Estos eventos, sean por la imprudencia de los conductores o por la ingesta de alcohol, por la velocidad o el descuido, nos dirigen, por un lado, a una realidad de hospitales colapsados y, por el otro, a contar con toda una generación de personas lisiadas como consecuencia de los brutales accidentes. El Estado nada ha hecho hasta ahora y debe convertir este tema en un asunto de interés para formular políticas públicas.
Una década atrás, los accidentes de tránsito constituían la principal causa de muerte en el país: Según los datos, cinco personas por día morían en siniestros del tránsito. Resulta sumamente frustrante observar cuán poco se ha avanzado desde entonces. Actualmente, los siniestros viales y las muertes por violencia urbana o civil van en aumento y ante esta situación, las autoridades deberían estar en alerta.
Es inconcebible que autoridades nacionales y municipales no vean las escenas que se repiten a diario en todo el país, ya que es tan común ver en las calles y rutas a familias completas viajando sobre una moto, poniendo en riesgo sus vidas y las de niños pequeños; forma parte de nuestra cotidianidad observar a conductores viajando con el casco colgado del brazo.
No caben dudas de que una de las grandes debilidades que sufrimos en el Paraguay es que, si bien disponemos de leyes de seguridad vial, estas no solamente no se cumplen por parte de los conductores, sino que son las mismas autoridades encargadas de hacerlas cumplir las que hacen caso omiso, sin mencionar las cotidianas denuncias de corrupción por pedido de coimas en calles y rutas. Todo esto se traduce en una especie de anarquía en las calles, donde los conductores se comportan de forma temeraria a la hora de salir a las rutas: No usan el cinturón de seguridad, no utilizan la sillita para niños, no usan casco ni chaleco, sin mencionar la ingesta de alcohol y el uso del teléfono móvil, todos factores de riesgo que a diario culminan en accidentes.
Los datos de las instituciones señalan que el 80% de los accidentados en el tránsito atendidos en el Hospital de Trauma Dr. Manuel Giagni son motociclistas y muchos de ellos son niños. Estos datos corresponden a los casos atendidos el año pasado, de pacientes derivados de Asunción y Central, pero lo peor es que este alto índice de accidentes de motos se mantiene durante todo el año, según afirma el director del Hospital del Trauma, Juan Fernández.
Solamente en 2023 fueron atendidos un total de 105.000 pacientes accidentados. Las atenciones no solo son de urgencias, sino también en cirugías complejas. Solo el año pasado se realizaron más de 8.000 cirugías complejas a accidentados, esto es, cirugía de cráneo, de maxilofacial, de tórax, abdomen, traumatológicas y vasculares.
Esta situación supone una epidemia de salud pública, pues es más que evidente que impacta en el presupuesto, el cual es consumido por los pacientes accidentados en moto.
El titular del hospital de referencia expresó, asimismo, su preocupación porque las víctimas no son solo adultos, sino también niños de diferentes edades, cuando se supone que los menores de 12 años no pueden subir a las motos y no deben viajar de acompañantes.
Esta situación es el resultado directo de la falta de control por parte de las autoridades nacionales y municipales.
Es imperativo, por lo tanto, implementar medidas de urgencia para detener esta epidemia.