y de la sociedad en general. Es una misión urgente.

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