20 sept. 2025

Injustificables privilegios para quienes representan al pueblo

Los trabajadores y trabajadoras que aportan al Instituto de Previsión Social (IPS), con el anhelo de acceder a una jubilación digna en su vejez, al igual que quienes contribuyen a otras cajas jubilatorias, observan con creciente preocupación la crítica situación de los sistemas previsionales del Paraguay. No solo hay preocupación, sino también una profunda impotencia al ver los privilegios de la clase política: mientras los parlamentarios acceden a jubilaciones vip, se exige a los trabajadores aportar más años para poder acceder a sus pensiones

Recientemente, la Cámara de Senadores rechazó una propuesta que ya había recibido media sanción en la Cámara de Diputados y se trataba de la modificación del artículo 15 de la Ley de Fondos de Jubilaciones y Pensiones del Poder Legislativo, más conocida como jubilación vip. Pretendían los diputados incorporar la figura del “Afiliado voluntario”, que beneficiaría a quien tuviera dos periodos parlamentarios, para que pudiera seguir aportando a la Caja hasta recibir una de las modalidades de jubilación.

Para los congresistas, como jubilación ordinaria se estipula un monto de G. 20.932.450, para quienes tienen 15 años de aporte, que es el equivalente a tres periodos en cualquiera de las cámaras. Un tema, sin duda, polémico, considerando los años que debe cumplir un trabajador para acceder a la jubilación, llegar a los 60 años de edad y haber aportado durante 30 años.

Este es un privilegio que es sostenido con el esfuerzo y el sudor de los trabajadores del Paraguay, laborantes que deben soportar cotidianamente las preocupantes informaciones respecto a la grave crisis que están sufriendo sus cajas jubilatorias, una crisis que, sin duda, pone en riesgo que estos obreros puedan recibir sus pensiones tras más de tres décadas de duro trabajo.

Sin embargo, para la Caja de los Legisladores no hay crisis y, de hecho, que fue el propio Congreso, con un guiño del Poder Ejecutivo ha logrado importante monto para el salvataje la caja “deficitaria” de los legisladores, autoconcediéndose una ampliación de G. 3.500 millones. Además, se reincorporó el aporte estatal para la jubilación vip en el Presupuesto General de la Nación.

Por un lado, y como señalara Pedro Halley, presidente de la Unión Nacional de Jubilados, ese sistema, que beneficia a unos 140 o 150 legisladores, es cerrado y estructuralmente inviable, pues tiene un número limitado de aportantes y un creciente número de beneficiarios que se jubilan con altos haberes.

Por otro lado, se debe señalar la enorme desigualdad que supone que, mientras a los jubilados comunes se les aplican ajustes anuales irrisorios, los parlamentarios jubilados gozan de incrementos automáticos, vinculados al salario de los legisladores activos. Es arbitrario que no se ajuste el haber jubilatorio de un parlamentario por el IPC como el de todos los trabajadores del país.

Son privilegios injustificables para, precisamente, un grupo de personas que según la Constitución, representan al pueblo, ya que es el pueblo quien los elige para que gobiernen en su nombre.

Como señalara monseñor Amancio Benítez, obispo de Benjamín Aceval, en la misa central de la Basílica de la Virgen de Caacupé, los políticos “ndohechakuaái” se desentienden de los problemas que aquejan a la gente, y mencionó a los jubilados, las personas estafadas en el caso de la mafia de pagarés o los que son atendidos de manera precaria en los hospitales.

El obispo sostuvo que las autoridades deben fijarse más en su responsabilidad vinculada a las necesidades del pueblo, ya que son los que deben buscar la forma de ayudar a su gente con las necesidades que sufren día a día. Señaló también que la gente necesita alivio y tranquilidad de parte de las autoridades, sin embargo, ellos mismos son los que se encuentran en conflictos constantes, con sus malas acciones.

Instó a los políticos a “hacer bien su trabajo”, gobernando con honestidad, ya que para eso fueron elegidos, y porque en su momento prometieron ayudar y aliviar la situación difícil de cada persona. Y, por último, pidió que Dios y la Virgencita de Caacupé bendigan al Paraguay y que toquen los corazones de las autoridades.

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