10 may. 2024

En el colegio me decían: ‘La kuña oestudia rei voi’ y en el interior se tiene ese estigma

Nilsa Ocampo hizo oídos sordos a los comentarios que la tiraban para atrás. Con 19 años dejó su ciudad natal y fue becada a Taiwán. Hoy enseña idiomas y robótica a niñas y niños de Caaguazú y los alienta a superarse en esta vida.

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Nilsa Ocampo hizo oídos sordos a los comentarios que la tiraban para atrás. Con 19 años dejó su ciudad natal y fue becada a Taiwán. Hoy enseña idiomas y robótica a niñas y niños de Caaguazú y los alienta a superarse en esta vida.

Soy ingeniera industrial, fui a estudiar a Taiwán, becada. Un año estudié chino y después seguí la carrera. Trabajé allá unos años en el área de Ingeniería y 12 años después volví a Paraguay, justo un año antes de la pandemia. No tenía planeado quedarme. Había estado en EEUU, trabajando en una starup company; volví a Taiwán y de ahí vine. Mi plan era volver a Estados Unidos, pero vino la pandemia.

Muchos años viví afuera, me fui a los 19 años y volví a los 31. Entonces, mi mente recalculó qué iba a hacer.

Me quedé y empecé un emprendimiento de enseñar inglés y chino. No estaba en mis planes, pero como quería estar en Caaguazú y ahí no hay industrias, me puse a enseñar.

Oficialmente abrí clases de inglés y chino; la mayoría de mis alumnos eran nenas. Y como ingeniera me gustan mucho los rompecabezas Lego, que podés armar y desarmar. Y a mis alumnitas cada vez que les daba un tiempo para descansar, les daba 10 minutos para jugar con esos juguetes. Me di cuenta de que les iba a encantar robótica.

Durante la pandemia, se lanzó el proyecto Red Mujer Paraguay, de la Embajada de Taiwán y el Ministerio de Industria y Comercio (MIC) y me postulé para empezar con robótica porque los kits de Lego, que alcanza para tres estudiantes a la vez, cuestan de 3,5 a 4 millones de guaraníes.

Tengo la idea ahora de hacer robótica inclusiva para niños con discapacidad visual. Justamente en Caaguazú está el Instituto Guanella, donde los niños van a aprender –en lenguaje de señas– clases de diseño y cosas así. Voy a hablar con ellos a ver si me dejan enseñar robótica ahí. Veré si tengo un intérprete que me ayude con las clases.

ACERCAR EL MUNDO

Mi idea es que los niños conozcan, no les voy a cobrar como otros institutos porque sé que sus familias no van a poder. Además, quiero enfocarme en las nenas, mi prioridad son ellas, y a veces los padres no quieren gastar en la educación de las nenas, especialmente en el interior del país hay otra mentalidad.

Me ha tocado padres cuyas hijas están reinteresadas en los talleres y las nenas forman fila para hacer los rompecabezas; pero vienen los padres y dicen: “¡A mi hijo lo que le va a gustar esto!”. Y las nenas que están ahí, quieren hacer el programa, pero sus padres piensan en sus hijos varones.

Estuve en Singapur, en Hong Kong, en Tailandia y vi lo que se puede lograr con una buena organización. Quiero que los niños se despierten, que vean que hay oportunidades por todos lados; que no se queden atrás porque en Paraguay, comparado con países de Asia, estamos 100 años atrás.

Y eso es lo que más me motiva; o sea que las niñas, especialmente, se metan en esto. Porque yo cuando era chica quería aprender tal cosa o idiomas y mi mamá me decía: “No tenemos plata” o “¿para qué querés estudiar eso?”. Incluso, cuando estaba en el colegio me decían: “La kuña oestudia rei voi”, pero tenemos que formarnos; o sea, las mujeres igual tenemos que estudiar. Pero en el interior hay todavía ese estigma de que la mujer es para casarse y tener hijos nomás, y la educación como que es secundaria, si al final va a terminar quedándose en la casa.

