Con empate técnico en las encuestas, la vicepresidenta demócrata de 60 años y el ex presidente republicano, de 78, invierten cientos de millones de dólares en un último empujón para convencer a los votantes indecisos e inclinar la balanza a su favor.
Alrededor de 18 millones de estadounidenses ya han votado por correo o en persona, lo que representa más del 10% del total en 2020. Y en estos comicios, el nivel de participación podría ser el factor decisivo para conseguir las llaves de la Casa Blanca.
En unas elecciones en las que cada voto cuenta, los candidatos tratan de atraer a comunidades enteras como los afroestadounidenses y los latinos.
Se estima que unos 17,5 millones de hispanos votarán en estos comicios, así que pueden marcar una diferencia, sobre todo en los siete estados bisagra o pendulares, que votan por un candidato y no por un partido.
La mayoría de los latinos votan por los demócratas, pero Trump ha arañado votos hispanos, sobre todo entre los hombres.
El republicano, cuya retórica antimigración se radicaliza, participó en una mesa redonda con simpatizantes latinos en Florida. “No necesitamos otra persona con bajo coeficiente intelectual, tuvimos una durante cuatro años, no necesitamos otra”, dijo el ex mandatario, quien habló también de economía, pero sobre todo de lo que él considera una prioridad: La inmigración ilegal.
Volvió a acusar al gobierno del presidente Joe Biden de haber perdido a 325.000 niños migrantes que, según él, ahora son “esclavos sexuales, esclavos, (están) desaparecidos o muertos”.
Parece referirse a un informe de la Oficina del inspector general del Departamento de Seguridad Interior, que afirma que se ha perdido el contacto con más de 32.000 niños migrantes no acompañados que no han acudido a la corte tras quedar en libertad entre 2019 y 2023. Añade que más de 290.000 menores no recibieron avisos para ir al tribunal.
Trump encadenó con otro tema: Una filtración de documentos sobre el proyecto de ataque israelí contra Irán.
“Te despiertas con la noticia de que hemos entregado todo el plan de acción israelí al enemigo. ¿Quién podría imaginar esto?”, dijo.
Al final, el grupo de latinos rindió culto a Trump como si fuera un mesías.
Todos en pie con los ojos cerrados, algunos con el brazo en alto apuntando a Trump, o una mano sobre el hombro del ex presidente recitaron dos oraciones para pedir a Dios que guíe sus pasos.
Los demócratas critican la aptitud mental y física de Trump para ocupar el Despacho Oval.
Pero los mítines del republicano se llenan con una marea de simpatizantes incondicionales.
SUEÑO AMERICANO. Harris, en tanto, concedió una entrevista a la cadena en español Telemundo. La vicepresidenta promueve una “agenda de oportunidades para los hombres latinos”. Según la campaña de Harris, “reducirá los costos, aumentará la propiedad de viviendas y ampliará las oportunidades laborales, y garantizará que los hombres latinos y sus familias puedan alcanzar sus aspiraciones y lograr su sueño americano”.
La candidata demócrata acusó a Trump en la red social X de haber “faltado al respeto a los hombres latinos y sus comunidades”. Harris cuenta con dos bazas en el tramo final de la campaña: Los Obama. El ex presidente demócrata y la ex primera dama darán mítines en tres de los siete estados claves.