Denunciando la corrupción y la impunidad, su impacto negativo en la credibilidad del sistema de Justicia, así como la presión ejercida sobre jueces y fiscales por estructuras mafiosas que buscan someter la administración de justicia, monseñor Juan Bautista Gavilán, obispo de Coronel Oviedo, pidió orar por los distintos escenarios que no favorecen al país.
Esto, durante la misa de las vísperas de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, celebrada en la Basílica de Caacupé, que tuvo como tema ‘‘Orar y anunciar la buena noticia del Evangelio’’, y en la que el eclesiástico expresó fuertes declaraciones sobre diversos aspectos que afectan la convivencia y el bienestar común en Paraguay.
Gavilán hizo un llamado de atención al Ministerio Público, instándolo a reflexionar sobre su actuación en el cumplimiento de sus deberes constitucionales. Criticó la aparente falta de interés de esta institución ante escándalos de corrupción en las esferas públicas que involucran a poderosos grupos económicos del sector privado.
‘‘Esto obliga al Ministerio Público a extremar los recursos para que la ciudadanía perciba su independencia y su libertad de acción efectiva frente a los otros poderes del Estado, y sobre todo, frente al crimen organizado, que ha permeado profundamente las instituciones públicas, cuyo poder económico también ha infiltrado en la propia sociedad paraguaya’’.
Monseñor Gavilán abordó temas sociales urgentes, como la pobreza extrema, la invisibilidad de las personas con discapacidad, la violencia contra niños y niñas, el abandono de adultos mayores y la violencia contra la mujer. Instó al Estado a cumplir con el mandato constitucional de impulsar planes y políticas para abordar estas problemáticas para superar los factores que impiden la adecuada atención a las necesidades de estos sectores.
En cuanto a la producción agropecuaria, el obispo lamentó la falta de equidad y una política efectiva de reforma agraria que permita a los pequeños agricultores sustentarse y alimentar a sus familias.
‘‘El Paraguay, por la producción del país, alimenta a 80 millones de hermanos extranjeros y que, en cierta manera, es un orgullo de los grandes productores. Sin embargo, no somos capaces de hacer que produzcan los pequeños agropecuarios para sustentarse y subsanar el problema de cientos y miles de familias que pasan hambre’’.
Denunció las condiciones precarias en las cárceles, instando a detener la violencia y el comercio ilícito interno y, en no pocos casos, la pérdida de la vida de muchos compatriotas en las cárceles. ‘‘Cuándo podemos detener los robos callejeros de las casas, en los lugares de trabajo, en instituciones estatales, por eso invocamos al Señor’’.
En cuanto a la distribución de la riqueza y la necesidad de una política pública que promueva la equidad y la justicia social, el obispo citó al papa Francisco, indicando que la teoría económica del derrame no funciona y que es necesario que el Estado actúe para garantizar un desarrollo humano integral para los sectores empobrecidos de la sociedad.
Entre otros escenarios de la realidad nacional, Gavilán mencionó que el miércoles asistíamos a un espectáculo tan triste, cuando en el Senado se buscó aprobar la creación de la Superintendencia de Jubilaciones, con ‘‘la intención de robar el patrimonio de los pobres trabajadores, de los jubilados, ancianos que salieron a decir en el país ese es nuestro patrimonio. Retrocedieron los que querían avasallar con fuerza y engaños como dice San Pedro’’.
Sacerdote exhorta a superar la exclusión y el sectarismo
El sacerdote jesuita Alberto Luna pidió ayer arrancar el clericalismo, superar el sectarismo, la exclusión, el machismo de la sociedad. Recordó las deudas que tiene el Estado en la salud, educación e instó a los fieles a cuestionar sobre el rumbo que toma el país con el narcotráfico, tráfico de armas dentro de la famosa frase “Usen y abusen del Paraguay”, realidades que ‘‘Dios ve en la Iglesia, en la sociedad paraguaya’’.
Dijo en la misa de la tarde, frente a los miembros de la Conferencia de Religiosos del Paraguay (Conferpar) que peregrinaron hasta la basílica, que superar el clericalismo es un camino de conversión y cambio que debemos transitar en la Iglesia.
Destacó que ser católico es una vocación de integración de la gran diversidad del pueblo de Dios y ser capaces de ver más allá del propio sector superando el dominio y la exclusión de unas tendencias teológicas, espirituales, ideológicas, contra otras, de construir comunión y consenso a través del diálogo, la escucha y el respeto, de integrar las legítimas diversidades que conforman esta comunidad, diversidad que no es una amenaza a la unidad de la Iglesia, en la cual la unidad nunca debería entenderse como uniformidad.
Destacó que Dios ve la realidad de las familias, padre, madre e hijos, pero no todos son así porque desde hace tiempo hay madres que crían solas a sus hijos, un tío o un abuelo que hace de padre. También mencionó a la abuela memby. ‘‘Ha mba’éicha piko ja’éta ichupe kuéra peeko ndaha’éi familia, pee napeimembái”.
La Justicia –mencionó– está encabezada en algunos casos por personas sin la debida idoneidad, una muestra de la debilidad de las instituciones. “Máva favórpepa ojepokãta hína”, se preguntó.
Además el No te calles de los universitarios ya no retrocede y uno de los ejemplos fue que salieran los jubilados y aportantes a decir “IPS no se toca” y la Iglesia pide que se debata el proyecto de ley de superintendencia.
En cuanto a la macroeconomía, el jesuita dijo que abrimos de par en par las puertas a la inversión de grandes capitales. “Sa’i jakovra umi oúvape ha umi ikokue guasu guasúvape. Tenemos la menor carga impositiva de la región con flexibilización laboral y débiles o inexistentes controles ambientales”.
Lamentó que se siga organizando polladas para cubrir gastos en salud porque el Gobierno no es capaz de cubrir, siendo su obligación. “Aquellos que postergan las justas y necesarias reformas sociales se hacen responsables de que ellas se busquen imponer por caminos violentos“.