02 may. 2024

Entender que la estabilidad macroeconómica no es suficiente

La estabilidad macroeconómica no llega con el mismo éxito a los hogares y a las empresas. Sobran los indicadores para mostrar que las autoridades le han dado más relevancia a la primera, dejando de lado la segunda bajo un supuesto errado de que el derrame sería automático. Dos décadas de estabilidad macro sin cambios sustanciales en el mercado laboral son probablemente la señal inequívoca de la necesidad de una transformación en la mirada y en las políticas públicas sobre los objetivos de los instrumentos económicos y sus resultados.

El propio Banco Central del Paraguay en un libro publicado en 2016 señala que la estabilidad macroeconómica es una condición necesaria, aunque no suficiente, para incentivar el crecimiento económico. A mayor estabilidad y menor incertidumbre, la inversión privada tiende a dinamizarse y el país crece más rápido, señala un párrafo del referido documento.

El mismo vínculo que existe entre menores niveles de incertidumbre y resultados macroeconómicos existe a nivel microeconómico. Altos niveles de incertidumbre limitan el buen desempeño de los hogares y las empresas. El elemento bisagra es el mercado laboral, ya que allí es donde se encuentra la oferta de trabajo proveniente de los hogares con la demanda de trabajo de las empresas.

La preocupación por el mercado laboral en Paraguay es casi inexistente. La informalidad se mantuvo en 65% a lo largo de los años sin cambios relevantes. El acceso a seguridad social nunca superó el 25% de la población ocupada. El 70% de los trabajadores ganan como máximo 1,5 salarios mínimos, la mitad de ellos menos del equivalente a un salario mínimo. No existe seguro de desempleo.

Las micro, pequeñas y medianas empresas, que constituyen alrededor del 75% del total y ocupan a casi el mismo porcentaje de la población ocupada, tampoco cuentan con programas de apoyo que les garanticen certidumbre o estabilidad. Ni los servicios públicos existentes contribuyen a su productividad. Solo basta preguntar sobre el efecto de los cortes de energía eléctrica.

Pero también hay que poner la mirada crítica en la estabilidad macroeconómica. La evolución del producto interno bruto (PIB) muestra altos niveles de volatilidad. Existen importantes documentos oficiales y de organismos internacionales que llaman la atención sobre este grave problema. La extrema vulnerabilidad generada por el clima y el mercado internacional configura un escenario de condiciones exógenas que conspiran contra el objetivo de estabilidad y certidumbre.

De igual manera, la inflación, siendo uno de los principales objetivos de la política económica, debe verse con atención, ya que el promedio general se ha mantenido por debajo de los dos dígitos, el aumento de los precios de los alimentos ha sido persistente y tiene impacto no solo en la reducción de la capacidad adquisitiva de los ingresos laborales, sino también en la salud de las personas por la dificultad de comprar nutritivos y de calidad.

Los alimentos, junto con los gastos de movilidad –combustibles, pasajes en el transporte público–, son rubros que más impactan en la economía de los hogares, por lo que el aumento de los precios en estos productos afecta desproporcionadamente al 90% de los hogares.

Este problema no afecta solo a los hogares. Muchas micro, pequeñas y medianas empresas están dedicadas a rubros relacionados con insumos alimenticios y seguramente todas afectadas por los costos de movilidad. Por su tamaño y tipo de mercado al que dirigen sus productos, estas empresas tienen poco espacio para aumentar sus precios al ritmo de la inflación. Por lo tanto, cuando subsisten lo hacen en un contexto de altos niveles de inestabilidad y precariedad.

Las autoridades políticas y económicas deben dejar sus burbujas y entender lo que ocurre en la realidad. Solo bastan unos pocos indicadores para darse cuenta de que la estabilidad macroeconómica no es suficiente. En una economía tan heterogénea y con los actuales niveles de desigualdad, los promedios nacionales esconden realidades. Si los responsables de las políticas públicas no las ven, no podremos superar nuestra histórica condición económica y nuestro desventajado lugar en la lista de países de menor desarrollo.

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