Tras cada misa, ya sea central o intermedia, Caacupé enfrenta una imagen que avergüenza y preocupa: la vista céntrica se convierte en un mar de botellas, bolsas plásticas, vasos descartables y todo tipo de residuos tirados sin piedad en plena vía pública.
En la Explanada, en las veredas y hasta frente a los puestos de venta, los peregrinos deben avanzar esquivando la basura que se acumula a tal punto que ya forma parte del paisaje entre celebración y celebración.
La Municipalidad recuerda que existen tachos de basura distribuidos por todo el casco céntrico, pero aún así la irresponsabilidad ciudadana se impone. La cantidad de residuos que queda tras cada celebración religiosa supera cualquier preparación previa, y los trabajadores de limpieza vuelven a empezar de cero una y otra vez.