@lizanaliapy
La directora de Género del Ministerio Público, Elida Favole, expone la radiografía que dejan los números: Mientras los casos de coacción sexual va en aumento; el acoso, que es su antesala, casi no se denuncia. Además, explica cómo el sistema judicial desalienta a las víctimas y advierte sobre retrocesos en educación.
–¿Cómo evaluás el avance de la violencia en nuestro país?
–Se va incrementando, especialmente la violencia familiar. Coacción también es otro de los hechos que si bien no toma mucha notoriedad pública, es un número que se acrecienta.
En cuanto a los números de feminicidio, podemos señalar que está en un promedio; sin embargo, estamos hablando de vidas, entonces tiene que ser en realidad cero cuando hablemos de feminicidio.
Haciendo un análisis, señalo como positivo la condena que se tuvo recientemente en un caso de coacción. ¿Por qué es emblemático el caso? Porque esconde detrás la cultura del acoso, que deviene muchas veces en la coacción sexual.
La antesala de la coacción generalmente es el acoso sexual. Y las denuncias de coacción ya son hechos consumados y estamos hablando de 1.300 o 1.400 causas de coacción. Sin embargo, las de acoso sexual no llegan ni a 200 al año. No se denuncia.
Es un dato que hay que analizar en profundidad porque es un hecho que cuesta demostrar, y por lo general, esa carga se le deja a la víctima.
Por otro lado, la expectativa es muy baja. En el acoso son dos años y cuesta mucho que llegue a juicio y cuando llega a juicio, en el 90% de los casos, no son confirmados en segunda y tercera instancia, porque por lo general ya prescribe por el tiempo.
Se necesita una pena más elevada, que vaya más de tres años, que eso hace que tenga que subir también la expectativa de pena para coacción.
El hecho de que no se denuncia, no significa que no pase, al contrario, yo creo que la cantidad de acosos debe superar probablemente los números de coacción, porque es un hecho cultural que está muy naturalizado, tanto en la función pública como en el ámbito privado.
–Muchas mujeres no denuncian el acoso porque no te creen y se minimiza el hecho…
–Las dos cosas suceden, no te creen, entonces la carga de probar recae mucho en la víctima y, por el otro lado, también la baja expectativa de la víctima. Por lo general, un proceso judicial te lleva casi un año y medio y al final de cuentas la pena no es mayor y termina también que no es confirmado en segunda instancia.
Es un mensaje muy negativo para las víctimas, por eso el caso de coacción que fue condenado recientemente (caso Carlos Granada) es un hito que marca, da un mensaje importante a la sociedad. Es una pena que tuvo que haberse consumado un hecho y tantas víctimas detrás. Imaginate que con todas las víctimas que hay, aún así se pone en duda el relato.
–¿Un acoso o coacción sucede en la oscuridad?
–Además del ámbito de la intimidad (porque ocurre entre cuatro paredes donde está solo la víctima), por lo general también el agresor ya tiene estructurado cómo va a ser su cuartada. Casi siempre es creando un escenario de descreimiento contra la víctima. Eso es casi todos los casos ocurren.
–¿Cómo estamos avanzando en erradicar la violencia de género?
–Tenemos nosotros como un retroceso, porque la violencia en general contra la mujer, a fin de que esto pueda erradicarse o bajarse los números, necesita una reprogramación en materia educativa, a nivel de toda la sociedad.
Sin embargo, vemos que desde la institución como el MEC, por ejemplo, hoy evitan utilizar el término género, ¿qué significa eso? significa que atenta directamente contra todo lo que se ha construido en materia de protección sobre la víctima.
Porque es la utilización del término género lo que nos lleva a entender todas esas diferencias o desigualdades de poder entre hombre y mujer. Al utilizar la palabra género, estamos hablando de perspectiva de género, significa que toda una política tiene que estar diseñada en base a programas con un enfoque ya no reactivo, sino preventivo a través de la educación.
Está muy normalizada la violencia en general, y dentro de esa normalización, se invisibiliza lo que es referente a la violencia contra la mujer, solamente cuando se denuncia, se dan estos datos. Y aparte de eso hay una narrativa que siempre busca contrarrestar. Cuando una mujer intenta poner límites a situaciones de abuso, de hostigamiento, de acoso, lo primero que se dice es que es argel.
Yo siempre suelo decir que somos una sociedad violenta, pero esa sociedad violenta tiene varios capítulos, donde lo que más se incrementa es contra la mujer, y de una manera desproporcional.
–La ley del 2017 establece 15 tipos de violencia. ¿Hay nuevas formas?
–Esos tipos de violencia siempre existieron, sin embargo, lo que estaban era invisibilizado. Y lo que la ley trae hoy en día es poner en un punto de abordaje a esos tipos de violencia. Sí, podemos señalar que varios de estos tipos de violencia no tienen sanción todavía, lo que deja en una situación de desprotección a la mujer en esos capítulos.
Por ejemplo, la violencia política. Incluso, hay una corriente muy fuerte de no penalizar en ese escenario ese tipo de violencia, cuando en realidad se refiere al ejercicio de la mujer en su vida pública, no solamente a la mujer que es política partidaria.
La violencia política también ocurre en organizaciones civiles, ocurre en organizaciones sociales, en estructuras, ocurre en la función pública, cuando una mujer ocupa una función pública. Entonces no es solo en el ámbito de la política partidaria, y a veces la gente confunde.
Y también está la violencia digital, que fue el lema de este año de la ONU Mujeres, sin embargo nuestro país no tiene una sanción penal.
Lo que hace hoy el sistema es tratar de indagar o evaluar las conductas que se van desplegando dentro del ámbito virtual o digital y adecuar dentro de algún tipo penal que exista y eso es un desprotección contra la mujer.
–¿Cuál es el impacto de estos tipos de violencia en la mujer en nuestra sociedad?
–Un escenario de violencia puede llevar a un escenario de más extremo como el feminicidio. También la violencia afecta gravemente la salud física, psicológica, emocional, en el ejercicio como ser humano, afecta extendidamente a sus hijos, a la familia que le rodea, entonces le impide un pleno desarrollo de su condición humana. Aparte que es una violación de derechos humanos.
El Estado debe ser el primero en preocuparse en que se cumpla la ley, que se pueda rellenar todas esas lagunas que hoy dejen una desprotección a la mujer.
La antestala de la coacción es el acoso sexual. Y las denuncias de coacción ya son los hechos consumados y son 1.300, 1.400 y el de acoso no llegan ni a 200 al año. No se denuncia.
Los números de feminicidio podemos señalar que está en un promedio; sin embargo, estamos hablando de vidas, entonces esto tiene que ser en realidad cero cuando hablemos de feminicidio.
Elida Favole
Encargada de la Oficina Técnica de Género.
Es periodista especializada en temas de Género, Violencia, Violencia Escolar y Niñez.
Fue proyectista de la guía de acciones y lineamientos básicos en casos de abuso en niños y de la creación de la Oficina Técnica de Género.
Formó parte del Protocolo de Investigación de Feminicidios.