24 jul. 2025

La desértica Isla de Lobos donde nació Josefina Plá

Un paseo por la tierra natal de la escritora española, que adoptó la ciudadanía paraguaya tiempo después de marcar toda su cultura.

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El busto de Josefina Plá mira hacia el mar.

Mario Casartelli | Poeta

Aquí, en Islas Canarias, desde Tenerife a Fuerteventura se llega en 45 minutos de vuelo. Luego, desde el aeropuerto al muelle de Corralejo, en auto, en media hora. Allí, en ese puerto de Corralejo, se aborda un barco o barcaza que parte cada una hora a Isla de Lobos, aunque, en verdad, es apenas un islote situado entre Fuerteventura y la isla Lanzarote.

Ya desde lejos se ve la silueta de una parte elevada de isla. Allí se encuentra el faro de Martiño, el mismo donde naciera Josefina Plá, en 1909, cuando su padre oficiaba de farero. Y allá vamos.
Si el viento no es impetuoso, el viaje fluye calmo y placentero. Y en un abrir y cerrar de ojos –solo quince minutos– la nave arriba al pequeño atracadero denominado El Puertito. Pisamos tierra y el islote que se abre a nuestros pasos recién llegados.

A unos 20 metros se yergue rotundo el busto de la gran Josefina Plá. Allí está ella, con su mirada infinita contemplando la infinitud del mar. Allí está, rodeada de piedras volcánicas negras, sobre un suelo arenoso envuelto en diminutos arbustos que oscilan del verde musgo al terracota. Allí está ella, firme ante el viento ululante y las olas que se rompen y estallan en sonoras espumas.

Allí, ante el cielo y las aguas que se funden, las gaviotas se entrecruzan y sus alas y pechos blancos se convierten en espejos del mar, porque adquieren en el vuelo el reflejo del mismo matiz.
Frente a la efigie de Josefina, otra escultura, la de dos lobos marinos que descansan apegadas al suelo; lobos que, según relata un isleño, “nos recuerdan a aquellos animales cuya carne era alimento, su grasa servía para alumbrar faroles y ahora se extinguieron ante la mano impía del hombre”.

Su nombre en las solitarias latitudes

Aquí, el nombre –el inconmensurable nombre– “Josefina Plá" está esculpido al pie de su rostro y constituye el gran símbolo que da aliento a estas solitarias latitudes.

La placa dice: “Homenaje del ayuntamiento de la oliva a Dña. Josefina Plá (1909-1999). Escritora y profesora nacida en la Isla de Lobos y afincada en Paraguay desde 1927, donde desarrolló una dilatada e importante trayectoria literaria. 23 de abril 2003".

Este reconocimiento en su tierra natal surgió tras la visita del rey Juan Carlos y su esposa al Paraguay, que llegaron a su propia casa ubicada en la esquina de República de Colombia y Estados Unidos. Hoy existe en Fuerteventura una sala cultural que lleva su nombre, con abundante material biográfico, y la directora, Elsa Quesada, nos cuenta que casi todo cuanto se expone allí fue comprado del Museo del Barro en Paraguay.

¿Qué se sabe de su infancia? Por cosas que ella misma contara, la imaginamos en brazos de sus padres, cuando salen del faro y suben a un bote rumbo al puerto de Corralejo y viceversa para realizar gestiones cotidianas. Su paisaje se limitaba entonces a ese entorno, como ella misma señaló de aquel árido suelo de viento y olas constantes que moldearon su carácter y visión del mundo.

Señala el escritor Domingo Montañez lo siguiente: “Jamás un lugar tan pequeño ha tenido tanta proyección internacional. En ese trozo de tierra entre Fuerteventura y Lanzarote, nació en 1909 Josefina Plá Guerra Galvany, en el seno de una familia con profunda vocación marinera, y su padre y abuelo paterno eran fareros. Esta ilustre y destacada escritora fue bautizada a lomos de un camello en Femes (Lanzarote). La inquietud literaria la sacudió desde muy pequeña, pues el padre, Leopoldo Plá, era un hombre culto y colaboraba en algunos periódicos”. Según la propia Josefina, “poseían una biblioteca abundante en obras serias, aunque escasa en libros de entretenimiento, ficción y poesía”.

Su pronto despertar literario hizo que a los seis años escribiera sus primeros versos y que a los 14 años los publicara. “Residió durante algunos años en la Isla majorera –prosigue Montañez– aunque la mayor parte de su niñez y adolescencia transcurren en Vascongadas, Alicante, Valencia y Almería, donde se casa por poderes en 1923 con el artista paraguayo Andrés Campos Cervera (Julián de la Herrería), cuado contaba entonces Josefina Plá con catorce años de edad y su recién marido 36".

Al perder a su compañero Julián, Josefina Plá arribó un día al Paraguay para no irse nunca más. Y en su definitiva residencia experimentó en carne propia lo que todo paraguayo pensante vivió en esas décadas: los avatares de la Guerra del Chaco, el fascista gobierno de Higinio Morínigo, el golpe de Alfredo Stroessner, el autoritarismo militar y los riesgos de manifestar pensamientos propios, hechos que creaban una atmósfera de cárcel al aire libre. Pero asumió Josefina la patria como suya y en ella desarrolló su portentosa obra artística, periodística, histórica y literaria, cuyo legado es uno de los más prolíficos de toda América Latina a lo largo del siglo XX.

Y aquí estamos, recorriendo su pequeño suelo natal, sintiendo de algún modo el hálito edificante de su presencia. Y al partir la contemplamos con ansias de grabar todo en los ojos. Y pensamos que por esas paradojas de la vida, Josefina Plá nació en una isla rodeada de mar y murió en una isla sin mar.

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