Paraguay se ha distinguido por un exitoso crecimiento del producto interno bruto (PIB) y una trayectoria de estabilidad macroeconómica si tenemos en cuenta la evolución de la inflación general y el tipo de cambio. Sin embargo, la conjunción entre alto crecimiento y estabilidad de algunos indicadores no se ha traducido en la confianza de los mercados internacionales. Esta escasa confianza se ve erosionada aún más en la actualidad por la trayectoria ascendente de la deuda pública y del déficit de la Caja Fiscal.
La debilidad de las instituciones fiscales representa un riesgo latente que frena las oportunidades del país de seguir financiando su desarrollo. Las señales de confianza que debe dar el país ante la situación de la deuda pública y de la Caja Fiscal ya no pueden limitarse a los indicadores históricos de inflación, tipo de cambio o crecimiento del PIB o más reciente ratio deuda/PIB.
Paraguay necesita realizar reformas estructurales para que se sostenga la estabilidad macroeconómica y se logre un crecimiento a largo plazo a partir de un modelo más resiliente a los riesgos actuales, que se proyectan en el futuro con mayor profundidad.
Estas reformas permitirán además que el país pueda refinanciar su deuda en mejores condiciones crediticias que las actuales asumiendo las dificultades para el repago que ya enfrenta.
La austeridad fiscal que están asumiendo las autoridades fiscales para cumplir con los compromisos de las emisiones de bonos se convierte en un obstáculo para el futuro del país, ya que la imposibilidad de continuar financiando la acumulación de capital humano y de infraestructura física impedirán en el mediano plazo mantener un crecimiento económico estable y capaz de hacer frente a shocks externos derivados de la volatilidad del comercio internacional y del cambio climático.
Si bien el ratio deuda/PIB ubica a Paraguay por debajo de muchos países latinoamericanos, la trayectoria creciente, y a un ritmo exageradamente rápido de la deuda, constituye un riesgo que está siendo observado por los agentes internacionales, incluyendo las agencias de calificación; la conjunción entre alto crecimiento y estabilidad de algunos indicadores no se ha traducido en la confianza de los mercados internacionales medida por la inversión extranjera directa.
La teoría económica y el sentido común sugieren que existe un punto de inflexión a partir del cual los niveles de deuda comienzan a afectar negativamente el crecimiento, al desviar recursos hacia el servicio de la deuda y aumentar la prima de riesgo país. Paraguay no ha alcanzado ese punto, pero la dirección en la que se mueve es crucial. La advertencia de las calificadoras es, en esencia, una llamada de atención preventiva para corregir el rumbo.
La confianza de los agentes económicos no se construye solo a partir de indicadores cuantitativos como los señalados en los párrafos anteriores. La evaluación incluye factores cualitativos, como la calidad de las instituciones públicas, la transparencia en la gestión pública, la previsibilidad de las políticas económicas y la fortaleza del marco legal.
Históricamente, Paraguay ha adolecido de una significativa debilidad institucional en estas áreas. La reforma de la Caja Fiscal representa la materialización concreta de este imperativo institucional, ya que esta está absorbiendo recursos públicos de manera casi insostenible por su riesgo macroeconómico, contribuyendo a otro de los problemas graves para el crecimiento como es la desigualdad. La reforma de la Caja Fiscal es el tipo de acción que puede compensar la preocupación por una deuda creciente, al demostrar que el país tiene las herramientas institucionales para gestionarla de forma responsable.
La reducción de la deuda pública sin causar daño a la ciudadanía es un objetivo necesario, así como la reforma de la Caja Fiscal para evitar su completa destrucción y sus efectos negativos en el resto de la población. La decisión respecto a las reformas necesarias no solo definirá la opinión de los agentes externos, sino que determinará la capacidad del país para construir una prosperidad más resiliente y menos vulnerable a los vaivenes del ciclo político y económico en el largo plazo.