Por mi historia personal, priorizo a las niñas. Puse el proyecto solo para niñas, pero tengo alumnitos nenes que me dijeron: “Profe ¿por qué vos nos discriminás?”.

Entonces, cambié el letrero y tuve que poner: “Millennials Enterprise para niñas y niños”.

FUENTE DE INSPIRACIÓN

Cuando sos nena y ves a una mujer alcanzar cosas te motiva, te cambia la mentalidad, porque ves lo que se puede lograr. Esa influencia tengo con mis alumnitas; ellas están supermotivadas y hoy ya me preguntan dónde hay becas y tienen 10, 11 años y quieren irse ya a Corea o Japón porque ven que es posible, ven que una persona como ellas pudo lograrlo. Todo esto a mí me remotiva, que estén cambiando su mentalidad.

Desde los siete años por ahí yo tenía ese llamamiento de que quería descubrir el mundo, aprender otro idioma, de que quería ir a algún lado. Bueno, se me ocurrió ir a Marte, a otro planeta quería irme. Pero no se pudo. Y escuchaba que la gente que tenía todo 5 en sus notas conseguía beca para ir al exterior; porque mi mamá no me iba a poder pagar. Cuando eso no había Becal; yo terminé el colegio y empecé a buscar y a buscar hasta que en la radio escuché las becas Taiwán.

Tenía un poco de miedo porque decían que había que tener influencia; pero me fui a hablar con la directora de escuela y le comenté que me pedían dos recomendaciones.

Tenía inglés básico del colegio, pero no es que sabía hablar. Y de chino tampoco sabía, pero yo me quería ir. Me fui, no sabía nada de inglés, ni de chino. Me fui a vivir a una universidad que estaba en una montaña, al lado del mar y que tenía playa. Justo cuando llegué, el grupo de paraguayos que estaba ahí, ya volvía.

Era como estar en el paraíso. No me costó tanto adaptarme al idioma tampoco porque aprendía de a poco y me iba al mercadito local, donde las vendedoras se ponían refelices corrigiéndome si decía algo mal. Yo aprendí a preguntar, ¿qué es esto? Y así aprendí cómo se llaman las cosas, de oído. Y había gente de todo el mundo, de Alemania, Australia, Nueva Zelanda estudiando chino y con ellos nos comunicábamos en inglés. Mi compañera de dormitorio era de Indonesia y había vivido en EEUU y ella me enseñaba inglés. Las clases eran en chino y aprendíamos el idioma como niños: te dicen silla y repetías, silla.

Al aprender chino, el inglés se me volvió más fácil. Antes no teníamos tablet ni nada; compré un diccionario chino-inglés y había llevado un diccionario de inglés-español. Entonces, traducía el chino al inglés y del inglés al español. Y el inglés fue mi ruta, aprendí a andar en el inglés para aprender el chino. Fue así que el inglés se volvió mi primera lengua más o menos.

VENTAJA DE SER BILINGÜE

Sy es mamá en guaraní, pero en chino es cuatro. Ky’ái suena a sucio, pero en chino significa lindo. Para los que hablan guaraní resulta más fácil aprender la pronunciación en chino, que para la gente de otros países de habla hispana, porque no les sale el sonido nasal, etc. Yo me di cuenta de que mi guaraní me ayudó a volar con el chino. He escuchado mucho esa opinión de que ser bilingüe (español-guaraní) le atrasa a nuestro país. Pero a mí, me hizo volar. El tener conocimiento de los sonidos y el poder pronunciar, me ayudó a aprender otro idioma.

Por mi historia personal priorizo a las niñas. Puse el proyecto solo para niñas, pero tengo alumnitos nenes que me dijeron: ‘Profe ¿por qué vos nos discriminás?’. Entonces, cambié el letrero.

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